Decima-segunda estación: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
He aquí el monumento al amor: el amor clavado. He aquí el mayor monumento, contradicción para muchos, del amor sin límites: el amor ensangrentado. Así lo entendieron, creyeron y llevaron a su propia vida gente como San Francisco Javier (enamorado de la cruz); San Juan de Ávila (maestro ante la cruz); San Juan María Vianney (reconfortado ante el silencio de la cruz); Santa Teresa de Jesús (toda reforma en la cruz).
He aquí un monumento, la cruz, que no necesita ser iluminado desde fuera. Quien muere en ella, Jesús, ilumina los dos maderos con su obediencia y entrega con todas las consecuencias. Nunca, tan toscos leños, soportaron tanto amor divino. Todos recordamos aún el testimonio de la niña de Siria: “¿Por qué me matáis si mi Dios os ama?” O la profesión de fe de una patriarca cristiana en Irán: “Quitadme la vida pero la fe sólo me la puede arrebatar el Señor”. ¿Es Cristo el presente y el futuro de tus pensamientos? Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Stmo. Cristo de la Misericordia (del Silencio), Parroquia de San José de Granada. José de Mora
http://www.javierleoz.org/Javier%20Leoz/Ciclo%20C%2015-16/Ordinario/Viacrucis%20breve.pdf