miércoles, 30 de marzo de 2016

COMENTARIO AL SALMO 5- SAN AGUSTÍN

SALMO 5

1. [v. 1] Título del Salmo: En atención de aquella que recibe la herencia. Nuestra interpretación va, lógicamente, referida a la Iglesia, que recibe como herencia la vida eterna, por nuestro Señor Jesucristo, para tomar posesión del mismo Dios con cuya unión se sienta dichosa, de acuerdo con el texto: Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Y la tierra no es sino aquella de la que se dice: Tú eres mi esperanza, y mi lote en la tierra de los vivientes. Más claro aún: el Señor es el lote de mi heredad y de mi copa. También la Iglesia, por su parte, tiene la acepción de heredad, si nos atenemos a las palabras: Pídemelo, y te daré las naciones en herencia. Por consiguiente, nuestra heredad es Dios, porque él es quien nos alimenta y nos sostiene. Y nosotros somos heredad de Dios, puesto que él es nuestro administrador y gerente. Por todo ello, en este salmo se manifiesta la voz de la Iglesia llamada a la herencia, para acabar siendo ella misma heredad del Señor.

2. [v. 2] Señor, escucha mis palabras. Ella, que se siente llamada, llama al Señor para, con ayuda suya, ir sorteando la maldad de este siglo y llegar hasta él. Atiende a mis gemidos. Pone de relieve en qué consiste este gemido y lo profundo e íntimo que tiene que ser para llegar hasta Dios desde la morada secreta del corazón, sin estridencias corporales, dado que la voz corpórea penetra por los oídos, mientras que la voz espiritual tiene como meta la inteligencia. También se trata de una escucha por parte de Dios, no por conducto de oídos de carne, sino por la presencia de su majestad.

3. [v. 3] Atiende a la voz de mi súplica, es decir, a la voz que pide a Dios que le atienda. ¿De qué voz se trata? Ya lo insinuó al decir: Atiende a mi grito. Atiende a la voz de mi súplica, rey mío y Dios mío. Aunque el Hijo es Dios, y el Padre es Dios, y ambos son un solo Dios, y si nos preguntan acerca del Espíritu Santo, no debemos responder sino que es un solo Dios,y cuando se mencionan juntos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, no cabe entender sino que se trata de un único Dios, sin embargo, las Escrituras suelen llamar rey al Hijo. Por consiguiente, habida cuenta de las palabras:al Padre se va por mí, es muy razonable en primer lugar la expresión Rey mío, para decir acto seguido Dios mío. Por lo demás, no dijo atended, sino atiende. En efecto, la fe católica no proclama dos o tres dioses, sino que afirma que la Trinidad misma es un solo Dios. Y no lo hace dejando abierta la posibilidad de que esta Trinidad se denomine unas veces Padre, otras Hijo y otras Espíritu Santo, como creyó Sabelio, sino que el Padre solo es Padre, el Hijo solo Hijo, el Espíritu Santo solo Espíritu Santo, y esta Trinidad un solo Dios. Por todo ello, creemos que la expresión del Apóstol: de él, por él y en él son todas las cosas es ya una indicación de esta Trinidad. Y sin embargo, no añadió: A ellos la gloria, sino a él la gloria.

4. [v. 4] A ti te suplicaré, Señor; por la mañana escucharás mi voz. ¿Qué pretendió decir antes con la expresión escucha? ¿Aspiraba a que la escuchara en una especie de tiempo presente? ¿Por qué ahora dice por la mañana escucharás, no escucha, y te suplicaré, no te suplico, para acabar diciendo: Por la mañana me presentaré a ti y veré, en vez deme presento y veo? Aunque bien puede ser que la oración reseñada arriba patentice ya la invocación formal. Al hallarse a oscuras, debido a la negrura tormentosa de este siglo, se percata de que no ve el objeto de sus deseos, y sin embargo, no flaquea su esperanza, debido a que la esperanza que se ve no es esperanza. Por otra parte, comprende el motivo por el que no ve, y es que la noche, es decir, las tinieblas merecidas por los pecados, no han acabado de pasar. Consiguientemente, dice: A ti te suplicaré, Señor. Es decir, puesto que tú, a quien voy a dirigir mi oración, eres tan grande, por la mañana escucharás mi voz. Tú no eres un cualquiera como para dejarte ver de aquellos de cuyos ojos no se ha retirado aún la noche de los pecados. Una vez que haya pasado la noche de mi error y se hayan retirado las tinieblas, producto de mis pecados personales, entonces escucharás mi voz. En estas circunstancias, ¿por qué no dijo antes: escucharás, sino: escucha? ¿Se debe tal vez a que, tras haber dicho escucha y no haber sido atendida su demanda, cayó en la cuenta de que había algo que tenía que desvanecerse para que pudieran escucharla? ¿O ya la habían escuchado antes, pero no lo había advertido, al no acabar de ver quién lo había hecho? ¿O es que la expresión por la mañana me escucharás viene a decir por la mañana comprenderé que he sido escuchada, al igual que la expresión levántate, Señor, se interpreta como haz que me levante? Solo que este último pasaje se refiere a la resurrección de Cristo. Por lo demás, no cabe duda de que el pasaje: el Señor vuestro Dios os pone a prueba para ver si le amáis de verdad, sólo tiene una interpretación correcta: que sepáis por conducto de él y se os patentice de una manera personal la medida de vuestro avance en su amor.

5. [v. 5-7] Por la mañana me presentaré a ti y veré. ¿Qué interpretación darle a me presentaré? Pues, sencillamente, no seguir tumbado. ¿Y qué es estar tumbado, sino arrellanarse para descansar en tierra, lo que equivale a buscar la dicha en los placeres de la tierra? Me presentaré, dice, y veré. Si realmente queremos ver a Dios, a quien contemplan los limpios de corazón, no debemos instalarnos en las realidades terrenales. Pues tú no eres un Dios que ame la iniquidad, ni el malvado acampará a tu lado, ni los injustos se mantendrán en tu presencia. Aborreces a los malhechores, destruirás a todos los que hablan mentira. El Señor aborrecerá al hombre sanguinario y traicionero. La iniquidad, la maldad, la mentira, el homicidio, el fraude y otros vicios por el estilo son esa noche. Una vez que pasa esta noche, llega la mañana que posibilita ver a Dios. Ha expuesto, por tanto, los motivos de su presentación mañanera ante Dios, así como las razones que avalan su posibilidad de ver. Porque tú, dice, no eres un Dios propicio a la iniquidad. Si Dios fuera complaciente con la iniquidad, tambiénlos inicuos podrían verle, y en ese caso no sería preciso que viniera la mañana, o sea, que hubiera pasado la noche de la iniquidad.

6. El malvado no acampará a tu lado. Es decir, no verá hasta el punto de juntarse contigo. Justamente por eso continúa diciendo: Ni los injustos se mantendrán ante tus ojos. Naturalmente, por culpa de las tinieblas de los pecados, los ojos de los injustos, es decir, su mente racional no experimenta los reverberos de la luz de la verdad. La costumbre inveterada de pecar ha hecho que no puedan resistir el brillo de la recta inteligencia. Por tanto, tampoco los que ven de manera ocasional, es decir, los que comprenden la verdad pero siguen siendo injustos, permanecen en la visión, al amar lo que aparta de la verdad. Llevan consigo su propia noche, es decir, no sólo la costumbre de pecar, sino también el amor al pecado. Pero si transcurre esa noche, o sea, si dejan de pecar y rechazan no sólo la costumbre de pecar sino también el amor al pecado, comienza a despuntar el amanecer, y entonces ya no se limitan a entender, sino que se adhieren a la verdad.

7. Aborreces a todos los malhechores. Este aborrecimiento u odio de Dios tiene su base interpretativa en el modo de expresarse según el cual todo pecador odia la verdad. Parece que también ésta, por su parte, aborrece a quienes no autoriza su estabilidad en ella. Y no se estabilizan en la verdad quienes son incapaces de resistirla. Destruirás a todos los que hablan mentira. La mentira es lo contrario de la verdad. Y para que nadie opine que hay una sustancia o naturaleza opuesta a la verdad, entienda, que la mentira es algo propio del no ser, no algo propio del ser. Por tanto, si se habla de lo que es, se expresa la verdad; y si se habla de lo que no es, se expresa la mentira. Dice: destruirás a todos los que hablan mentira porque, al apartarse éstos lo que tiene entidad, se inclinan hacialo que carece de entidad. Cierto que hay muchas mentiras que parecen formuladas en pro de la vida y del bienestar de alguien y que no están basadas en la malicia, sino en la generosidad. Tal es el caso de las comadronas a que hace alusión el Éxodo. Pasaban informes falsos al Faraón para librar de la muerte a los niños israelitas. Pero incluso en este caso, no se hace un panegírico del hecho de mentir, sino un elogio del temple y buen natural de las que lo hicieron. Sólo los que mienten de este modo merecerán alguna vez liberarse de la mentira. Pero en los que son perfectos ni siquiera tiene cabida este tipo de mentiras. A ellos están destinadas las palabras: Que vuestro sí sea un sí y que vuestro no sea un no. Lo que pasa de ahí viene del malo. También tiene sus motivos lo que se dice en otra parte: Una boca mentirosa da muerte al alma. Por tanto, que nadie estime que el hombre perfecto y espiritual está obligado a mentir en bien de esta vida temporal de cuya muerte no se sigue la muerte del alma, ni de la suya ni de la del otro. Sin embargo, una cosa es mentir y otra cosa es ocultar la verdad; una cosa es decir falsedad y otra callar la verdad. Si alguien, casualmente, no desea entregar a un hombre a esta muerte visible, debe estar dispuesto a ocultar la verdad, pero no a decir falsedad. De este modo ni lo entregará ni dirá mentira para no condenar a muerte a su propia alma a cambio de la vida corporal de otro. Y si ni siquiera se siente con fuerzas para esto, pero se ve precisado a decir mentiras exclusivamente de este tipo, para merecer verse libre incluso de éstas -caso de que sean las únicas que le quedan- hágase digno de recibir la fuerza del Espíritu Santo para ser capaz de soportar todos los sufrimientos que comporta la defensa de la verdad. Dos son, en síntesis, las clases de mentira en que no hay grave culpa, pero que no están exentas de culpa: las jocosas y las que se dicen en provecho de alguien. Las primeras, que se dicen en tono de broma, no son muy perjudiciales precisamente por eso, porque no tratan de engañar. Nuestro interlocutor sabe muy bien que las decimos en plan de broma. Las segundas son, si cabe, más leves, porque entrañan cierto contenido de generosidad o altruismo.Y en cuanto a la mentira en la que no hay doblez de corazón, ni siquiera recibe el calificativo de mentira. Vamos a poner un ejemplo: a un individuo le entregan una espada en custodia, con la condición de devolvérsela al propietario cuando éste la pida. Si se da el caso que éste la exige en medio de un acceso de furor, es evidente que devolvérsela en tales circunstancias resulta improcedente, para evitar un suicidio o un homicidio. No hay que devolvérsela hasta que vuelva a estar en sus cabales. En este caso no se trata de una duplicidad de intención, porque el depositario de la espada, que prometió devolvérsela a su dueño, no pensaba que se la iba a pedir en ese estado de excitación. También el Señor ocultó la verdad a sus discípulos por no hallarlos preparados: Mucho me queda por deciros, pero no podéis con tanto ahora. Y el Apóstol hace lo propio: No pude hablaros como a hombres de espíritu, sino como a hombres de carne. Es, pues, evidente que, en alguna ocasión, silenciar la verdad no puede tildarse de culpa. Pero decir falsedad no consta que esté autorizado a los perfectos.

8. [v. 8] Al hombre sanguinario y doloso lo aborrecerá el Señor. Puede parecer con razón que este pasaje es una repetición del anterior: Detestas a los malhechores, destruirás a todos los mentirosos, como si hubiera una doble referencia: la del hombre sanguinario y malhechor, por un lado, y la del doloso y mentiroso, por otro. El sanguinario es ejecutor de la iniquidad, el doloso dice mentira. El dolo consiste precisamente en hacer una cosa y simular otra. Por lo demás ha empleado un verbo apropiado: aborrecerá. A las personas aborrecidas se las suele llamar también desheredadas, y observamos que este salmo está dedicado a la que recibe la herencia. Esta exterioriza su satisfacción diciendo: Pero yo, por tu gran bondad en la multitud de tu misericordia, entraré en tu casa. En la multitud de tu misericordia, es quizá una alusión a la multitudde hombres perfectos y felices que se integrarán en aquella ciudad que la Iglesia ahora pare con dolor y va dando vida poco a poco. ¿Quién va cuestionar que esa muchedumbre de hombres regenerados y perfectos hallan expresión adecuada en de ternura y de bondad esa multitud de misericordia de Dios, cuando resulta evidente a todas luces el texto: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo del hombre para visitarle? Entraré en tu casa, dice el pasaje, y entraré como piedra destinada a la construcción. Así lo creo ¿Y qué otra cosa es la casa de Dios sino el templo de Dios del que se ha dicho: El templo de Dios es santo y ese templo sois vosotros? Y la piedra angular de este edificio es aquel hombre asumido porel Poder, coeterno al Padre, y la Sabiduría de Dios.

9. Me postraré ante tu templo santo, lleno de tu temorAnte tu templo quiere decir en las inmediaciones, porque no ha dicho en tu santo templo, sino ante tu santo templo. Leyendo entre líneas vemos que es un pasaje que no se interpreta como perfección, sino como un avance hacia la perfección. La perfección quedaría plasmada en las palabras entraré en tu casa. Pero antes de llegar a este punto, primero dice me postraré ante tu santo templo. Quizá por este motivo añadió lleno de tu temor, porque este temor es la mejor protección de los que caminan hacia la salvación. Cuando alguien ha alcanzado esta meta, ve convertido en realidad un hecho expresado así: El amor consumado elimina el temor, ya que cuando se les haya llevado a lo que ha constituido la meta de las promesas, ya no temen al amigo aquellos a quienes se ha dicho: Ya no os llamo siervos, sino amigos.

10. [v. 9-10] Señor guíame en tu justicia, porque tengo enemigos. Con toda razón ha subrayado aquí su situación de progreso, es decir, su aprovechamiento en el camino hacia la perfección. Aún no se encuentra formalmente en la perfección como lo demuestra el ansia de que le guíen. Con tu justicia, por supuesto. No con la justicia que dimana de criterios humanos. Porque de hecho acontece que devolver mal por mal tiene visos de justicia, pero no de la justicia de aquél de quien se dijo que hace salir su sol sobre buenos y malos. En efecto, cuando Dios castiga a los pecadores no les infiere un mal procedente de sí mismo, sino que los deja solos, abandonados a sus propios males. Mirad, dice: concibió la injusticia, está preñado de trabajos y dio a luz el engaño; cavó y ahondó una fosa y cayó en la fosa que hizo; recaiga su maldad sobre su cabeza, baje su maldad sobre su cráneo. Según eso, cuando Dios castiga a los transgresores de la ley, lo hace en calidad de juez no provocando en ellos un mal que dimana de sí mismo, sino que los relega a sus propias opciones para que completen el colmo de sus miserias. El hombre, en cambio, al devolver mal por mal lo hace con mala intención. Justamente por eso, cuando quiere castigar a un malvado, el primer malvado es él mismo.

11. Endereza mi camino en tu presencia. Está más que claro que se lo confía durante el tiempo en que progresa. Se trata efectivamente de un camino que no consta de distancias físicas. Este camino se recorre a base de sentimientos del espíritu. Endereza mi camino¸ dice, en tu presencia. Es decir, donde no donde no ve hombre alguno, al que no hay que creer ni cuando alaba, ni cuando censura. En realidad los seres humanos no están capacitados para dictaminar sobre la conciencia ajena que es desde donde se endereza el camino hacia Dios. Por eso añadió: Porque en su boca no hay sinceridad. Cuando juzgan o emiten algún dictamen no hay que fiarse de ellos. Por tanto, no nos queda otro recurso que la interioridad de la conciencia y la presencia de Dios. Su corazón es vano. ¿Cómo va a haber sinceridad en su boca, si su corazón va descaminado en cuanto al pecado y al castigo del pecado? La pregunta ¿por qué amáis la falsedad y buscáis el engaño? es una invitación a salir de esta situación.

12. [v. 11] Su garganta es un sepulcro abierto. Se le puede dar a este pasaje un matiz de voracidad. De aquella voracidad causa de que los hombres mienten muchas veces recurriendo a la adulación. La expresión sepulcro abierto es impresionante. Porque esta voracidad tiene siempre las fauces abiertas, sin parangón con los sepulcros, ya que estos se cierran después de dar acogida a los muertos. También cabe otra interpretación referida a aquellos que, mediante ardides y blandos halagos, arrastran hacia sí a quienes, acto seguido, seducen para pecar. Es como si los devoraran al adaptarlos o asimilarlos a sus pautas de comportamiento. Y puesto que a quien esto ocurre es víctima del pecado, sus inductores reciben con toda propiedad el nombre de sepulcros abiertos. Las víctimas de estos, por su parte, son en cierto modo seres inanimados al carecer de la vida de la verdad. Dan acogida a los muertos que ellos mismos han asesinado con palabras capciosas y corazón vano, para luego ir asimilándolos. Con sus lenguas obraban engañosamente. Es decir, con sus malas lenguas. A ello parece referirse el posesivo sus. Pues los malos tienen malas lenguas; o sea, cuando profieren engaños dicen cosas malas. El Señor se dirige a ellos: ¿Cómo pueden ser buenas vuestras palabras siendo vosotros malos?

13. Júzgalos, oh Dios. Que fracasen sus planes. Aquí se trata de una profecía, no de una maldición. No desea que esto ocurra, pero intuye lo que va a ocurrir. Los malvados se ven complicados en este tipo de contingencias, pero ello no es debido, a lo que parece, al deseo del profeta, sino que la conducta de estos individuos es tal que, naturalmente tiene que ocurrirles algo así. Idéntica situación nos refleja el pasaje siguiente: Que se alegren los que esperan en ti. Se trata de una expresión profética, porque prevé que van a alegrarse. Asimismo de modo profético se dice: Despierta tu poder y ven. En efecto, veía que iba a venir. Podría caber otra interpretación del pasaje que fracasen sus planes: que se crea que, mientras fracasan sus planes detestables, lo que más quiere Dios es que se dejen de tales planes. Pero en esta interpretación nos hallamos con un inconveniente, y es el imperativo expúlsalos. Cuando alguien es expulsado por Dios, de ninguna manera se puede interpretar el hecho en sentido positivo. Por eso se entiende que aquellas palabras expresaban una profecía, no hostilidad hacia ellos. Con ellas se indicó lo que inevitablemente va a ocurrirles a cuantos pretenden mantenerse en los pecados objeto de referencia. Que fracasen, pues, sus planes, dice. Que fracasen ante la acusación que contra ellos formulan sus propios pensamientos, ante el testimonio que da su propia conciencia, como dice el Apóstol: y los razonamientos que los acusarán o defenderán el día que se revele el justo juicio de Dios.

14. Expúlsalos por sus muchas impiedades. Es decir, mándalos lejos. Conforme a sus muchas impiedades es un indicio de la magnitud del rechazo de la expulsión. Consiguientemente, sean expulsados los impíos de la herencia de la que se toma posesión mediante la inteligencia y la visión de Dios. Idéntico alejamientosienten los ojos enfermizos ante el brillo de la luz. Lo que para otros ojos es fuente de alegría, para estos es un martirio. Ellos, pues, ni se presentarán por la mañana, ni verán. Esta expulsión supone un castigo tan grande como grande es el premio a que alude el pasaje: Para mí lo bueno es estar junto a Dios. Este castigo está en marcado contraste con la invitación: Entra en el gozo de tu Señor. A estaexpulsión se parece la otra: Echadlo fuera a las tinieblas.

15. Porque te han amargado, Señor. Yo soy, dice, el pan que ha bajado del cieloY: Trabajad por el pan que no se acabaY: Gustad y ved qué bueno es el Señor. Pero a los pecadores les resulta amargo el pan de la verdad. Por eso odian la boca del que dice la verdad. Son ellos los que amargaron a Dios. A fuerza de pecar contrajeron una enfermedad de tal naturaleza que no fueron capaces de ingerir, como si estuviera mezclado con hiel, el alimento de la verdad que constituye el gozo de las almas sanas.

16. [v. 12] Que se alegren todos los que esperan en ti. Naturalmente aquellos que saborearon lo suave que es el Señor. Su júbilo será eterno y habitarás en ellos. El gozo eterno consistirá formalmente en la transformación de los justos en templo de Dios. Y el morador mismo será el gozo de los justos. Y hallarán gloria en ti todos los que aman tu nombre., como haciéndose presente a ellos para que disfruten de lo que aman. El inciso en ti está bien traído, ya que están en posesión, por así decirlo, de la herencia a la que hace referencia el titulo del salmo. Ellos son la heredad de Dios, aquí significada por el pasaje: habitarás en ellos. De este bien quedan excluidos aquellos a quienes Dios echa fuera por razón de sus muchos crímenes.

17. [v. 13] Porque tú bendecirás al justo. Esta bendición consiste en dos cosas: gloriarse en Dios y ser habitado por Dios. Esta santificación es una concesión hecha a los justos, pero para que éstos sean justificados hay una llamada previa que no se debe a los méritos personales, sino a la gracia de Dios. Todos han pecado y tienen necesidad de la gloria de Dios. A los que llamó los justificó, y a los que justificó los glorificó. Y por ser esta llamada algo no imputable a nuestros méritos, sino a la bondad y a la misericordia de Dios, dice acto seguido: Señor, nos has coronado, como con el escudo detu buena voluntad. Naturalmente, la buena voluntad de Dios va por delante de nuestra buena voluntad, con el fin de convocar a los pecadores a la penitencia. Estas son las armas con que se ataca al enemigo contra quien se dice: ¿Quién será el fiscal de los elegidos por Dios? Y, si Dios está a favor nuestro, ¿quién está contra nosotros? Aquel que no perdonó a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros... Si cuando éramos enemigos, Cristo murió por nosotros, mucho más, una vez reconciliados, nos veremos liberados de la ira por su medio. Este es el escudo más arrollador que existe. Con él rechazamos al enemigo que, a fuerza de acumular preocupaciones y tentaciones, va insinuando la desesperanza de la salvación.

18. El salmo globalmente considerado se resume así: primero, plegaria u oración para que le escuchen, desde: Señor, escucha mis palabras, hasta: rey mío y Dios mío. Segundo, profundización en todo aquello que constituye un obstáculo para la visión de Dios, es decir, ser consciente de que la oración ha sido escuchada: desde el pasaje a ti te suplicaré, Señor; por la mañana escucharás mi voz, hasta el pasaje al hombre sanguinario y doloso lo aborrecerá el Señor. Tercero, esperanza de estar un día en la casa de Dios; actual aproximación a ella con temor, antes de llegar a la perfección, que elimina el temor: desde el texto pero yo, en la multitud de tu misericordia hasta el pasaje me postraré ante tu templo santo, lleno de tu temor. Cuarto, avanza y va promocionándose, pero, rodeado de todo aquello que considera como obstáculo, suplica en demanda de una ayuda interior donde ningún hombre ve, para que no le desvíen las malas lenguas: desde el texto Señor, guíame en tu justicia, porque tengo enemigos, hasta con sus lenguas obraban engañosamente. Quinto, profecía sobre el castigo reservado a los impíos, sabiendo que el justo se salvará a duras penas, y premio reservado a los justos que acudieron a la llamada y ya en ruta lo soportaron todo como hombres: desde el pasaje júzgalos, oh Dios, hasta el final del salmo.

Traducción: José Cosgaya García, OSA

domingo, 27 de marzo de 2016

7 PALABRAS DE JESÚS (V)


«¡Tengo sed!»

Tú tienes sed ¿de qué, oh Fuente Viva?
En el manantial quebrado de tu Cuerpo
los ángeles se sacian.
Y todos los humanos
bebemos en tus ojos moribundos
la luz que no se apaga.

Tierra de nuestra carne, calcinada
por todo el egoísmo que brota de la Humanidad,
tienes la sed del Amor que no tenemos,
ebrios de tantas aguas suicidas...

Sabemos, sin embargo,
que será de esa boca, reseca por la sed,
de donde nos vendrá el Himno de la Alegría,
el Vino de la Fraternidad,
¡la crecida jubilosa de la Tierra Prometida!

¡Danos sed de la sed!
¡Danos la sed de Dios!



viernes, 25 de marzo de 2016

VIA CRUCIS- AÑO DE LA MISERICORDIA (III)

Tercera estación: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ 

Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Humanidad caída. Familias resquebrajadas. Sociedades rotas. Fronteras que claman justicia. Cristianos perseguidos con el aplauso orquestado o silencio de aquellos que saben y no quieren hablar; de los que pueden y no quieren hacer. Derechos doblegados, enterrados y pisoteados en numerosos lugares de nuestro mundo. ¡Caídas! ¡Caídas! ¡Caídas y más caídas!

 San Francisco Javier, en su inmenso periplo hacia las indias, tuvo clara una cosa: la caridad no tenía rostro. Mejor dicho, sí que lo tenía: supo ver, comprobar, cuidar, cultivar y amar en todos los abatidos en galeones, hospitales y pueblos el rostro del mismo Cristo.

 Ante las caídas, en este Año de la Misericordia, no nos queda otra que emplear a fondo nuestra capacidad de amar e incluso de perder sueño para que, los que pasan hambre de justicia, de verdad, de honradez, de alegría o de fe encuentren en nosotros un buen despertador que les ayude a levantarse del suelo que los humilla. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Stmo. Xto. del Trabajo, Parroquia del Corpus Christi de Granada. Espinosa Alfambra

http://www.javierleoz.org/Javier%20Leoz/Ciclo%20C%2015-16/Ordinario/Viacrucis%20breve.pdf

miércoles, 23 de marzo de 2016

COMENTARIO AL SALMO 4- SAN AGUSTÍN

SALMO 4

1. [v. 1] Para el fin, salmo cántico de DavidCristo es el fin de la ley, para que la justificación se dé a todo el que cree. Este fin denota perfección, no consumación. Podemos analizar si todo cántico equivale a salmo, o más bien si todo salmo es cántico; si hay algunos cánticos que no caben dentro de la denominación de salmo o algunos salmos que no pueden calificarse de salmos. De todos modos, hay que prestar atención a las Escrituras, no sea que cántico denote alegría. A su vez reciben el nombre salmos los textos que se cantan acompañados del salterio. La historia nos cuenta que el profeta David se sirvió de este instrumento con una gran carga de simbolismo. Pero no es éste el lugar adecuado para tratar estos temas, pues exigen una larga investigación y una exposición prolongada. Vamos a centrarnos ahora en estas palabras introductorias en una doble vertiente: como palabras del Hombre-Señor después de la resurrección, o como palabras del hombre que cree y espera en él dentro de la Iglesia.

2. [v. 2] Cuando le invoqué, me escuchó el Dios de mi justicia. Cuando le invoqué, dice, me escuchó el Dios de quien procede mi justicia. En el aprieto me diste anchura. Desde las congojas que produce la tristeza me condujiste a la anchura de los gozos. Tribulación y congoja sobre todo hombre que comete el mal. No tiene congojas en el corazón, aunque sus perseguidores se las promueven desde fuera, el que afirma: Nos gozamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, hasta el pasaje: el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. En cuanto al cambio de persona, si la transición brusca de la tercera, donde dice escuchó, a la segunda, donde dice me diste anchura, no obedece a razones de variedad o de eufonía, nos causa extrañeza un hecho: por qué trató primero de presentar a los hombres algún indicio de que le habían escuchado, para luego volver a recurrir a quien le estaba escuchando. A no ser que, al indicar cómo le había escuchado en esta anchura del corazón, prefiriera hablar con Dios, para poner también de relieve con esta actitud en qué consiste el ensanchamiento del corazón, es decir, en tener ya a Dios derramado en el corazón, a ese Dios con el que está hablando en intimidad. Este pasaje se aplica personalmente a aquel que recibe la iluminación al creer en Cristo. Pero en lo que respecta a la persona del Hombre-Señor, al que asumió la Sabiduría de Dios, no acabo de ver el ensamblaje o coherencia de este texto. Porque de hecho este Hombre-Señor nunca se vio abandonado de esta Sabiduría. Pero al igual que este ruego suyo es más bien indicio de nuestra debilidad, así también puede que el mismo Señor sea portavoz de sus fieles desde este repentino ensanchamiento del corazón. Él se impuso a sí mismo representarlos también cuando dijo: Tuve hambre y me disteis de comertuve sed y me disteis de beber, etc. Por consiguiente también en este pasaje puede decir me diste anchura en calidad de portavoz de uno de sus pequeñuelos que habla con Dios y que tiene el amor de Dios derramado en el corazón por el Espíritu Santo que se nos ha dado. Ten piedad de mí y escucha mi oración. ¿Por qué vuelve a rogar, si ya ha dado muestras de que le han escuchado y le han dado anchura? ¿Lo ha hecho por nosotros, de quienes se dice: Si esperamos algo que no vemos, con paciencia lo esperamos? ¿O ruega para que en el que ha creído tenga culminación lo que ya tuvo comienzo?

3. [v. 3] Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo vais a ser pesados de corazón? Pase que hayáis persistido en vuestro error, dice, hasta la venida del Hijo de Dios. Pero, ¿por qué seguís siendo pesados de corazón? ¿Cuándo vais a poner coto a vuestras mentiras, si no lo hacéis en presencia de la Verdad? ¿Por qué amáis la falsedad y buscáis el engaño? ¿Por qué pretendéis ser dichosos a base de realidades de porte rastrero? Sólo la Verdad hace dichosos. La Verdad por la que son verdaderas todas las cosas. Lo demás es vanidad de gente frívola y todo vanidad. ¿Qué saca el hombre de todos los trabajos con que se afana bajo el sol? ¿Por qué os quedáis estancados en el amor de las cosas temporales? ¿Por qué vais a la zaga de las realidades ínfimas estimándolas como superiores, si todas ellas son vanidad y mentira? Lo que de hecho estáis anhelando es que todas esas realidades que pasan como la sombra sean estables a vuestro lado.

4. [v. 4] Y sabedlo: el Señor hizo admirable a su santo. ¿A qué santo se refiere sino a aquel a quien resucitó del sepulcro y colocó a su derecha en el cielo? Se trata de un reproche dirigido al género humano para que, de una vez por todas, se aparte del amor de este mundo y se vuelva a él. Y si alguien se siente extrañado de la conjunción copulativa "y" sabedlo, no le costará mucho observar que este tipo de locución bíblica resulta familiar al lenguaje en que se expresaron los profetas. Con relativa frecuencia nos encontramos con pasajes que se inician así: Y le dijo el Señor, y le fue dirigida la palabra del Señor. Esta conjunción copulativa, al no mediar un pasaje anterior que pueda estar en conexión con el siguiente, constituye quizá una sugerencia estupenda para indicar que la expresión oral de la verdad está íntimamente ligada a aquella visión que tiene lugar en el corazón. Aunque, de todos modos, cabe la posibilidad de expresarnos aquí, como en el pasaje anterior: ¿Por qué amáis la vanidad y buscáis el engaño? La expresión está estructurada como para decir: No améis la vanidad ni busquéis el engaño. Redactada así, la expresión que sigue es impecable: Y sabedlo: el Señor hizo admirable a su santo. Pero hay un diapsalma intercalado que constituye un obstáculo para unir las dos proposiciones. Algunos pretenden que se trata de un término hebreo que significa "hágase", otros dicen que es una palabra griega, indicación de intervalo en el canto. Según eso, psalma es lo que se canta, diapsalma es silencio en el canto. Análogamente, se denominasynpsalma a la conjunción de voces en el canto, y diapsalma es la disyunción de estas voces, donde aparece una especie de pausa, como continuación de la disyunción. Sea lo uno o lo otro, o incluso una hipótesis distinta, no hay duda de que lo más verosímil es que el sentido queda interrumpido cuando hay un diapsalma intercalado, quedando el texto siguiente sin vinculación alguna con el anterior.

5. El Señor me escuchará cuando le invoque. Lo que aquí se nos recomienda, a mi modo de entender, es implorar la ayuda de Dios con un gran anhelo en el corazón, es decir, con un grito interior e incorpóreo. En realidad, al igual que hay que felicitarse por la iluminación durante este vida, así hay que orar por el descanso después de la vida. En consecuencia, hay que interpretar este mensaje en una doble vertiente: o aplicándolo a la persona del creyente que evangeliza, o a la persona del mismo Señor. Y hay que hacerlo como si dijera: El Señor os escuchará cuando gritéis.

6. [v. 5] Enojaos y no pequéis. Surgía, en efecto, una objeción: ¿Quién es digno de que le escuchen? ¿Cómo se las arregla el pecador para que su invocación al Señor no sea algo inútil y frustrante? En consecuencia el texto dice: Enojaos y no pequéis. Este pasaje admite una doble posibilidad interpretativa. Primero: aunque os enojéis, no pequéis, es decir, si eventualmente aparece en vosotros ese sentimiento anímico que no es posible controlar y que es culpa del pecado, que al menos la mente racional no dé su consentimiento. Esa mente racional que está regenerada por dentro según Dios de modo que con ella servimos a la ley de Dios, en caso de estar todavía al servicio de pecado según la carne. Segundo: haced penitencia, es decir, enojaos contra vosotros mismos de vuestro pasado pecaminoso, y dejad de pecar. Lo que decís en vuestros corazones, se sobreentiende: decidlo. El sentido completo sería: lo que decís, decidlo en vuestros corazones, es decir, no seáis como aquella gente de quien se dijo: Me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Compungíos en vuestras alcobas. Equivale a lo que ya se ha dicho: en vuestros corazones. Estas son las alcobas donde el Señor nos aconseja que oremos dentro con las puertas cerradas. Compungíos, pues, puede indicar una referencia al dolor de la penitencia, de modo que el alma se duela castigándose para no verse atormentada, tras la condenación por el juicio de Dios, o bien puede ser una referencia a la acción de despertarse, para estar en vela y poder contemplar la luz de Cristo, mediante una especie de estímulos. Por otra parte, hay quien opina que es preferible la lectura abríos a compungíos, porque en el salterio griego se halla el verbo katanughte que es una alusión a aquel ensanchamiento del corazón, destinado a la acogida del amor derramado por el Espíritu Santo.
7. [v. 6-7] Ofreced el sacrificio de justicia y esperad en el Señor. Idéntica expresión se halla en otro salmo: Sacrificio para Dios es un espíritu quebrantado. Por eso no resulta un disparate considerar que ese sacrificio de justicia es el mismo quese realiza a través de la penitencia. ¿Hay algo más justo que el hecho de que cada cual se enoje por sus propios pecados y no por los ajenos y que se sacrifique ante Dios aplicándose un castigo? ¿O es que el sacrificio de justicia son las obras justas subsiguientes a la penitencia? El diapsalma intercalado nos insinúa tal vez ?no es absurdo pensarlo- un tránsito de la vida vieja a la vida nueva. De este modo, una vez extinguido, o al menos debilitado el hombre viejo por medio de la penitencia, se ofrece a Dios un sacrificio de justicia en consonancia con el renacimiento del hombre nuevo. Esto ocurre cuando el alma misma, ya purificada y limpia, se ofrece formalmente y se sitúa en el altar de la fe para verse rodeada del fuego divino, es decir, del Espíritu Santo. Por consiguiente, el sentido es éste: Sacrificad el sacrificio de justicia y esperad en el Señor, o sea, vivid bien y esperad el don del Espíritu Santo para que la verdad en que habéis creído os ilumine.

8. [v. 7] De todos modos, este esperad en el Señor está expresado de una manera un tanto misteriosa. ¿Cuál es el objeto de la espera, sino el bien? Pero como cada cual pretende pedirle a Dios el bien que ama, y como, por otra parte, no resulta nada fácil encontrar personas que amen los bienes interiores, o sea, tocantes al hombre interior -los únicos que hay que amar, porque del resto sólo hay que hacer uso para subvenir las necesidades perentorias, no para recabar gozo-, tras haber dicho esperad en el Señor, sorprendentemente añadió: Hay muchos que dicen: ¿quién nos hará ver el bien? Este apóstrofe y esta pregunta se la formulan a diario todos los tontos y malvados por dos motivos: primero, porque anhelan la paz y la tranquilidad de la vida mundana y no la encuentran a causa de la degeneración de la raza humana, teniendo al mismo tiempo la osadía de criticar la situación real del mundo cuando, arropados en sus propios merecimientos, estiman que cualquier tiempo pasado fue mejor. Segundo, cuando dudan o desesperan de la vida futura que nos está prometida y repiten con machaconería: ¿Quién sabe si todo eso es verdad? ¿Quién ha vuelto de entre los muertos para decirnos que todo eso es así? De manera espléndida, pero en síntesis, el profeta ha puesto de relieve a los que tienen una visión interior cuáles son los bienes que deben constituir objeto de su búsqueda, dando respuesta a la pregunta de aquellos que dicen: ¿quién nos hará ver el bien? Y sigue diciéndoles: La luz de tu rostro, Señor, está grabada en nosotros. Esta luz es el bien total y auténtico del hombre, oculta a los ojos, pero visible a la razón. Y dijo grabada en nosotros, usando el símil de las monedas, que llevan acuñada la efigie del rey. En efecto, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, pero la echó a perder con el pecado. Por tanto, el bien verdadero y eterno del hombre es troquelar esa moneda mediante la regeneración, o sea, volviendo a nacer. Creo, por lo demás, que viene como anillo al dedo lo que algunos observaron muy sagazmente, esto es, lo que dijo el Señor al inspeccionar la moneda del César: Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Viene a ser algo así: lo mismo que el César os exige las monedas troqueladas con su imagen, lo propio hace Dios. Al igual que al primero hay que darle su moneda, así a Dios hay que darle el alma iluminada y acuñada con la luz de su rostro. Has puesto en mi corazón la alegría. No deben buscar fuera esta alegría quienes, siendo aún pesados de corazón, aman la falsedad y buscan el engaño. Deben buscarla dentro, donde está grabada la imagen de tu rostro. Cristo habita en el hombre interior, en expresión del Apóstol. Competencia de Cristo es ver la verdad, pues fue él quien dijo: Yo soy la verdad. Por otra parte, cuando Cristo hablaba en el Apóstol, al decir éste: ¿Es que andáis buscando la prueba de que Cristo habla por mí?, por supuesto que no hablaba fuera, sino en el corazón mismo, es decir, en aquella estancia donde hay que orar.

9. [v. 8-9] Pero los hombres que van en pos de las realidades temporales -y realmente son muchos-, al no ser capaces de ver dentro de sí mismos los bienes auténticos y garantizados, no saben sino repetir: ¿Quién nos hará ver el bien? Por eso se expresa así en el siguiente pasaje: Desde la campaña de su trigo, de su vino y de su aceite se han multiplicado. No está de más el posesivo su, ya que también hay un trigo de Dios, pues es el pan vivo bajado del cielo. También hay un vino de Dios: Se embriagarán con la abundancia de tu casa. Y hay un aceite de Dios, del que se dice: Me unges la cabeza con aceite perfumado. Todo este montón de personas que dicen: ¿Quién nos hará ver el bien?, sin ver que el reino de Dios está dentro de ellos, se han multiplicado a partir de las campañas de su trigo, de su vino y de su aceite. Pero multiplicación no siempre equivale a abundancia. No es raro que muchas veces signifique escasez. El alma entregada a los placeres temporales está continuamente devorada por los apetitos y es incapaz de saciarse. Por otra parte, distorsionada por múltiples pensamientos raquíticos, se ve imposibilitada para ver el bien puro y simple. Le pasa lo que a aquella otra: Un cuerpo corruptible hace pesada el alma y esta choza de barro oprime el espíritu que piensa en múltiples cosas. Esta alma, en medio del acabamiento y reemplazo de los bienes temporales, es decir, desde las campañas de su trigo, de su vino y de su aceite, invadida de fantasías sin cuento, se ha multiplicado de tal modo que se siente incapacitada para hacer lo que está mandado: Pensad rectamente del Señor y buscadle con simplicidad de corazón. En efecto, esta simplicidad es el polo opuesto de aquella sencillez o simplicidad. Por eso, dejando a un lado a todos aquellos que son del montón y que se han multiplicado sobre la base del apetito de realidades temporales, y que andan repitiendo ¿quién nos hará ver el bien?, ese bien, no hay que buscarle con los ojos fuera, sino dentro, en la sencillez del corazón. Entonces es cuando el hombre creyente salta de gozo diciendo: En paz me iré a dormir y enseguida me sumiré en el sueño. De este tipo de creyentes se espera un extrañamiento total de las realidades mortales y un olvido de las miserias de este siglo. Extrañamiento y olvido que hallan expresión profética adecuada en las palabras dormir y sueño allí donde ningún ruido puede perturbar la paz suprema. Pero en esta vida no somos beneficiarios de esta paz; tenemos que esperar a disfrutar de ella después de la muerte. Las expresiones en tiempo futuro nos lo dicen bien a las claras. El texto no dice: "Me dormí y me sumí en el sueño", ni "duermo y me sumo en el sueño" sino me iré a dormir y me sumiré en el sueño. Será entonces cuando este cuerpo corruptible se revestirá de incorruptibilidad y este cuerpo mortal se revestirá de inmortalidad. Será entonces cuando la muerte quedará absorbida por la victoria. Precisamente en esto se basan aquellas palabras: Si esperamos algo que no vemos, con paciencia lo esperamos.

10. [v. 10] Por todo ello, en un contexto coherente, concluye: Porque tú, Señor, de un modo singular has hecho que yo viva en la esperanza. No ha dicho harás, sino hiciste. Consiguientemente, en quien existe esta esperanza, existirá también el objeto o contenido de esta esperanza. La expresión de modo singular está bien traída. Puede constituir un argumento válido contra el montón de los que, multiplicados desde las campañas de su trigo, de su vino y de su aceite, andan diciendo ¿quién nos hará ver el bien? Esta multiplicidad es algo perecedero, mientras que la singularidad la detentan los santos de quienes se dice en los Hechos de los Apóstoles: El numeroso grupo de creyentes tenía un alma sola y un solo corazón. Por tanto, si lo que realmente anhelamos es unirnos al único Dios y Señor nuestro, tenemos la obligación de ser singulares y simples, es decir, separados de la multitud y del montón de las cosas que nacen y mueren, enamorados de la eternidad y de la unidad.

Traducción: José Cosgaya García, OSA

domingo, 20 de marzo de 2016

7 PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ (IV)



«Dios mío, Dios, mío, ¿por qué me has abandonado?»

Todos nuestros pecados
se hacen hematoma en tu Carne, oh Verbo.
Todos nuestros rictus te deforman el Rostro.
En tu soledad se refugian
todas las soledades de la Historia Humana...

En tu grito vencido
(¡misteriosa victoria!)
detonan, oh Jesús, todos nuestros gritos ahogados,
todas nuestras blasfemias...
-Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué nos abandonas
en la duda, en el miedo, en la impotencia?
¿Por qué te callas, Dios, por qué te callas
delante de la injusticia,
en Rio o en Colombia,
en Africa, en el mundo,
ante los tribunales o en los bancos...?
¿No te importan los hijos que engendraste?
¿No te importa tu Nombre?

Es la hora de las tinieblas, del silencio del Padre,para su Hijo.
Es la hora de la fe, oscura y desnuda,
del silencio de Dios, para todos nosotros...

Santo Crucifijo de San Agustín, Convento del Santo Ángel Custodio de Granada. Jacopo Florentino




viernes, 18 de marzo de 2016

VIA CRUCIS- AÑO DE LA MISERICORDIA (II)

Segunda estación: JESÚS CARGA CON LA CRUZ 

Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

 San Vicente de Paul, en pleno siglo XVI, llegó a decir: “Para morir como Jesucristo hay que vivir como Jesucristo” “Señor; si tú estuvieras en mi lugar, qué harías en esta ocasión?” “Tendríamos que vendernos a nosotros mismos para sacar a tantas personas de la miseria” 

¿Cruz pequeña o grande? ¿Pesada o ligera? ¿Para siempre o a días? ¿En el pecho o en la vida? Interrogantes que, en este Año de la Misericordia, exigen respuestas. Jesús, como siempre, sale al encuentro de las miserias de nuestro mundo. Infelicidades que, en muchos momentos, confundimos con grandezas. Escaparates que nos parecen paraísos y, verdades, que de repente nos parecen mentiras. ¿Cuáles son las periferias de las que, constantemente, nos habla el Papa Francisco? No hay que irse muy lejos para ser bueno y, mucho menos, cruzar el océano para llevar una cruz. Santos y no santos, pero gente buena, han tocado la miseria humana, la han abrazó y la han dignificado allá donde Dios les llevó en cada momento. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Ntro. Padre Jesús del Gran Poder, Parroquia de S. Gil y Sta. Ana de Granada. Ramos Corona

http://www.javierleoz.org/Javier%20Leoz/Ciclo%20C%2015-16/Ordinario/Viacrucis%20breve.pdf

miércoles, 16 de marzo de 2016

COMENTARIO AL SALMO 3- SAN AGUSTÍN

SALMO 3

1. [v. 1] Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón. El pasaje yo me acosté y me quedé dormido, y me levanté porque el Señor me acogerá, nos induce a pensar que este salmo hay que aplicarlo a la persona de Cristo. Sus resonancias, en efecto, hacen una alusión coherente a la pasión y resurrección del Señor. Gozan, asimismo, de prioridad sobre la historia en que se nos cuenta la huída de David ante su hijo Absalón que se había levantado en armas contra su padre. Por otra parte, al aplicarse a los discípulos de Cristo el texto los hijos del novio no ayunan mientras está con ellos el novio, no tiene nada de extraño que este hijo impío sea personificación del discípulo impío que le traicionó. Existe la posibilidad de una aplicación histórica basada en el hecho de la huída de David de su hijo Absalón cuando, tras la insurrección de éste, David se echó con los demás al monte. Espiritualmente es, asimismo, aplicable al momento en que el Hijo de Dios, es decir, el Poder y la Sabiduría de Dios, abandonó a su suerte la mente de Judas, que el diablo conquistó en su totalidad, a tenor de la Escritura: Y el diablo entró en su corazón. Es una interpretación acertada decir que Cristo huyó de Judas no porque Cristo se replegara ante el diablo, sino porque el diablo tomó posesión de Judas, al retirarse Cristo. Creo, por lo demás, que esta retirada recibe en el salmo la calificación de fuga por razones de urgencia. Urgencia que se explica con las palabras del Señor: Lo que has de hacer, hazlo pronto. Nosotros mismos, en nuestro lenguaje coloquial, nos expresamos de modo parecido. Cuando algo no acaba de venirnos a la memoria, decimos "se me ha ido de la cabeza". También cuando nos referimos a una persona bien informada, solemos decir: "no se le escapa ni un detalle". Según eso, la verdad huyó de la mente de Judas cuando dejó de iluminarla. Absalón, según algunos intérpretes, se traduce como "paz del padre" Y realmente sentimos extrañeza ante la interpretación como paz del padre tanto en la historia de los reyes, cuando Absalón declaró la guerra al suyo, como en el relato neotestamentario cuando Judas traicionó al Señor. Pero los que leen estos libros sagrados con detenimiento observan que David se reconcilió con su hijo. Y, con grandes muestras de dolor, le lloró muerto, diciendo: Absalón, hijo mío, ¡quién me diera haber muerto yo en tu lugar! En el relato neotestamentario se patentizan bien a las claras aquella paciencia y aguante extraordinarios del Señor que le soportó durante tanto tiempo como si fuera bueno, no ignorando sus pensamientos cuando le admitió al banquete en que confió y entregó a sus discípulos el símbolo y realidad de su cuerpo y de su sangre, y cuando, finalmente, recibió el beso de la traición. Por todo ello se ve palmariamente que Cristo le ofreció la paz a su traidor, aunque éste se viera deshecho por las guerras intestinas de su criminal proyecto. Consiguientemente, el nombre de Absalón se interpreta como paz del padre, porque era el padre quien disfrutaba de una paz que él no tenía.

2. [v. 2-3] Señor, ¡cómo se han multiplicado mis atormentadores! Se multiplicaron hasta tal punto que, incluso en la lista de los discípulos de Cristo, no faltó quien engrosara las filas de los perseguidores. Muchos son los que se alzan contra mí. Son muchos los que dicen a mi alma: ya no le salva su Dios. Es evidente que, si no hubieran perdido la esperanza de que iba a resucitar, no le habrían matado. Un argumento válido de esta actitud lo constituyen aquellas expresiones: Si es Hijo de Dios, que baje de la cruz, y: Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Según esto, ni siquiera Judas le habría traicionado, de no haber engrosado la lista de los que despreciaban a Jesús diciendo: Ya no lo salva su Dios.

3. [v. 4] Pero tú, Señor, eres quien me ha asumido. Estas palabras están dirigidas a Dios en cuanto hombre, porque la asunción del hombre es la Palabra hecha carne. Mi gloria: también llama a Dios gloria suya aquel a quien la Palabra de Dios asumió de tal manera que llegó a ser Dios con ella y a la vez que ella. Que aprendan los orgullosos, a quienes no les gusta que les digan: ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si de hecho lo has recibido, ¿a qué tanto orgullo, como si nada hubieras recibido? El que me hace levantar la cabeza. Creo que este pasaje se refiere a la mente humana a la que, sin incurrir en ningún absurdo, se la denomina cabeza del alma. Esta mente humana hasta tal punto quedó inserta y en cierto modo vinculada a la sublimidad de la Palabra que asumió al hombre, que ésta no la abandonó ni siquiera en medio de las grandes humillaciones de la Pasión.

4. [v. 5] Grité con mi voz al Señor. No se refiere al grito corporal quese exterioriza mediante el ruido que azota el aire, sino al grito del corazón, silencioso para los hombres. Sin embargo, ante Dios esta voz suena como un grito. Con esta voz fue escuchada Susana, y el mismo Señor mandó que se orara con esta voz dentro del cuarto bien cerrado, es decir, en la intimidad del corazón, sin alborotos. Por lo demás, a nadie le resultará fácil afirmar que la oración es de más corto alcance cuando no se profiere ningún sonido de palabras articuladas. Porque, incluso cuando en silencio oramos en el corazón, caso de que se interpongan pensamientos extraños a los sentimientos del queora, no se puede decir: Grité con mi voz al Señor. Tampoco es razonable decir tales palabras sino cuando se le habla al Señor donde sólo élescucha, sin hacer que aflore nada carnal ni relativo a los afectos carnales. También se le da el nombre de clamor en base al poder de la intención misma. Y él me escuchó desde su monte santo. Cierto que el profeta nos ha dicho que este monte es el Señor mismo, a tenor de lo expresado: Una piedra no manualmente cortada creció hasta convertirse en un gran monte. Pero el pasaje no puede considerarse aplicado a la persona del Señor, a no ser que eventualmente quisiera decir lo que sigue: Me ha escuchado de mí mismo, es decir, algo así como desde su monte santo, al habitar en mí, es decir, en el monte mismo. Pero me parece más obvio y más fácil interpretarlo en el sentido de que quien escuchó fue Dios desde su justicia. La razón estriba en que era justo que resucitara de entre los muertos a la víctima inocente, a la que devolvieron males a cambio de bienes, y que les diera su merecido a los perseguidores. De hecho leemos: Tu justicia es como los montes de Dios.

5. [v. 6] Yo dormí y quedé sumido en el sueño. No hay inconveniente alguno en admitir que el yoestá puesto para dar a entender que soportó la muerte por su propia voluntad, según el pasaje: Por eso me ama mi Padre, porque yo me desprendo de mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita. En mi mano está desprenderme de ella y en mi mano volver a recobrarla. Por consiguiente, dice, vosotros no me capturasteis ni me matasteis contra mi voluntad, sino que yo dormí y me sumí en el sueño y me levanté porque el Señor me sostendrá. Son incontables las veces que en la Escritura se toma el sueño por la muerte. Así, por ejemplo, el Apóstol: Hermanos, no queremos que sigáis en la ignorancia respecto de los que duermen. Y no hay necesidad de andar preguntando por qué ha agregado me sumí en el sueño, pues ya lo hemos dicho con anterioridad en la expresión yo me dormí. Este tipo de repeticiones es de uso corriente en la Escritura. Al comentar el Salmo 2 ya hemos puesto de relieve algunas. Por otra parte, hay algunos códices que presentan la lectura yo me dormí y me quedé traspuesto. Otros presentan otras lecturas, de acuerdo con la interpretación que dieron al texto griego egw de ekoimhqhn ka? upnwsa. A no ser que, de manera eventual, el dormir se aplique al que muere y el sueño al que ya está muerto, de modo que el dormirse sea un estadio transitorio previo al sueño, al igual que el despertarse es un estadio transitorio previo a la vigilia. No pensemos que estas repeticiones de los libros divinos son meros adornos verbales sin contenido. Una buena interpretación del pasaje yo me dormí, quedé sumido en el sueño es ésta: Yo me dejé llevar a la Pasión, y acto seguido vino la muerte. Y me levanté porque el Señor me sostendrá. Hay que caer en la cuenta, además, de cómo en un mismo pasaje intercaló dos verbos, uno en pretérito y otro en futuro. Y me levanté, dijo en pretérito. Y me sostendrá, dijo en futuro, cuando el acto de levantarse no sería posible sin le faltase ese sostén. Por otra parte, en la profecía existe todo un conglomerado de futuros y pretéritos, y unos y otros tienen sentido. En efecto, las cosas venideras que son objeto de profecía son futuras cronológicamente hablando, pero, según la ciencia de los profetas, hay que considerarlas como algo real y efectivo. Por lo demás, también hay verbos intercalados que están en presente. Los estudiaremos cuando se presente el caso.

6. [v. 7] No temeré al pueblo que por miles acampa alrededor de mí. En el evangelio consta por escrito que una gran multitud de gente estaba a su alrededor en la pasión y en la crucifixión.¡Levántate, Señor! ¡Sálvame, Dios mío! Este levántate no va dirigido a Dios dormido o acostado, pero es habitual en las divinas Escrituras atribuir personalmente a Dios las operaciones que é1 realiza en nosotros. Esto no ocurre siempre y de manera indiscriminada, sino cuando existe la posibilidad de decirlo de manera coherente. Por ejemplo, al expresar que es él quien habla cuando por don suyo hablan los profetas, los apóstoles, o cualquier mensajero de la verdad. Tal es la interpretación del pasaje paulino: ¿Es que pretendéis que os dé una prueba de que Cristo habla por mí?17Vemos, en efecto, que no dice: de aquel por cuya iluminación o por cuyo mandato hablo, sino que en términos absolutos atribuye la conversación a aquél por cuyo don hablaba Pablo.

7. [v. 8] Porque golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo. Este texto no hay que analizarlo como si formara un todo con el anterior: Levántate, Señor, sálvame, Dios mío, porque golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo. La razón de que Dios le salva no es el golpe infligido a sus enemigos. Es justamente lo contrario: una vez que lo ha salvado a él, los golpeó a ellos. El pasaje está referido más bien al contexto subsiguiente. El sentido sería éste: Porque golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo, rompiste los dientes de los pecadores. Es decir, rompiste los dientes de los pecadores, porque golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo. No cabe duda de que el castigo de los antagonistas es verse con los dientes rotos. Es decir, que las palabras de los pecadores que desgarraban con sus insultos al Hijo de Dios han quedado reducidas al puro vacío, convirtiéndose poco menos que en polvo. Según esto, existe una equivalencia entre los dientes y las palabras insultantes. A estos dientes se dirige el Apóstol, echándoles en cara: Si os seguís mordiendo unos a otros, cuidado no os destrocéis mutuamente. Los dientes de los pecadores pueden equipararse también a los príncipes de los pecadores. A las órdenes de éstos, uno se ve disociado del grupo de los que viven bien, y en cierto modo incorporado a los que viven mal. Como contrapunto de estos dientes, aparecen los dientes de la Iglesia, bajo cuya autoridad los creyentes se ven radicalmente apartados del error de los gentiles y de las doctrinas heterogéneas y se ven trasvasados a ella que es el cuerpo de Cristo. A Pedro se le insinuó que comiera con estos dientes animales sacrificados, es decir, que matara en los gentiles lo que eran y lo asimilara en lo que era él. De estos dientes de la Iglesia se dice: Tus dientes son como un rebaño de ovejas esquiladas que salen del baño. Todas tienen mellizos y no hay entre ellas estéril. Tales son los que dan buenas órdenes y viven de acuerdo con ellas, los que llevan a la práctica el consejo: Brillen vuestras obras ante los hombres para que bendigan a vuestro Padre del cielo. Estimulados por su autoridad, los hombres creen en Dios que habla y obra a través de ellos, y separados del siglo al que se habían amoldado, pasan a ser miembros de la Iglesia. Por eso, aquéllos por cuya mediación se realiza esta acción se llaman con propiedad dientes semejantes a ovejas esquiladas. En efecto, se han desprendido del lastre de las preocupaciones terrenales, y saliendo del lavadero, de hacer la colada de las inmundicias del siglo mediante el sacramento del bautismo, todos tienen mellizos porque, al amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, y al prójimo como a sí mismos, llevan a la práctica los dos mandamientos de los que se ha dicho: De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los profetas. Entre ellos no hay nadie que sea estéril, ya que producen estos frutos para Dios. En este sentido es como hay que interpretar rompiste los dientes de los pecadores, es decir, llevaste al fracaso a los príncipes de los pecadores golpeando a los que se me oponían sin razón. Según el relato evangélico, fueron los príncipes los que le persiguieron, mientras las masas y el pueblo sencillo le colmaban de honores.

8. [v. 9] Del Señor viene la salvación y tu bendición sobre tu pueblo. En un mismo pasaje ordenó lo que han de creer los hombres y oró por los creyentes. En efecto, cuando se dice que la salvación viene del Señor, este mensaje tiene como destinatarios a los hombres. Pero, si sigue con las palabras: y tu bendición sobre tu pueblo, no es para que se entienda que la frase entera está dirigida a los hombres; al contrario, esta oración va destinada personalmente a Dios en favor del mismo pueblo al que se le ha dicho: Del Señor viene la salvación. ¿Y qué quiere expresar sino que nadie haga alardes de tipo personal? Salvar a uno de la muerte del pecado es competencia exclusiva del Señor, pues ¡Desgraciado de mí! ¿quién me librará de este cuerpo, portador de la muerte? La gracia de Dios por Jesucristo Señor nuestro. Y tú, Señor, bendice a tu pueblo que espera de ti la salvación.

9. [v. 10] Este salmo también puede interpretarse con referencia a la persona de Cristo, pero desde otra clave, a saber, entendiendo que en él habla el Cristo entero. Me refiero al Cristo entero, esto es, con su cuerpo del que Él es cabeza, en expresión del Apóstol: Vosotros sois cuerpo de Cristo y sus miembros. Consiguientemente, él es la cabeza de este cuerpo. Por eso dice en otro pasaje:Obrando la verdad en el amor, sirviéndonos de todo, crezcamos en él que es la cabeza, CristoDe él viene que el cuerpo entero sea algo compacto y cohesionado. Por consiguiente, en el profeta los que hablan simultáneamente son su Iglesia y su cabeza, iglesia establecida por todo el orbe de la tierra en medio de las borrascas de las persecuciones. De este hecho ya tenemos constancia: Señor, ¡cómo se han multiplicado mis atormentadores! Son muchos los que se alzan contra mí con enormes ganas de erradicar el nombre cristiano. Son muchos los que dicen a mi alma: Ya no le salva su Dios. Es un hecho cierto que no tienen explicación sus esperanzas en la posibilidad de erradicar la Iglesia, expansionada ya en tales proporciones, de no estar realmente convencidos de que ella no era el centro de los cuidados de Dios. Pero tú, Señor, eres quien me ha asumido: en Cristo, por supuesto. Pues en aquel Hombre, la Iglesia fue también asumida por la Palabra que se hizo carne y acampó entre nosotros, haciendo asimismo que nos sentemos en el cielo junto a ella. Cuando la cabeza va por delante, sigue a continuación el resto de los miembros.En efecto, ¿quién nos apartará del amor de Cristo? Por eso la Iglesia proclama con toda razón: Tú eres quien me ha asumido y mi gloria. La Iglesia no se atribuye a sí misma su elevado rango al comprender que, debido a la gracia y a la misericordia de Dios, ella es lo que es. Y el que hace levantarse a mi cabeza. O sea, al mismo que, en calidad de primogénito de los muertos, subió al cielo. Grité con mi voz al Señor y me escuchó desde su monte santo. Esta es la oración de todos los santos, el olor de suavidad que sube a la presencia del Señor. En efecto, ya es escuchada la Iglesia desde este monte que es a la vez su cabeza. Ya es escuchada desde aquella justicia de Dios que realiza la liberación de los que ella elige y el castigo de los que los persiguen. Que también el pueblo de Dios diga: Yo me dormí y quedé sumido en el sueño, y me levanté porque el Señor me sostendrá, a fin de unirse y adherirse a su Cabeza. Efectivamente, ha sido a este pueblo al que se le ha intimado: Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo te tocará. Porque este pueblo ha sido tomado de entre los pecadores, de los que globalmente se dice: Los que duermen, duermen de noche. Que el pueblo de Dios diga también: No temeré al pueblo que por miles acampa a mi alrededor: a los gentiles que me bloquean con el objeto de erradicar en todo el mundo, si posible fuera, el nombre cristiano. ¿Y cómo iban a temerlos, si la llama de la caridad iba avivándose con el combustible de la sangre de los mártires de Cristo? Levántate, Señor. Sálvame, Dios mío. El cuerpo puede decirle esto a su misma cabeza, pues se salvó al resucitar ésta, que subió a las alturas y, llevándose cautiva la cautividad, repartió dones a los hombres. Es esto mismo lo que recalca el profeta teniendo a la vista la predestinación: aquella mies madura de que se habla en el evangelio, depositó en tierra a nuestro Señor. La salvación de esta mies se basa en la resurrección de aquel que se dignó morir por nosotros. Golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo, rompiste los dientes de los pecadores. Una vez que comenzó a reinar la Iglesia, los enemigos del nombre cristiano se vieron lastimados y desorientados, y tanto sus palabras maldicientes como su poder quedaron hechos añicos. Creed, pues, hombres, que del Señor viene la salvación, y tú,Señor, haz que tu bendición venga sobre tu pueblo.

10. [v. 11] Cuando, siguiendo la ley del pecado, el tropel de vicios y pasiones lleva a remolque a la mente racional que les ofrece resistencia, cada uno de nosotros puede decir: Señor, ¡cómo se han multiplicado mis atormentadores!: Son muchos los que se alzan contra mí. Y puesto que, con relativa frecuencia, con la acumulación de los vicios va insinuándose la desesperación de sanarse, contemplando cómo los vicios van enseñoreándose del alma, o incluso viendo cómo trabajan el diablo y sus ángeles a base de sugerencias perniciosas para que perdamos la esperanza, se expresa con sinceridad: Muchos son los que le dicen a mi alma: Ya no la salva su Dios. Pero tú Señor, eres quien me ha asumido. La esperanza, pues radica en un hecho: en haberse dignado Dios asumir enCristo la naturaleza humana. Mi gloria: partiendo de aquella pauta de comportamiento de que nadie se atribuya nada a sí mismo. El que levanta mi cabeza: referencia a aquél que es cabeza de todos nosotros, o al espíritu de cada uno de nosotros, que es la cabeza del alma y de la carne, ya que el hombre es cabeza de la mujer y Cristo es cabeza del hombre. La mente racional es enaltecida cuando uno puede ya decir: Yo con mi mente estoy al servicio de la ley de Dios, para que el resto del hombre quede subordinado y sosegado, puesto que en la resurrección de la carne la muerte quedará absorbida por la victoria. Con mi voz le grité al Señor: con aquella voz íntima, llena de vigor. Y me escuchó desde su monte santo: desde aquél por cuya mediación vino en ayuda nuestra y, aprovechando su calidad de mediador, nos escucha. Yo me dormí y quede sumido en el sueño, y me levanté porque el Señor me acogerá. ¿Hay alguien que no pueda decir esto de los creyentes al recordar la muerte de sus pecados y el don de la regeneración? No temeré al pueblo que por miles acampa a mi alrededor. Además de aquellas que universalmente padece y padeció la Iglesia, todo el mundo tiene sus tentaciones. Al verse sitiado por ellas, su oración será: Levántate, Señor. Sálvame, Dios mío. Es decir, haz que me levante, porque tú has golpeado a todos los que se me oponían sin motivo. En clave de predestinación, esto se aplica con toda propiedad al diablo y a sus ángeles, que se ensañan no sólo en el cuerpo entero de Cristo, sino en todos y cada uno de sus miembros en particular. Rompiste los dientes de los pecadores. Cada cual tiene sus maldicientes. Además, todo el mundo cuenta con promotores de vicios que tratan de desvincularle del cuerpo de Cristo. Pero del Señor viene la salvación. Hay que evitar el orgullo y decir: Mi alma se ha unido a ti36. Y tu bendición sobre tu pueblo, es decir, sobre cada uno de nosotros.

Traducción: José Cosgaya García, OSA

domingo, 13 de marzo de 2016

7 PALABRAS DE JESÚS (VII)


 «¡Padre, en tus manos entrego mi Espíritu!»

Gloria de su Gloria, Dios de Dios,
de siempre igual a El,
Tú has venido del Padre.
Y ahora al Padre vuelves
desde nosotros, igual a nosotros,
Dios y Hombre para siempre.

En el seno del Espíritu
el Padre te acoge, Hijo Bienamado,
Amén de su Amor ya satisfecho.

La Muerte ha sucumbido en tu Muerte
como un fantasma inútil, para siempre.
Y en tus Manos reposan nuestras vidas,
vencedoras de la muerte, a su hora.
En tu Paz descansa esperanzada
nuestra agitada paz.

Descansa en Paz, por fin,
en la Paz del Padre, eterna,
Tú que eres ¡nuestra Paz!

Cristo de la Redención, Iglesia de María Auxiliadora (Salesianos) de Granada


LAS 7 PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ (III)



 «¡Mujer, he ahí a tu Hijo! ¡He ahí a tu madre!»

Por causa de ese Hombre, el más totalmente humano,
¡tú eres la bendita entre todas las mujeres!
Madre de todas las madres, dulce Madre nuestra,
¡por causa de ese Hijo, hermano de todos!

¡Hagamos casa, pues, oh Madre!
¡Hagamos la familia de todas las familias de todas las naciones!
A cuenta de esa Carne, hermana de toda carne,
destrozada en la cruz, Hostia del mundo.

Cansados o perdidos,
necesitamos, Madre, tu agasajo,
sombra clara de Dios en toda cruz humana,
divina canción de cuna en todo humano sueño.

Queremos ser discípulos amados,
¡oh Maestra del Evangelio!
Queremos ser herederos de Jesús,
oh Madre, ¡vida de la Vida!

En ese cambio de hijos,
tú sabes bien, María,
que nos ganas a todos y no pierdes el Hijo
ya de vuelta a su Padre,
para esperarnos con la Casa pronta.

Cristo de los gitanos de la Abadía del Sacromonte de Granada. José Risueño



viernes, 11 de marzo de 2016

VIA CRUCIS- AÑO DE LA MISERICORDIA (I)

Primera estación: JESÚS CONDENADO A MUERTE 

Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Cuántas de nuestras entregas están mediatizadas por el entorno. Salir al encuentro de los demás, en muchas ocasiones, exige olvidarnos de nosotros mismos y –a menudo- apartar aquellas monedas que son las ideas o los prejuicios que debilitan y paralizan nuestra vida espiritual.

San Francisco de Asís al regresar de un viaje de Oriente se sintió como un fracasado al encontrar su Orden en un estado lamentable. Sólo, cuando vio a Dios en todo lo que hacía y tocaba, le llevó a decir constantemente en su obra de renovación: “Francisco, Dios existe y eso basta”. Y la paz y la alegría volvieron a su alma. Supo que toda acción, aun con pruebas y fracasos aparentes, siempre están iluminadas y garantizadas por un responsable principal que es Dios.

 Entregarse o no entregarse. Darse o replegarse. Abrirse o cerrarse. Amar o amarse. ¿Con cuál de estas dos opciones te quedas? ¿Por qué apuestas? Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Jesús Despojado de la Parroquia de San Emilio de Granada. Ramos Corona



http://www.javierleoz.org/Javier%20Leoz/Ciclo%20C%2015-16/Ordinario/Viacrucis%20breve.pdf

miércoles, 9 de marzo de 2016

COMENTARIO AL SALMO 2- SAN AGUSTÍN

SALMO 2

1. [v. 1-2] ¿Por qué se amotinaron las naciones, y los pueblos hicieron proyectos vanos? Se aliaron los reyes de la tierra, y los caudillos tramaron un complot contra el Señor y contra su Ungido. Ese interrogante por qué denota la inutilidad de este gesto. Porque de hecho no alcanzaron sus objetivos: acabar con Cristo. El texto se aplica a los perseguidores del Señor mencionados también en los Hechos de los Apóstoles1.

2. [v. 3] Rompamos sus coyundas y sacudámonos su yugo. Aun contando con que existan otras posibilidades interpretativas, lo más indicado es aplicar este texto a aquellos a quienes acaba de decir que hicieron proyectos vanos. Lógicamente, rompamos sus coyundas y sacudámonos su yugo viene a decir: hagamos todo lo posible por que no nos eche el lazo, ni la religión cristiana sea algo que se nos imponga.

3. [v. 4] El que habita en el cielo se reirá de ellos y el Señor se burlará de ellos. Es una expresión iterativa. A la expresión el que habita en el cielo le corresponde la expresión paralela el Señor. Y a la expresión verbal se reirá le sigue paralelamente la expresión se burlará. De todos modos, nada de esto debe interpretarse en sentido materialista, como si Dios estuviera dotado de carrillos para reírse o de nariz para hacer burla. Lo que hay que poner de relieve en este pasaje es esa energía que confiere a sus santos. Al vislumbrar estos santos lo que está por venir, o sea, el nombre de Cristo y su señorío que se propagará a la posteridad y conquistará todas las naciones, comprenden que aquéllos no hicieron sino proyectar un plan totalmente inútil. En efecto, esta energía de que se han servido para conocer con antelación estas realidades es precisamente la risa y la burla de Dios. El que habita en el cielo se reirá de ellos. El cielo es aquí personificación de las almas santas. Por conducto de estas almas, Dios, quien por supuesto conoce con antelación lo que va a pasar, se reirá y se burlará de ellos.

4. [v. 5] Entonces les hablará con su ira y los espantará con su cólera. Expresándose más a las claras sobre cómo va a hablarles, dijo: Los espantará con su ira, es decir, con su cólera. La ira y la cólera del Señor no hay que interpretarlas en el sentido de una perturbación psíquica. Ambas son como una fuerza con que ejerce justísimamente el castigo, al estar sometida a su servicio toda criatura. Pero de hecho hay que examinar a fondo y tener bien presente lo escrito por Salomón: Tú, Señor de poder, juzgas sin perder la calma y nos gobiernas con gran respeto2. Según eso, la ira de Dios es un movimiento que tiene su realización en el alma conocedora de la ley de Dios, al observar cómo el pecador se salta esta ley. Mediante este movimiento de las almas justas muchas cosas reciben justa sanción. Existe, de todos modos, la posibilidad de interpretar acertadamente la ira de Dios en el sentido de una ofuscación mental humana que acompaña a los transgresores de la ley de Dios.

5. [v. 6] Yo mismo he sido establecido por él como rey en Sión, su monte santo, para proclamar el decreto del Señor. Todo esto resulta evidente en la persona del mismo Señor nuestro, Jesucristo. Pero si, tal como hacen algunos, interpretamos el nombre de Sión en sentido de contemplación, no nos cabe otra posibilidad que reconocer en ella a la Iglesia, donde día a día sigue en pie la decisión de contemplar la claridad de Dios, tal como se expresa el Apóstol: Mas todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplamos la gloria del Señor3. La interpretación, por consiguiente, es ésta: Yo mismo he sido establecido por él en calidad de rey sobre su Iglesia santa, a la que da el apelativo de monte por su elevación y su firmeza. Yo mismo he sido nombrado rey. Precisamente yo, cuyas coyundas y cuyo yugo trataban ellos de sacudirse. Para proclamar su decreto. ¿Quién no repara en este punto, si de hecho se realiza todos los días?

6. [v. 7] El Señor me ha dicho: Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy.Si bien es cierto que también podemos considerar este día como el día, consignado en la profecía, en que Jesucristo nació como hombre, sin embargo, este hoy tiene sentido de actualidad. Y, puesto que en la eternidad no hay asomo alguno de pasado como de algo que ha dejado de ser, ni tampoco lo hay de futuro como de algo que aún no tiene existencia, sino que en ella todo es presente y nada más que presente, ya que todo lo eterno existe siempre, este hoy lo interpretamos en sentido divino de acuerdo con el pasaje: Yo te he engendrado hoy. En ese mismo sentido en que la pureza de la fe cató1ica proclama la generación eterna del Poder y de la Sabiduría de Dios, que es el Hijo unigénito.

7. [v. 8] Pídemelo y te daré en herencia las naciones. Este pasaje tiene ya sentido temporal aplicado al hombre asumido por Cristo, que se ofreció como sacrificio sustitutorio de todos los sacrificios y que también intercede por nosotros4. De este modo, la expresión pídemelo está referida a esta misma gestión temporal en su totalidad, realizada en favor del género humano, teniendo como objetivo la inclusión de todas las naciones bajo el nombre cristiano, para que, liberadas de la muerte, sean posesión de Dios. Te daré en herencia las naciones, para que las poseas en bien de su salvación y para que te rindan frutos espirituales. En posesión los confines de la tierra. Es una repetición del mismo tópico. Confines de la tierra equivale a naciones: pero aquí aparece de modo más explícito la interpretación que abarca la totalidad de las naciones. En posesión es paralelo de en herencia.

8. [v. 9-10] Los gobernarás con cetro de hierro: con justicia inflexible. Y los quebrarás como jarro de loza. Es decir, quebrarás en ellos los apetitos terrenales, los negocios sucios del hombre viejo y todo cuanto en el hombre se ha condensado y recrecido de la arcilla pecadora. Y ahora, reyes, sed sensatos. Y ahora: quiere decir que, una vez renovados y una vez rota la envoltura de barro, es decir, los recipientes carnales del error, que constituyen una reliquia de la vida pasada. Ahora sed sensatos, siendo ya reyes, es decir,capaces de dominar cuanto en vosotros existe de servil y de bestial. Ahora que estáis capacitados para la lucha, no en plan como de azotar el aire, sino de castigar vuestros cuerpos y de reducirlos a servidumbre5Escarmentad todos los que regís la tierra. También este es un tópico repetido. Escarmentad es un paralelo de sed sensatosLos que regís la tierra es un equivalente de reyes. Los que rigen la tierra personifican a los espirituales, porque todo lo que constituye objeto de nuestro juicio es inferior a nosotros. Por otra parte, todo cuanto cae bajo la esfera del hombre espiritual, recibe, como es 1ógico, la denominación de tierra, ya que está mortalmente herido a causa de las salpicaduras terrenales.

9. [v. 11] Servid al Señor con temor. Que no degenere en orgullo la fórmula de reyes que regís la tierra. Y regocijaos ante él con temblor. Acierto extraordinario ha sido añadir regocijaos, para no dar la impresión de que servir al Señor con temor contribuye a la desdicha. Por otra parte, para que aquel extremo no llegue a una explosión de temeridad, se ha añadido con temblor, para poner de relieve la cautela y la circunspecta salvaguardia de la tarea de la santidad. Cabe, asimismo, otra interpretación: Y ahora, reyes, sed sensatos. Es decir, ahora que me han hecho rey, no estéis tristes, reyes de la tierra, como si se os hubiera despojado de vuestras prerrogativas, sino sed sensatos y escarmentad. Lo que os conviene es situaros por debajo de aquel que os ofrece la sensatez y el escarmiento. Y esto os conviene para no ejercer vuestro dominio de manera temeraria, sino para servir al Señor de todos con temor y para que os alegréis con una dicha que ofrece todas las garantías de seguridad y sinceridad, siendo comedidos y circunspectos, para que el orgullo no os desbanque de esta dicha.

10. [v. 12] Aprended la lección, no sea que se irrite el Señor y os desviéis del camino justo. Es lo mismo dicho antes: Sed sensatos y escarmentad. Porque la sensatez y el escarmiento equivalen a aprender la lección. Sin embargo, en el imperativo aprended vemos señalada con toda claridad la existencia de una especie de fortificación o recinto blindado contra los obstáculos que pudiera surgir en caso de no haber aprendido la lección con tanto ahínco. Por lo demás, la expresión no sea que se irrite el Señor es una expresión de duda. No está en línea con la visión del profeta, depositario de certeza, sino en línea con aquellos que son objeto de amonestación. Porque resulta que quienes no gozan de una revelación incontestable suelen pensar en la ira de Dios rodeados de dudas. Por consiguiente, lo que deben decirse a sí mismos es esto: aprendamos la lección, no sea quese irrite el Señor y nos extraviemos del camino recto. Ya se ha explicado antes cómo hay que entender las palabras se irrite el Señor.Este es el tremendo castigo que aterroriza a quienes han llegado a saborear un poquito la dulzura de la justicia. Porque quien se extravía del camino de la justicia andará errante por los caminos de la maldad a costa de grandes miserias.

11. [v. 13] Cuando de pronto se inflame su ira, dichosos los que confían en él. Quiere esto decir que, cuando llegue la venganza que se está fraguando contra impíos y pecadores, no sólo no afectará a los que confían en el Señor, sino que les reportará gran utilidad para construir y dar altura al reino. Efectivamente, no ha dicho: Cuando de pronto se inflame su ira, seguros los que confían en él, como si lo único que fueran a sacar en limpio es quedar exentos de castigo. Lo que ha dicho es felices ellos, o sea, el colmo y la suma de todos los bienes. La expresión de pronto entraña, a mi modo de ver, el hecho de queserá algo repentino, mientras que los pecadores seguirán considerándolo como algo remoto, como un futuro lejano.

Traducción: José Cosgaya García, OSA