viernes, 31 de julio de 2015

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS (VI): REFLEXIONES DE SAN JUAN PABLO II SOBRE LAS LETANÍAS 1 AL 5

1. Corazón de Jesús Hijo del Eterno Padre.


JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 2 de junio de 1985


1. Primera Letanía: Corazón de Jesús Hijo del Eterno Padre, ten piedad de nosotros.

Hoy, primer domingo del mes de junio, la Iglesia encuentra en el Corazón de Cristo el acceso al Dios que es la Santísima Trinidad. Al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Este único Dios —Uno y Trino a la vez— es un misterio inefable de la fe.

Verdaderamente Él "habita en una luz inaccesible" (1 Tim 6. 16).
Y, al mismo tiempo, el Dios infinito ha permitido que le abrace el Corazón de un Hombre cuyo nombre es Jesús de Nazaret, Jesucristo. Y a través del Corazón del Hijo, Dios Padre se acerca también a nuestros corazones y viene a ellos.

Y así cada uno de nosotros es bautizado "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Cada uno de nosotros está inmerso, desde el principio, en el Dios Uno y Trino, en el Dios vivo, en el Dios vivificante. A este Dios lo confesamos como Espíritu Santo que, procediendo del Padre y del Hijo, "da la vida".

2. El Corazón de Jesús fue "formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre".

El Dios que "da la vida" y "se entrega al hombre" comenzó la obra de su economía salvífica haciéndose hombre.

Justamente en la concepción virginal y en el nacimiento de María comienza su corazón humano"formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre".

A este Corazón queremos venerar durante el mes de junio. A este Corazón hoy mismo queremos hacerle singular fiduciario de nuestros pobres corazones humanos, de los corazones probados de diversas maneras, oprimidos de diversos modos. Y también de los corazones confiados en la potencia del mismo Dios y en la potencia salvífica de la Santísima Trinidad.

3. María, Madre Virgen, que conoces mejor que nosotros el Corazón Divino de tu Hijo, únete a nosotros hoy en esta adoración a la Santísima Trinidad e igualmente en la humilde oración por la Iglesia y el mundo.
Tú sola eres la guía de nuestra plegaria.

2. Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen María.


JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 27 de junio de 1982


2. Segunda Letanía: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, ten piedad de nosotros.

Así rezamos en las letanías al Sacratísimo Corazón de Jesús.
Esta invocación se refiere directamente al misterio que meditamos, al rezar el Angelus Domini: por obra del Espíritu Santo fue formada en el seno de la Virgen de Nazaret la Humanidad de Cristo,Hijo del Eterno Padre.

¡Por obra del Espíritu Santo fue formado en esta Humanidad el Corazón! El Corazón, que es el órgano central del organismo humano de Cristo y, a la vez, el verdadero símbolo de su vida interior: del pensamiento, de la voluntad, de los sentimientos. Mediante este Corazón la Humanidad de Cristo es, de modo particular, "el templo de Dios" y, al mismo tiempo, mediante este Corazón, está incesantemente abierto al hombre y a todo lo que es "humano". "Corazón de Jesús de cuya plenitud todos hemos recibido".

2. El mes de junio está dedicado, de modo especial, a la veneración del Corazón divino. No sólo un día, la fiesta litúrgica que, de ordinario, cae en junio, sino todos los días. Con esto se vincula la devota práctica de rezar o cantar cotidianamente las letanías al Sacratísimo Corazón de Jesús.

Es la oración maravillosa, integralmente centrada en el misterio interior de Cristo: Dios-Hombre. Las letanías del Corazón de Jesús se inspiran abundantemente en las fuentes bíblicas y, al mismo tiempo, reflejan las experiencias más profundas de los corazones humanos. Son, a la vez, oración de veneración y de dialogo auténtico.

Hablamos en ellas del corazón y, al mismo tiempo, dejamos a los corazones hablar con este único Corazón, que es "fuente de vida y de santidad" y "deseo de los collados eternos". Con el Corazón que es "paciente y lleno de misericordia" y "generoso para todos los que le invocan".

Esta oración, rezada y meditada, se convierte en una verdadera escuela del hombre interior: la escuela del cristiano.

3. La solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús nos recuerda, sobre todo, los momentos en que este Corazón fue "traspasado por la lanza" y, mediante esto, abierto de manera "visible" al hombre y al mundo.
Al rezar las letanías y en general al venerar al Corazón Divino― conocemos el misterio de la redención en toda su divina y, a la vez, humana profundidad.

Simultáneamente, nos hacemos sensibles a la necesidad de reparación. Cristo nos abre su Corazón para que nos unamos con Él en su reparación por la salvación del mundo. Hablar del Corazón traspasado es decir toda la verdad de su Evangelio y de la Pascua.

Tratemos de captar cada vez mejor este lenguaje. Aprendámoslo.
1. El 2 de junio pasado, hace exactamente un mes, celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Quiero reanudar junto con vosotros la meditación sobre las riquezas de este Corazón divino, continuando la reflexión ya iniciada hace tiempo acerca de las letanías dedicadas a Él.
Una de las invocaciones más profundas de tales letanías reza así: "Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten misericordia de nosotros". Encontramos aquí el eco de un artículo central del Credo en el que profesamos nuestra fe en "Jesucristo, Hijo único de Dios", que "bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre". La santa humanidad de Cristo es, por consiguiente, obra del Espíritu divino y de la Virgen de Nazaret.

2. Es obra del Espíritu. Esto afirma explícitamente el Evangelista Mateo refiriendo las palabras del Ángel a José: "Lo engendrado en Ella (María) es del Espíritu Santo", (Mt 1, 20); y lo afirma también el Evangelista Lucas, recordando las palabras de Gabriel a María: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1, 35).

El Espíritu ha plasmado la santa humanidad de Cristo: su cuerpo y su alma, con toda la inteligencia, la voluntad, la capacidad de amar. En una palabra, ha plasmado su corazón. La vida de Cristo ha sido puesta enteramente bajo el signo del Espíritu. Del Espíritu le viene la sabiduría que llena de estupor a los doctores de la ley y a sus conciudadanos, el amor que acoge y perdona a los pecadores, la misericordia que se inclina hacia la miseria del hombre, la ternura que bendice y abraza a los niños, la comprensión que alivia el dolor de los afligidos. Es el Espíritu quien dirige los pasos de Jesús, lo sostiene en las pruebas, sobre todo lo guía en su camino hacia Jerusalén, donde ofrecerá el sacrificio de la Nueva Alianza, gracias al cual se encenderá el fuego que Él trajo a la tierra (Lc 12, 49).

3Por otra parte, la humanidad de Cristo es también obra de la Virgen. El Espíritu plasmó el Corazón de Cristo en el seno de María, que colaboró activamente con Él como madre y como educadora.
― como Madre, Ella se adhirió consciente y libremente al proyecto salvífico de Dios Padre, siguiendo trémula, en silencio lleno de adoración, el misterio de la vida que de Ella había brotado y se desarrollaba:
 como educadora, Ella plasmó el Corazón de su propio Hijo, introduciéndolo, junto son San José, en las tradiciones del pueblo elegido, inspirándole el amor a la ley del Señor, comunicándole la espiritualidad de los "pobres del Señor". Ella lo ayudó a desarrollar su inteligencia y seguramente ejerció influjo en la formación de su temperamento. Aun sabiendo que su Niño la trascendía por ser "Hijo del Altísimo" (cf. Lc 1, 32), no por ello la Virgen fue menos solícita de su educación humana (cf. Lc 2, 51).

Por tanto podemos afirmar con verdad: en el Corazón de Cristo brilla la obra admirable del Espíritu Santo; en Él se hallan también los reflejos del corazón de la Madre. Tanto el Corazón de Cristo: dócil a la acción del Espíritu, dócil, a la voz de la Madre.

3. Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios


JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 9 de julio de 1989


Tercera Letanía: Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios, ten piedad de nosotros.

La expresión "Corazón de Jesús" nos hace pensar inmediatamente en la humanidad de Cristo, y subraya su riqueza de sentimientos, su compasión hacia los enfermos, su predilección por los pobres, su misericordia hacia los pecadores, su ternura hacia los niños, su fortaleza en la denuncia de la hipocresía, del orgullo y de la violencia, su mansedumbre frente a sus adversarios, su celo por la gloria del Padre y su júbilo por sus misteriosos y providentes planes de gracia.

Con relación a los hechos de la pasión, la expresión "Corazón de Jesús" nos hace pensar también en la tristeza de Cristo por la traición de Judas, el desconsuelo por la soledad, la angustia ante la muerte, el abandono filial y obediente en las manos del Padre. Y nos habla sobre todo del amor que brota sin cesar de su interior: amor infinito hacia el Padre y amor sin límites hacia el hombre.

2. Ahora bien, este Corazón humanamente tan rico, "está unido ―como nos recuerda la invocación―, a la Persona del Verbo de Dios". Jesús es el Verbo de Dios encarnado: en Él hay una sola Persona, la eterna del Verbo, subsistente en dos naturalezas, la divina y la humana. Jesús es uno, en la realidad, la angustia ante la muerte, el mismo tiempo perfecto en su divinidad y perfecto en nuestra humanidad; es igual al Padre por lo que se refiere a la naturaleza divina, e igual a nosotros por lo que se refiere a su naturaleza humana; verdadero Hijo de Dios y verdadero Hijo del hombre. El Corazón de Jesús, por tanto, desde el momento de la encarnación, ha estado y estará siempre unido a la Persona del Verbo de Dios.

Por la unión del Corazón de Jesús a la Persona del Verbo de Dios podemos decir: en Jesús Dios ama humanamente, sufre humanamente, goza humanamente. Y viceversa: en Jesús el amor humano, el sufrimiento humano, la gloria humana adquieren intensidad y poder divinos.

3. Queridos hermanos y hermanas: Reunidos para la oración del Ángelus, contemplemos con María el Corazón de Cristo. La Virgen vivió en la fe, día tras día, junto a su Hijo Jesús: sabía que la carne de su Hijo habla florecido de su carne virginal, pero intuía que Él, por ser "Hijo del Altísimo" (Lc 1, 32), la trascendía infinitamente: el Corazón de su Hijo estaba "unido a la Persona del Verbo". Por esto, Ella lo amaba como Hijo suyo y al mismo tiempo lo adoraba como a su Señor y su Dios. Que Ella nos conceda también a nosotros amar y adorar a Cristo, Dios y Hombre, sobre todas las cosas, "con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente" (cf. Mt 22, 37). De esta manera, siguiendo su ejemplo, seremos objeto de las predilecciones divinas y humanas del Corazón de su Hijo.

4. Corazón de Jesús de Majestad Infinita


VISITA PASTORAL AL VÉNETO

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 16 de junio de 1985


Cuarta Letanía: Corazón de Jesús de Majestad Infinita, ten piedad de nosotros.

1. La hora del Ángelus nos invita a dirigir la mirada a María. Nos invita hoy también el lugar en el que nos encontramos, es decir, el templo de María Auxiliadora, edificado por el obispo que el Papa Pío X dio como don a Treviso, el Siervo de Dios Andrea Giacinto Longhin. Él, junto con toda la ciudad, hizo el voto de dedicarlo a la Santísima Virgen el 27 de abril de 1917. El pueblo cristiano, después de la inhumana destrucción que provocó el tan inexorable como absurdo bombardeo del 7 de abril de 1944, quiso que este santuario de la Auxiliadora resurgiera más hermoso que antes y teniendo al lado la capilla votiva que recoge los restos de los caídos de guerra y, en elocuente fraternidad, los despojos de las víctimas civiles de los bombardeos aéreos.

También nos impulsa a dirigir la mirada a María toda la historia de Treviso, la civil y la religiosa, que se ha desenvuelto en gran parte alrededor de la capilla edificada, hace más de 12 siglos, en la ribera del Cagnan y dedicada a María Santísima, Madre de Dios.

Por medio del Corazón Inmaculado de María queremos dirigirnos al Corazón Divino de su Hijo, al Corazón de Jesús, de Majestad infinita.

Mirad: la infinita Majestad de Dios se oculta en el Corazón humano del Hijo de María.

Este Corazón es nuestra Alianza.
Este Corazón es la máxima cercanía de Dios con relación a los corazones humanos y a la historia humana.
Este Corazón es la maravillosa "Condescendencia" de Dios: el Corazón humano que late con la vida divina: la vida divina que late en el corazón humano.

2. En la Santísima Eucaristía descubrimos con el "sentido de la fe" el mismo Corazón,
— el Corazón de Majestad infinita, que continúa latiendo con el amor humano de Cristo, Dios-Hombre.
¡Cuán profundamente sintió este amor el Santo Papa Pío X, antes Patriarca de Venecia!;
— cuánto deseó que todos los cristianos, desde los años de la infancia, se acercasen a la Eucaristía, recibiendo la santa comunión: para que se unieran a este Corazón que es, al mismo tiempo, para cada uno de los hombres "Casa de Dios y Puerta del cielo".

"Casa", mediante la comunión eucarística el Corazón de Jesús extiende su morada a cada uno de los corazones humanos.
"Puerta", porque en cada uno de estos corazones humanos Él abre la perspectiva de la eterna unión con la Santísima Trinidad.

3. ¡Madre de Dios! meditamos el misterio de tu Anunciación, nos acercamos a este Corazón divino,
—el Corazón de Majestad infinita
—Casa de Dios y Puerta del cielo,
a este Corazón que desde el momento de la Anunciación del Ángel, comenzó a latir junto a tu Corazón virginal y materno.

5. Corazón de Jesús Templo Santo de Dios


JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 9 de junio de 1985


Quinta Letanía: Corazón de Jesús Templo Santo de Dios, ten piedad de nosotros.

1. A la hora de la común oración del Ángelus, nos dirigimos, juntamente con María —por medio de su Corazón Inmaculado— al Corazón Divino de su Hijo. Corazón de Jesús - templo santo de Dios / Corazón de Jesús - tabernáculo del Altísimo.
Corazón de un Hombre semejante a tantos, a tantos otros corazones humanos y, a la vez, Corazón de Dios-Hijo.
Por tanto, si es verdad que cada uno de los hombres "habita", de algún modo, en su corazón,entonces en el Corazón del Hombre de Nazaret, de Jesucristo, habita Dios. Es "templo de Dios", por ser Corazón de este hombre.

2. Dios-Hijo está unido con el Padre, como Verbo Eterno, "Dios de Dios, Luz de Luz..., engendrado no creado".

El Hijo esta unido con el Padre en el Espíritu Santo, que es el "soplo" del Padre y del Hijo y es, en la Divina Trinidad, la Persona-Amor.

El Corazón del Hombre Jesucristo es, pues, en el sentido trinitario, "templo de Dios": es el templo interior del Hijo que está unido con el Padre en el Espíritu Santo mediante la unidad de la Divinidad. ¡Qué inescrutable permanece el misterio de este Corazón, que es "templo de Dios" y "tabernáculo del Altísimo"!
3. Al mismo tiempo, es la verdadera "morada de Dios con los hombres" (Ap 21, 3), porque el Corazón de Jesús, en su templo interior, abraza a todos los hombres. Todos habitan allí, abrazados por el eterno amor. A todos pueden dirigirse —en el Corazón de Jesús— las palabras del Profeta: "Con amor eterno te amé, / por eso prolongué mi misericordia (Jer 31, 3).

4. Que esta fuerza del eterno amor que está en el Corazón divino de Jesús, se comunique hoy de modo particular a los jóvenes que reciben la confirmación.

En ellos debe habitar de modo particular el Espíritu Santo.

Que se conviertan, pues, también sus corazones —a semejanza de Cristo— en "templo santo de Dios" y "tabernáculo del Altísimo".

Con frecuencia he oído cantar a los jóvenes: "¿Vosotros sabéis que sois un templo?". Sí, somos templo de Dios y el Espíritu Santo habita en nosotros, según las palabras de San Pablo (cf. 1 Cor3, 16).

5. Por medio del Corazón Inmaculado de María permanezcamos en la Alianza con el Corazón de Jesús, que es "templo de Dios", el más espléndido "tabernáculo del Altísimo", el más perfecto.

jueves, 30 de julio de 2015

JESÚS DE NAZARET (VI): ELECCIÓN DE PEDRO- FUNDAMENTOS DEL PRIMADO




 Elección de Pedro. Fundamentos del Primado


En la lectura de los Evangelios Simón Pedro fue preferido por Jesús a los demás apóstoles en distintas ocasiones. Esto es tanto más extraño cuanto que humanamente eran otros quienes estaban más cerca­nos a Jesús por parentesco humano, por otro lado Pedro no había demostrado ninguna cualidad especial para merecer la tal preferencia. El hecho de que Pedro obtuviera una duradera preferencia dentro del cír­culo de los apóstoles es un impenetrable misterio fundado en la libre sabiduría y designio de Dios, para el que no hay explicación posible.

En los evangelios Pedro aparece desde el principio como el que dirige la conversación, como el primero que habla, así: Mc 8, 29; Mt 18, 21; Lc 12, 41 En la lista de los apóstoles siempre es citado el primero Mc 3, 16-19; Mt 10, 1-4. Es Pedro quien quiere retener a Jesús cuando se escapa a la soledad. Lc 5, 1-11. Su importancia especial se expresa también en la fór­mula "Pedro y los suyos", Lc 9, 32. Junto con Santiago y Juan pertenece al círculo de los más íntimos de Jesús, Mt 5, 37; 9, 2; 14, 33.

El pasaje más claro en el que se ve que Cristo distingue a Pedro con la preferencia del Primado es Mt 16, 13-20 : "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tu eres "Cephas" = piedra", y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella".

Hay otros dos textos que confirman la vocación especial de Pedro sobre el grupo de los doce. Lc 22, 31-32: "Simón, Simón, mira que Satanás ha solicitado el poder cri­baros como trigo, pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallez­ca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos".Y en Jn 21, 15-17: "Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan ¿me amas más que éstos?. Le dice él : Sí, Señor tú sabes que te quiero, Le dice Jesús: Apacienta mis ovejas. Vuelve a decirle por segunda  vez ... y por tercera vez ... apacienta mis corderos".


3.1. Poder de Pedro y Misión

El poder de Pedro es expresado con un triple símbolo:
  • Pedro es el fundamento firme de la Iglesia (Cephas = Piedra)
  • El poder de las llaves. Símbolo de que Pedro representa en la tierra al Señor y propietario de la casa, a Cristo.
  • El poder de atar y desatar.

3.1.1. Pedro, fundamento de la Roca = Piedra: 
Volvemos, una vez más al texto de Mt 16, 13,-20. Pedro debe ser el fundamento rocoso de la Igle­sia para que la Iglesia no sea vencida por las puertas del infierno. El primer grado de interpretación de lo que Cristo dice a Pedro con­siste en atribuirle el papel de fundamento rocoso de la nueva comuni­dad querida por Cristo. Cristo usa el símbolo de edificar; quiere construir o edificar una Iglesia. Jn 2, 19; Mc 14, 58. Para que la edifica­ción hecha por Cristo tenga duración y consistencia, para que sea sus­traída a la ley de la caducidad su fundamento debe ser cimiento de "roca = piedra".

3.1.2. El poder de las llaves: 
Hemos dicho que las llaves son el símbolo de Pedro que representa en la tierra al Señor y propietario de la casa, a Cristo. Mediante la entrega de las llaves Pedro es constituido en ple­nipotenciario de Cristo. El que tiene las llaves tiene poder para disponer, tiene autoridad para permitir o prohibir la entrada. El ad­ministrador de la casa, el encargado de llaves debe decidir lo que está bien, lo que está permitido y lo que está prohibido conforme al orden establecido por Dios.

3.1.3. El poder atar y desatar: 
Lo que Cristo dice a Pedro bajo la ima­gen de atar y desatar lo dice también a todos los apóstoles en Mt 18. 18: "Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cie­lo". Sin embargo, hay que tener en cuenta que, según Mt 16, 18: "Y yo a mi vez te digo que tú eres "Cephas = Piedra"  Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia ...", se lo dice sólo a Pedro. Evidentemente a todos los apóstoles les compete lo que compete a Pedro, pero a Pe­dro le compete de manera especial. Tres cosas implica la expresión: "atar y desatar".
  • Excluir de la comunidad creyente o readmitir en ella.
  • Imponer una obligación o eximir de ella.
  • Declarar una cosa prohibida o permitida, según la circunstancias.

Cuando Pedro fue llamado como administrador de la casa de Dios, para ejercitar el poder disciplinar en la casa de Dios y mantener en ella el orden de vida, tenía que estar en situación de decidir lo conve­niente y lo inconveniente al orden de la casa de Dios. El poder disci­plinar tiene, por tanto, en su base el poder de enseñar. Por lo tan­to podemos decir que la Iglesia es a la vez la casa, el órgano, mani­festación e instrumento del Reino de Dios. Pedro tiene poder de ex­cluir, admitir a esta comunidad, y admitir y excluir en la Iglesia es admitir y excluir en el Reino de Dios.

P. Ignacio Garro, S.J.

jueves, 23 de julio de 2015

JESÚS DE NAZARET (V): JESÚS LLAMA A SUS DISCÍPULOS- LA VOCACIÓN




Jesús llama a sus discípulos. La Vocación


Ser llamado por Cristo significa “seguirle” y esto es la vocación. Una vocación para compartir su vida para poder compartir, después, su misión. Esto es realmente original en Jesucristo. Al iniciar su vida pública apostólica, Cristo reúne a su alrededor un grupo de discípulos. Rodearse de discípulos, vivir con ellos, enseñarles a conocer e interpretar los Libros sagrados, era – en tiempos de Jesús – un procedimiento habitual. Cualquier maestro de Israel tenía un grupo de discípulos que recibían el nombre de “seguidores”. A nadie podía extrañarle demasiado que Jesús hiciera lo mismo.

Sin embargo lo propio, lo característico del seguimiento de Jesús en el radicalismo de su seguimiento, comparándolo con cualquier otro maestro de Israel, es Cristo quien toma la iniciativa en el llamado, o vocación, es Jesús el que elige  y sale  al encuentro de sus discípulos, Mt 4, 18-22; Mc 1, 16-20; Lc 5, 1-11. Jn 1, 35-51. Jesús no espera que vengan sus discípulos a él. El los llama. Esto era inaudito, totalmente, en tiempos de Cristo. Ningún maestro elegía a sus discípulos. Eran los discípulos quienes elegían a su maestro, siguiendo su propia inclinación o sus preferencias personales. En el caso de Jesús es distinto. Es él quien llama. Y tiene especial  interés en que todos lo adviertan sin que quede posible lugar a la duda.

Jesús no admitió entre sus discípulos a ningún espontáneo, más bien les dio evasivas o les puso dificultades, Mt 8, 18; Lc 9, 61. Quizá hacia esto para que nunca tuvieran el secreto convencimiento de que el primer paso lo habrían dado ellos, por su propia iniciativa. Por eso el seguimiento de Cristo antes de ser una respuesta es una llamada, Cristo toma la iniciativa, elige, llama, el discípulo, éste, libremente acepta o rechaza el llamado.

El seguimiento de Cristo antes de ser un quehacer humano, es un don gratuito, una verdadera gracia divina: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le atrae”, Jn 6, 44. Y con más claridad les recordará: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros”, Jn 15, 16. En el NT. discípulo es el que, llamado por Jesús, Mt 4,18.s.s, sigue su camino, Lc 9, 57-62; debe de observar la voluntad de Dios Mt 10, 29, e incluso adhiriéndose sin reservas a la persona de Jesús, ir has­ta la muerte y a la entrega total de su vida por amor, Mt 16, 24. En Hechos de los Apóstoles todo creyente bautizado, es considerado "discípulo", Hech  6, 1; 9, 19. Por lo tanto es Jesús quién llama, o admite al seguimiento, porque quieren ser ciudadanos del Reino de Dios.

2.1. El Seguimiento a Cristo

“Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará”, Mt 16, 24-26. Mc 8, 34

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo tome su cruz cada día, y sígame... pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?”, Lc 9, 23-27.
           

2.2. Exigencias del seguimiento

Renuncia total: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará”, Mt 10, 37.

“Si alguno viene junto a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleva su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío”, Lc 14, 26-27.

“Maestro te seguiré a donde quiera que vayas ... las zorras tienen guaridas, las aves tiene  nidos, el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza", Mt 8, 19-20.

“Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre. Dícele Jesús: Sígueme, y deja que los muertos entierren a los muertos”, Mt 8 21-22.

“También otro le dijo: “te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa” Jesús le dijo: "Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios”, Lc 9, 61-62.

“El que no está conmigo está contra mí; el que conmigo no recoge desparrama”, Mt 12, 30.
           

2.3.  Recompensas en el seguimiento

“Pedro, tomando la palabra dijo: “ya ves que lo hemos dejado todo y te hemos seguido: ¿qué recibiremos, pues? Jesús dijo: “Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o campos por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna”, Mt 19, 27-29: Mc 10, 28-31, Lc 18, 28-30   


2.4.  Dinámica del Seguimiento de Jesucristo

a. Llamamiento:
Mt 4, 18-20: “.. vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés .. y les dice: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres ..”, Mt 4, 18-20.
“...vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan ... y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron”, Mt 4, 21-22.

b. Seguimiento:
Mt 16, 24-26: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará”.

c. Imitación:
Mt 11, 28-30: “Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso en vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
            Filp. 2, 5: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo”.

d. Identificación:
Gal 2, 19b -20: “...con Cristo estoy crucificado; y ya nos soy yo, sino que Cristo vive en mí. Esta vida en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
            Filp. 1, 21: “pues para mí la vida es Cristo”.

e. Misión:
Jn 17, 18: “Como tú me has enviado, yo también los he enviado al mundo”.
Lc 9, 1-2: “Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades, y les envió a proclamar el reino de Dios y a curar”.
Mc 3, 13-14: “Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron junto a él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar”.
Mt 10, 1, s.s: “Y llamando a sus doce discípulos, les dio el poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia”.



2.5.  Vocación de los Doce Apóstoles

Uno de los sucesos más importantes y trascendentes de la vida públi­ca de Jesús es el acto de elegir a los Doce Apóstoles. Mc 3, 13-l9; Mt 10, 1-4.En la vocación de los Doce, Jesús continúa lo empezado en el llamado de los primeros discípulos. Parece ser que de 72 discípulos, Mt 10, 1, Jesús eligió los Doce, por lo tanto la elección de los Doce fue iniciativa de Jesús y de la importancia de la elección nos habla cuando subraya el evangelista que Jesús se preparó toda la noche en o­ración con su Padre, Mc 6, 12-16: "Y eligió a los que quiso, y vinie­ron donde El. Instituyó a los Doce, para que estuvieran con El y para enviarlos a predicar". Mc 3, 13-14. Podemos aclarar esta elección de esta manera:

            1.- “Eligió a los que quiso”,  (iniciativa divina)
            2.- “Vinieron donde él”,  (formaron comunidad apostólica)
            3.- “Instituyó a los Doce”,  (colegio apostólico)
            4.- “Para que estuvieran con él”,  (convivencia fraterna)
            5.- “Para enviarlos a predicar”,  (participación de su misión apostólica y salvífica).

La vocación se hace de acuerdo a la voluntad del Padre y por encargo suyo; era el cumplimiento del decreto de la eterna economía salvífica de Dios. La elección no era capricho o pura casualidad sino disposición de Dios. Este pequeño círculo de discípulos fielmente entregados, que acom­pañan a Jesús continuamente, será iniciado en los misterios del ­Reino de Dios, Mc 4, 10 y educado en la escuela de Jesús para el a­postolado.

Son los verdaderos parientes de Jesús, Mc 3, 34, y junto con un pequeño número de creyentes forman el "resto santo de Israel" que encuentra la salvación, y por ser este resto son también el nú­cleo de la Iglesia posterior y los portadores de su misión salvífi­ca universal. Igualmente las profecías de la Pasión y las enseñan­zas sobre el verdadero concepto del discipulado estuvieron reserva­das a ellos, Mc 8, 31; 9, 30; 10, 32; Mt 10, 5-33. Sólo ellos pudieron ce­lebrar con el Señor la Ultima Cena, Mc 14, 17. Finalmente fue el Espíritu Santo quien les abrió los ojos para ver la obra de Cristo y entender todas sus palabras.

Acerca del número de 12 tiene un simbolismo muy especial. Para los israelitas era especialmente santo por los 12 patriarcas y las 12 tribus que componen el pueblo elegido de Israel. Del tiempo mesiánico se esperaba justamente la restauración de las 12 tribus de Is­rael. Cuando Jesucristo elige a los doce implícitamente está dicien­do que ha llegado el tiempo de nacer un Nuevo Pueblo, no según la carne, sino según el espíritu universal salvífico, el nuevo Israel, la Iglesia. Esto fue profetizado por Isaías y Jeremías. Así el nuevo pueblo nace del antiguo Israel y crece sobre él y lo trasciende; a­sí resulta que en el Reino de Dios, los Doce se sentarán en 12 tronos para juzgar a las 12 tribus de Israel, Mt 19, 28.


2.6. Misión de los Doce Apóstoles

Hemos visto que la elección de los discípulos y la institución del grupo de los Doce Apóstoles son dos grados de creación del nuevo Pueblo de Dios. Apóstoles y discípulos son los seguidores de Cristo, y son en embrión la base de la que surgirá la Iglesia. Un grado más es la misión específica de los Doce por Jesús. Hemos visto en Mc 3, 13-14, que: "los llamó para que estu­vieran con El", aspecto existencial y comunitario y "para enviarlos a predicar", aspecto apostólico de colaboradores directos en la proclamación de la Buena Nueva, Mt 10, 5, s.s. Tienen poderes especiales y específicos. Instrucciones concretas. Actitudes fraternales y apos­tólicas. Los instruye acerca de su comportamiento. Les advierte de los peligros. Les predice peligro y persecuciones. Les exhorta a que hablen en público y sin temor y que serán señal de contradicción,  Mt 10, 5 s.s.

Los Doce Apóstoles fueron elegidos por Cristo para que le acompañaran y para enviarles a predicar la Buena Nueva del Reino. Por lo tanto tenían la misión de representar a Cristo como el enviado del Padre. Cristo por ser el Enviado del Padre, tiene poder para con­fiar a los apóstoles una misión independiente y responsable, sin que por eso dejen de estar unidos a El. Según el principio semita oriental de que el enviado de una persona es como la persona misma a quien re­presenta, Cristo envía a sus discípulos asegurándoles: "El que a voso­tros os recibe, a Mí me recibe, y el que me recibe a Mí, recibe al que me envió", Mt 10, 40. S. Lucas dice en 10, 16: "Al que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros rechaza, a Mí me rechaza, y el que me rechaza a mí rechaza al que me envió". Aquí vemos que la representación concedida a los após­toles está puesta en estrecha relación con la representación de Dios Padre concedida a su Hijo Jesucristo.

A los apóstoles les es concedi­da por las palabras de Cristo una autorización extraordinaria que vie­ne del cielo y se orienta hacia el cielo. Basados en la propia autori­dad del mismo Cristo son a su vez transmisores encargados y autoriza­dos del Padre celestial. Por eso rechazar a un apóstol significa recha­zar a Dios mismo. La relación entre mandante (enviado) y mandatario (el que envía) apa­rece clara, cuando Cristo dice: "No es el siervo mayor que su Señor, ni el enviado mayor que el que envía", Mt 10, 24; Jn 13, 16. Así pues, Cristo transmitió a sus enviados, a sus apóstoles, el poder único y ple­no que El mismo tenía en cuanto enviado del Padre. Esto implicaba la autorización y obligación de proclamar el Reino de Dios y de vencer a los enemigos del Reino (demonios, enfermedades y muerte). Los após­toles obran por autorización del mismo Cristo. Quien no está autori­zado por El no puede pretender representarle.
P. Ignacio Garro, S.J.

viernes, 17 de julio de 2015

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS (IV): CULTO










El culto al Corazón de Jesús es otro de los elementos principales de la espiritualidad del Apostolado de la Oración desde sus orígenes.

La Iglesia nos enseña a ver representado en el Corazón Humano de Jesús el Amor de Dios a los hombres. El Papa Juan Pablo II nos decía:


«La Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús nos recuerda, sobre todo, los momentos en los cuales este Corazón fue “traspasado por la lanza” y mediante esto, abierto de forma “visible” al hombre y al mundo… Venerado el Corazón Divino aprendemos el misterio de la redención en toda su divina y, al mismo tiempo, humana profundidad. A la vez nos hacemos sensibles a la necesidad de reparación. Cristo abre hacia nosotros su Corazón para que en su reparación nos unamos con Él para la salvación del mundo» (Angelus, 27.6.82)


Juan Pablo II se une con estas palabras a las enseñanzas de tantos otros Papas, que animaron a los fieles a venerar al Corazón de Jesús según el espíritu de Santa Margarita María. Ella vio al Corazón de Cristo rodeado de llamas, abierto por la llaga, coronado de espinas y adornado con una cruz, y oyó decir al Salvador: «He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres… Y en reconocimiento no recibe sino ingratitudes de la mayor parte de ellos».


Los estatutos del Apostolado de la Oración animan a todos los miembros del Apostolado de la Oración a imbuirse de la espiritualidad y a cultivar las prácticas del culto al Sagrado Corazón. Y por esta razón dicen:


«Los socios se consagran a Él en respuesta del amor del Señor, y le ofrecen reparación por sus pecados y los de todo el mundo y practican y fomentan las diversas formas de este culto, aprobadas por la Iglesia» (II, 2)


Consagración quiere decir dedicación total al Señor en respuesta a su amor. El bautismo es nuestra “consagración” fundamental, en la que somos consagrados a la Trinidad y unidos místicamente con Jesús muriendo y resucitando (Mt. 28, 19, Rom 6, 3). En el culto y en la consagración al Corazón de Jesús tomamos conciencia de lo que somos y procuramos vivirlo con el mayor amor posible.


El mejor indicador de una consagración sincera al Corazón de Jesús será siempre el exacto cumplimiento de los mandamientos divinos. Pues el mismo Señor nos dijo: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Jn 14, 15)


La Reparación brota de una amarga experiencia nuestra, pues a pesar de haber conocido el amor de Cristo, muchas veces lo hemos traicionado, negado y ofendido como lo hizo San Pedro. Sólo nos queda el arrepentimiento, el deseo de deshacer en lo posible la ofensa a Dios, el rechazo del amor. Nuestro corazón arrepentido nos lleva necesariamente a la reparación.


Y para que sea eficaz nuestra reparación nos unimos a la reparación ofrecida por Cristo al Padre, en la cruz y hecha presente en la celebración Eucarística.


El socio del Apostolado de la Oración se anima a reparar también a Dios por los pecados, olvidos y ultrajes de todos los pecadores. Y de esta manera la reparación, según el Papa Pío XI, se convierte en un acto misterioso de amor al Redentor:


«Si a causa de nuestros pecados futuros, pero previsto se entristeció el alma de Cristo hasta la muerte, sin duda ninguna que ya entonces se consolaría un tanto por nuestra reparación futura, pero prevista también, cuando se le apareció un Ángel del cielo para consolar su Corazón oprimido por el tedio y la angustia» (Miserentissimus Redemptor, 45)


Según el mismo Papa Pío XI las dos principales prácticas reparadoras son la Comunión Reparadora de los Primeros Viernes y la Hora Santa.


El Apostolado de la Oración ha escogido como el gran día de su reunión mensual el Primer Viernes de cada mes. Esta práctica tiene su origen en las revelaciones hechas por el Señor a Santa Margarita María:


«He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres… y en agradecimiento no recibe de la mayor parte sino ingratitudes… Tú al menos dame el gusto de suplir su ingratitud cuando puedas… Te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos los que comulguen nueves primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; mi divino Corazón será su asilo seguro en los últimos momentos»


De estas enseñanzas de Santa Margarita María han brotado en la Iglesia dos prácticas piadosas en los primeros viernes; ellas son la Comunión Reparadora y la Hora Santa.


La Comunión de los Primeros Viernes adquiere su dimensión más honda para los miembros del Apostolado de la Oración, si comulgamos para reparar al amor del Señor por las ofensas nuestras y de otros, uniendo a su sacrificio los nuestros del mes que comienza (aceptar su voluntad en todo, cumplir con nuestras obligaciones, ejercer la caridad fraterna…)


Lo que quiere el Señor es que participemos los primeros viernes con amor agradecido en su sacrificio. Lo que nos promete es la perseverancia final, la salvación eterna. Y lo que nos pide es la comunión hecha con la intención reparadora de ofrecer a Jesús amor y agradecimiento por tantas personas, que le ofenden y lo olvidan.


Que esta reparación sea urgente en nuestros días nos lo hace ver el hecho de que hoy se cometen tantas maldades contra las imágenes vivas de Dios, las personas humanas y de que la oración y el culto a Dios son abandonados por tantos hombres aun católicos.


La Hora Santa tuvo un gran auge en el Perú hace todavía pocos años, pues su gran protagonista fue el sacerdote peruano Mateo Crawely.


El Señor pidió a Santa Margarita María le acompañase en su agonía una hora todas las noches del jueves al viernes de 11 PM a 12 AM. La Hora Santa es un ejercicio destinado a preparar a los devotos del Corazón de Jesús para celebrar con piedad el Primer Viernes del mes, tiene como finalidad el recordarles la Institución de la Eucaristía, la Pasión y la Muerte del Salvador, y se puede hacer en el templo o en la casa. Durante esta Hora Santa está aconsejando hacer el Viacrucis, rezar el Rosario, leer algún libro o meditar en la agonía del Señor en el huerto.


Pío XI, aceptando plenamente el mensaje de Santa Margarita María, escribía allá por el año 1928:


«Al aparecerse Cristo a Margarita María… se quejaba entristecido de tantas y tan grandes injurias como recibe de los hombres ingratos… Para reparar estos ultrajes, recomendó principalmente… el comulgar con intención de reparar – a lo que llaman comunión reparadora – , y a las preces y oraciones de reparación por espacio de una hora – a lo que propiamente se llama Hora Santa – . Ejercicios piadosos que la Iglesia no solamente ha aprobado, sino que los ha enriquecido con abundantes favores espirituales» (miserentissimus Redemtor, 39-40)


Y en 1980 el Papa Juan Pablo II nos habló de su visita a la basílica del Sagrado Corazón de Jesús en París, en donde según él perdura la adoración al Santísimo Sacramento y en donde siempre hay personas, que «con el espíritu de Santa Margarita María ofrecen reparación a ese Corazón, que tanto ha amado al mundo y al hombre en este mundo y que tantos ultrajes y olvidos recibe de él»(Angelus 8, Junio, 1980)


Los socios del Apostolado de la Oración no deberíamos nunca olvidar ese «espíritu de Santa Margarita», tan recomendado por los Papas, pues con él ofrecemos al Señor un obsequio de conversión y reparación.




Procesión de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en Lima, Perú.



El domingo 13 de junio se realizó la procesión de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús por las calles del Cercado de Lima, saliendo de la Parroquia San Pedro, Santuario Arquidiocesano del Sagrado Corazón de Jesús en dirección a la Catedral de Lima. Presidieron la procesión el P. Antonio González Callizo, S.J. Director Nacional del Apostolado de la Oración, el P. Enrique Rodríguez, S.J. Párroco de la Iglesia de San Pedro, el P. Guillermo Villalobos, S.J. y el P. Alfredo Ruska, S.J. Acompañaron la procesión el Apostolado de la Oración y todos los grupos parroquiales, asociaciones y cofradías, además de los fieles en general.


A su retorno al templo de la Iglesia de San Pedro, se celebró la Eucaristía de Acción de Gracias, presidida por el P. Guillermo Villalobos, S.J. y concelebrada por el Párroco P. Enrique Rodríguez, S.J. y el P. Alfredo Ruska, S.J.


La organización estuvo a cargo de los hermanos del Apostolado de la Oración, quienes año tras año se encargan de esta celebración.

...


Fotos: De arriba hacia abajo


1º Procesión por las calles del Cercado de Lima, presiden la procesión de izquierda a derecha: P. Alfredo Ruska S.J.; P. Enrique Rodríguez S.J. Párroco; P. Guillermo Villalobos S.J. y P. Antonio González Callizo S.J. Director Nacional del Apostolado de la Oración.


2º Procesión haciendo su ingreso a la Plaza Mayor de Lima, Perú.


3º Imagen de Nuestra Señora de los Remedios en la Plaza Mayor de Lima, que antecedía a la imagen del Sagrado Corazón.


4º Imagen del Sagrado Corazón de Jesús en la Plaza Mayor de Lima.


5º Recibimiento en la Parroquia del Sagrario, Plaza Mayor de Lima, por parte del párroco P. Martín Arenas. De espaldas de izquierda a derecha P. Enrique Rodríguez S.J., P. Antonio González Callizo S.J. y P. Guillermo Villalobos S.J.


6º Palabras de Monseñor Guillermo Abanto en la Plaza Mayor.


7º y 8º Imagen del Sagrado Corazón en la Plaza Mayor de Lima.


9º Imagen del Sagrado Corazón frente al Palacio de Gobierno.


10º Imagen del Sagrado Corazón luego de la procesión, ingresando al templo de la Iglesia de San Pedro, Santuario Arquidiocesano del Sagrado Corazón de Jesús.


11º Imagen del Sagrado Corazón luego de terminar la Eucaristía de Acción de Gracias, presidida por el P. Guillermo Villalobos S.J. y concelebrada por el Párroco P. Enrique Rodríguez y el P. Alfredo Ruska S.J. En primer plano integrantes del Coro del Apostolado de la Oración.

P. Rodrigo Sánchez