1. Corazón de Jesús Hijo del Eterno Padre.
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 2 de junio de 1985
Domingo 2 de junio de 1985
1. Primera Letanía: Corazón de Jesús Hijo del Eterno Padre, ten piedad de nosotros.
Hoy, primer domingo del mes de junio, la Iglesia encuentra en el Corazón de Cristo el acceso al Dios que es la Santísima Trinidad. Al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Este único Dios —Uno y Trino a la vez— es un misterio inefable de la fe.
Verdaderamente Él "habita en una luz inaccesible" (1 Tim 6. 16).
Y, al mismo tiempo, el Dios infinito ha permitido que le abrace el Corazón de un Hombre cuyo nombre es Jesús de Nazaret, Jesucristo. Y a través del Corazón del Hijo, Dios Padre se acerca también a nuestros corazones y viene a ellos.
Y así cada uno de nosotros es bautizado "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Cada uno de nosotros está inmerso, desde el principio, en el Dios Uno y Trino, en el Dios vivo, en el Dios vivificante. A este Dios lo confesamos como Espíritu Santo que, procediendo del Padre y del Hijo, "da la vida".
2. El Corazón de Jesús fue "formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre".
El Dios que "da la vida" y "se entrega al hombre" comenzó la obra de su economía salvífica haciéndose hombre.
Justamente en la concepción virginal y en el nacimiento de María comienza su corazón humano"formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre".
A este Corazón queremos venerar durante el mes de junio. A este Corazón hoy mismo queremos hacerle singular fiduciario de nuestros pobres corazones humanos, de los corazones probados de diversas maneras, oprimidos de diversos modos. Y también de los corazones confiados en la potencia del mismo Dios y en la potencia salvífica de la Santísima Trinidad.
3. María, Madre Virgen, que conoces mejor que nosotros el Corazón Divino de tu Hijo, únete a nosotros hoy en esta adoración a la Santísima Trinidad e igualmente en la humilde oración por la Iglesia y el mundo.
Tú sola eres la guía de nuestra plegaria.
2. Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen María.
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 27 de junio de 1982
Domingo 27 de junio de 1982
2. Segunda Letanía: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, ten piedad de nosotros.
Así rezamos en las letanías al Sacratísimo Corazón de Jesús.
Esta invocación se refiere directamente al misterio que meditamos, al rezar el Angelus Domini: por obra del Espíritu Santo fue formada en el seno de la Virgen de Nazaret la Humanidad de Cristo,Hijo del Eterno Padre.
¡Por obra del Espíritu Santo fue formado en esta Humanidad el Corazón! El Corazón, que es el órgano central del organismo humano de Cristo y, a la vez, el verdadero símbolo de su vida interior: del pensamiento, de la voluntad, de los sentimientos. Mediante este Corazón la Humanidad de Cristo es, de modo particular, "el templo de Dios" y, al mismo tiempo, mediante este Corazón, está incesantemente abierto al hombre y a todo lo que es "humano". "Corazón de Jesús de cuya plenitud todos hemos recibido".
2. El mes de junio está dedicado, de modo especial, a la veneración del Corazón divino. No sólo un día, la fiesta litúrgica que, de ordinario, cae en junio, sino todos los días. Con esto se vincula la devota práctica de rezar o cantar cotidianamente las letanías al Sacratísimo Corazón de Jesús.
Es la oración maravillosa, integralmente centrada en el misterio interior de Cristo: Dios-Hombre. Las letanías del Corazón de Jesús se inspiran abundantemente en las fuentes bíblicas y, al mismo tiempo, reflejan las experiencias más profundas de los corazones humanos. Son, a la vez, oración de veneración y de dialogo auténtico.
Hablamos en ellas del corazón y, al mismo tiempo, dejamos a los corazones hablar con este único Corazón, que es "fuente de vida y de santidad" y "deseo de los collados eternos". Con el Corazón que es "paciente y lleno de misericordia" y "generoso para todos los que le invocan".
Esta oración, rezada y meditada, se convierte en una verdadera escuela del hombre interior: la escuela del cristiano.
3. La solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús nos recuerda, sobre todo, los momentos en que este Corazón fue "traspasado por la lanza" y, mediante esto, abierto de manera "visible" al hombre y al mundo.
Al rezar las letanías ―y en general al venerar al Corazón Divino― conocemos el misterio de la redención en toda su divina y, a la vez, humana profundidad.
Simultáneamente, nos hacemos sensibles a la necesidad de reparación. Cristo nos abre su Corazón para que nos unamos con Él en su reparación por la salvación del mundo. Hablar del Corazón traspasado es decir toda la verdad de su Evangelio y de la Pascua.
Tratemos de captar cada vez mejor este lenguaje. Aprendámoslo.
1. El 2 de junio pasado, hace exactamente un mes, celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Quiero reanudar junto con vosotros la meditación sobre las riquezas de este Corazón divino, continuando la reflexión ya iniciada hace tiempo acerca de las letanías dedicadas a Él.
Una de las invocaciones más profundas de tales letanías reza así: "Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten misericordia de nosotros". Encontramos aquí el eco de un artículo central del Credo en el que profesamos nuestra fe en "Jesucristo, Hijo único de Dios", que "bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre". La santa humanidad de Cristo es, por consiguiente, obra del Espíritu divino y de la Virgen de Nazaret.
2. Es obra del Espíritu. Esto afirma explícitamente el Evangelista Mateo refiriendo las palabras del Ángel a José: "Lo engendrado en Ella (María) es del Espíritu Santo", (Mt 1, 20); y lo afirma también el Evangelista Lucas, recordando las palabras de Gabriel a María: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1, 35).
El Espíritu ha plasmado la santa humanidad de Cristo: su cuerpo y su alma, con toda la inteligencia, la voluntad, la capacidad de amar. En una palabra, ha plasmado su corazón. La vida de Cristo ha sido puesta enteramente bajo el signo del Espíritu. Del Espíritu le viene la sabiduría que llena de estupor a los doctores de la ley y a sus conciudadanos, el amor que acoge y perdona a los pecadores, la misericordia que se inclina hacia la miseria del hombre, la ternura que bendice y abraza a los niños, la comprensión que alivia el dolor de los afligidos. Es el Espíritu quien dirige los pasos de Jesús, lo sostiene en las pruebas, sobre todo lo guía en su camino hacia Jerusalén, donde ofrecerá el sacrificio de la Nueva Alianza, gracias al cual se encenderá el fuego que Él trajo a la tierra (Lc 12, 49).
3. Por otra parte, la humanidad de Cristo es también obra de la Virgen. El Espíritu plasmó el Corazón de Cristo en el seno de María, que colaboró activamente con Él como madre y como educadora.
― como Madre, Ella se adhirió consciente y libremente al proyecto salvífico de Dios Padre, siguiendo trémula, en silencio lleno de adoración, el misterio de la vida que de Ella había brotado y se desarrollaba:
― como educadora, Ella plasmó el Corazón de su propio Hijo, introduciéndolo, junto son San José, en las tradiciones del pueblo elegido, inspirándole el amor a la ley del Señor, comunicándole la espiritualidad de los "pobres del Señor". Ella lo ayudó a desarrollar su inteligencia y seguramente ejerció influjo en la formación de su temperamento. Aun sabiendo que su Niño la trascendía por ser "Hijo del Altísimo" (cf. Lc 1, 32), no por ello la Virgen fue menos solícita de su educación humana (cf. Lc 2, 51).
Por tanto podemos afirmar con verdad: en el Corazón de Cristo brilla la obra admirable del Espíritu Santo; en Él se hallan también los reflejos del corazón de la Madre. Tanto el Corazón de Cristo: dócil a la acción del Espíritu, dócil, a la voz de la Madre.
3. Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 9 de julio de 1989
Domingo 9 de julio de 1989
Tercera Letanía: Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios, ten piedad de nosotros.
La expresión "Corazón de Jesús" nos hace pensar inmediatamente en la humanidad de Cristo, y subraya su riqueza de sentimientos, su compasión hacia los enfermos, su predilección por los pobres, su misericordia hacia los pecadores, su ternura hacia los niños, su fortaleza en la denuncia de la hipocresía, del orgullo y de la violencia, su mansedumbre frente a sus adversarios, su celo por la gloria del Padre y su júbilo por sus misteriosos y providentes planes de gracia.
Con relación a los hechos de la pasión, la expresión "Corazón de Jesús" nos hace pensar también en la tristeza de Cristo por la traición de Judas, el desconsuelo por la soledad, la angustia ante la muerte, el abandono filial y obediente en las manos del Padre. Y nos habla sobre todo del amor que brota sin cesar de su interior: amor infinito hacia el Padre y amor sin límites hacia el hombre.
2. Ahora bien, este Corazón humanamente tan rico, "está unido ―como nos recuerda la invocación―, a la Persona del Verbo de Dios". Jesús es el Verbo de Dios encarnado: en Él hay una sola Persona, la eterna del Verbo, subsistente en dos naturalezas, la divina y la humana. Jesús es uno, en la realidad, la angustia ante la muerte, el mismo tiempo perfecto en su divinidad y perfecto en nuestra humanidad; es igual al Padre por lo que se refiere a la naturaleza divina, e igual a nosotros por lo que se refiere a su naturaleza humana; verdadero Hijo de Dios y verdadero Hijo del hombre. El Corazón de Jesús, por tanto, desde el momento de la encarnación, ha estado y estará siempre unido a la Persona del Verbo de Dios.
Por la unión del Corazón de Jesús a la Persona del Verbo de Dios podemos decir: en Jesús Dios ama humanamente, sufre humanamente, goza humanamente. Y viceversa: en Jesús el amor humano, el sufrimiento humano, la gloria humana adquieren intensidad y poder divinos.
3. Queridos hermanos y hermanas: Reunidos para la oración del Ángelus, contemplemos con María el Corazón de Cristo. La Virgen vivió en la fe, día tras día, junto a su Hijo Jesús: sabía que la carne de su Hijo habla florecido de su carne virginal, pero intuía que Él, por ser "Hijo del Altísimo" (Lc 1, 32), la trascendía infinitamente: el Corazón de su Hijo estaba "unido a la Persona del Verbo". Por esto, Ella lo amaba como Hijo suyo y al mismo tiempo lo adoraba como a su Señor y su Dios. Que Ella nos conceda también a nosotros amar y adorar a Cristo, Dios y Hombre, sobre todas las cosas, "con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente" (cf. Mt 22, 37). De esta manera, siguiendo su ejemplo, seremos objeto de las predilecciones divinas y humanas del Corazón de su Hijo.
4. Corazón de Jesús de Majestad Infinita
VISITA PASTORAL AL VÉNETO
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 16 de junio de 1985
Domingo 16 de junio de 1985
Cuarta Letanía: Corazón de Jesús de Majestad Infinita, ten piedad de nosotros.
1. La hora del Ángelus nos invita a dirigir la mirada a María. Nos invita hoy también el lugar en el que nos encontramos, es decir, el templo de María Auxiliadora, edificado por el obispo que el Papa Pío X dio como don a Treviso, el Siervo de Dios Andrea Giacinto Longhin. Él, junto con toda la ciudad, hizo el voto de dedicarlo a la Santísima Virgen el 27 de abril de 1917. El pueblo cristiano, después de la inhumana destrucción que provocó el tan inexorable como absurdo bombardeo del 7 de abril de 1944, quiso que este santuario de la Auxiliadora resurgiera más hermoso que antes y teniendo al lado la capilla votiva que recoge los restos de los caídos de guerra y, en elocuente fraternidad, los despojos de las víctimas civiles de los bombardeos aéreos.
También nos impulsa a dirigir la mirada a María toda la historia de Treviso, la civil y la religiosa, que se ha desenvuelto en gran parte alrededor de la capilla edificada, hace más de 12 siglos, en la ribera del Cagnan y dedicada a María Santísima, Madre de Dios.
Por medio del Corazón Inmaculado de María queremos dirigirnos al Corazón Divino de su Hijo, al Corazón de Jesús, de Majestad infinita.
Mirad: la infinita Majestad de Dios se oculta en el Corazón humano del Hijo de María.
Este Corazón es nuestra Alianza.
Este Corazón es la máxima cercanía de Dios con relación a los corazones humanos y a la historia humana.
Este Corazón es la maravillosa "Condescendencia" de Dios: el Corazón humano que late con la vida divina: la vida divina que late en el corazón humano.
2. En la Santísima Eucaristía descubrimos con el "sentido de la fe" el mismo Corazón,
— el Corazón de Majestad infinita, que continúa latiendo con el amor humano de Cristo, Dios-Hombre.
¡Cuán profundamente sintió este amor el Santo Papa Pío X, antes Patriarca de Venecia!;
— cuánto deseó que todos los cristianos, desde los años de la infancia, se acercasen a la Eucaristía, recibiendo la santa comunión: para que se unieran a este Corazón que es, al mismo tiempo, para cada uno de los hombres "Casa de Dios y Puerta del cielo".
"Casa", mediante la comunión eucarística el Corazón de Jesús extiende su morada a cada uno de los corazones humanos.
"Puerta", porque en cada uno de estos corazones humanos Él abre la perspectiva de la eterna unión con la Santísima Trinidad.
3. ¡Madre de Dios! meditamos el misterio de tu Anunciación, nos acercamos a este Corazón divino,
—el Corazón de Majestad infinita
—Casa de Dios y Puerta del cielo,
—Casa de Dios y Puerta del cielo,
a este Corazón que desde el momento de la Anunciación del Ángel, comenzó a latir junto a tu Corazón virginal y materno.
5. Corazón de Jesús Templo Santo de Dios
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 9 de junio de 1985
Domingo 9 de junio de 1985
Quinta Letanía: Corazón de Jesús Templo Santo de Dios, ten piedad de nosotros.
1. A la hora de la común oración del Ángelus, nos dirigimos, juntamente con María —por medio de su Corazón Inmaculado— al Corazón Divino de su Hijo. Corazón de Jesús - templo santo de Dios / Corazón de Jesús - tabernáculo del Altísimo.
Corazón de un Hombre semejante a tantos, a tantos otros corazones humanos y, a la vez, Corazón de Dios-Hijo.
Por tanto, si es verdad que cada uno de los hombres "habita", de algún modo, en su corazón,entonces en el Corazón del Hombre de Nazaret, de Jesucristo, habita Dios. Es "templo de Dios", por ser Corazón de este hombre.
2. Dios-Hijo está unido con el Padre, como Verbo Eterno, "Dios de Dios, Luz de Luz..., engendrado no creado".
El Hijo esta unido con el Padre en el Espíritu Santo, que es el "soplo" del Padre y del Hijo y es, en la Divina Trinidad, la Persona-Amor.
El Corazón del Hombre Jesucristo es, pues, en el sentido trinitario, "templo de Dios": es el templo interior del Hijo que está unido con el Padre en el Espíritu Santo mediante la unidad de la Divinidad. ¡Qué inescrutable permanece el misterio de este Corazón, que es "templo de Dios" y "tabernáculo del Altísimo"!
3. Al mismo tiempo, es la verdadera "morada de Dios con los hombres" (Ap 21, 3), porque el Corazón de Jesús, en su templo interior, abraza a todos los hombres. Todos habitan allí, abrazados por el eterno amor. A todos pueden dirigirse —en el Corazón de Jesús— las palabras del Profeta: "Con amor eterno te amé, / por eso prolongué mi misericordia (Jer 31, 3).
4. Que esta fuerza del eterno amor que está en el Corazón divino de Jesús, se comunique hoy de modo particular a los jóvenes que reciben la confirmación.
En ellos debe habitar de modo particular el Espíritu Santo.
Que se conviertan, pues, también sus corazones —a semejanza de Cristo— en "templo santo de Dios" y "tabernáculo del Altísimo".
Con frecuencia he oído cantar a los jóvenes: "¿Vosotros sabéis que sois un templo?". Sí, somos templo de Dios y el Espíritu Santo habita en nosotros, según las palabras de San Pablo (cf. 1 Cor3, 16).
5. Por medio del Corazón Inmaculado de María permanezcamos en la Alianza con el Corazón de Jesús, que es "templo de Dios", el más espléndido "tabernáculo del Altísimo", el más perfecto.