Decima-cuarta estación: JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO
Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Qué grande es tener para dar y, qué grande es, sentirse un pequeño grano de trigo para saber morir, nacer y florecer.
La vida, lo señalaba San Juan XXIII “es un pequeño paseo que Dios nos hace dar para, luego, volver a su regazo”. Y mientras vamos avanzando que importante es, además de ser semilla, ir sembrando lo mejor de nosotros mismos. Alguien, con cierta razón, ha dicho: “un camposanto es un huerto de vida, es un jardín con semillas de resurrección”. Frente a la amenaza de la muerte, Jesús desde la suya, la dinamita y la convierte en algo pasajero. Le quita la última palabra. Mientras tanto, en nuestro viacrucis personal, es bueno pensar y saber que nada se pierde, que Dios, con un disco duro de infinita memoria, jamás olvida a ninguno de los suyos.
Cuántos padres, sacerdotes, religiosos, jóvenes, ancianos y gente de distinta sensibilidad pero con fe han cerrado los ojos al mundo con la esperanza de una luz que se llamaba cielo. Pero antes de apagarse los sentidos, detenerse sus pies, dejar de palpitar el corazón o crear el pensamiento fueron un caminar con, para y los demás. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Qué grande es tener para dar y, qué grande es, sentirse un pequeño grano de trigo para saber morir, nacer y florecer.
La vida, lo señalaba San Juan XXIII “es un pequeño paseo que Dios nos hace dar para, luego, volver a su regazo”. Y mientras vamos avanzando que importante es, además de ser semilla, ir sembrando lo mejor de nosotros mismos. Alguien, con cierta razón, ha dicho: “un camposanto es un huerto de vida, es un jardín con semillas de resurrección”. Frente a la amenaza de la muerte, Jesús desde la suya, la dinamita y la convierte en algo pasajero. Le quita la última palabra. Mientras tanto, en nuestro viacrucis personal, es bueno pensar y saber que nada se pierde, que Dios, con un disco duro de infinita memoria, jamás olvida a ninguno de los suyos.
Cuántos padres, sacerdotes, religiosos, jóvenes, ancianos y gente de distinta sensibilidad pero con fe han cerrado los ojos al mundo con la esperanza de una luz que se llamaba cielo. Pero antes de apagarse los sentidos, detenerse sus pies, dejar de palpitar el corazón o crear el pensamiento fueron un caminar con, para y los demás. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Santo Sepulcro, Parroquia de San Gil y Sta. Ana de Granada. Anónimo