miércoles, 16 de marzo de 2016

COMENTARIO AL SALMO 3- SAN AGUSTÍN

SALMO 3

1. [v. 1] Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón. El pasaje yo me acosté y me quedé dormido, y me levanté porque el Señor me acogerá, nos induce a pensar que este salmo hay que aplicarlo a la persona de Cristo. Sus resonancias, en efecto, hacen una alusión coherente a la pasión y resurrección del Señor. Gozan, asimismo, de prioridad sobre la historia en que se nos cuenta la huída de David ante su hijo Absalón que se había levantado en armas contra su padre. Por otra parte, al aplicarse a los discípulos de Cristo el texto los hijos del novio no ayunan mientras está con ellos el novio, no tiene nada de extraño que este hijo impío sea personificación del discípulo impío que le traicionó. Existe la posibilidad de una aplicación histórica basada en el hecho de la huída de David de su hijo Absalón cuando, tras la insurrección de éste, David se echó con los demás al monte. Espiritualmente es, asimismo, aplicable al momento en que el Hijo de Dios, es decir, el Poder y la Sabiduría de Dios, abandonó a su suerte la mente de Judas, que el diablo conquistó en su totalidad, a tenor de la Escritura: Y el diablo entró en su corazón. Es una interpretación acertada decir que Cristo huyó de Judas no porque Cristo se replegara ante el diablo, sino porque el diablo tomó posesión de Judas, al retirarse Cristo. Creo, por lo demás, que esta retirada recibe en el salmo la calificación de fuga por razones de urgencia. Urgencia que se explica con las palabras del Señor: Lo que has de hacer, hazlo pronto. Nosotros mismos, en nuestro lenguaje coloquial, nos expresamos de modo parecido. Cuando algo no acaba de venirnos a la memoria, decimos "se me ha ido de la cabeza". También cuando nos referimos a una persona bien informada, solemos decir: "no se le escapa ni un detalle". Según eso, la verdad huyó de la mente de Judas cuando dejó de iluminarla. Absalón, según algunos intérpretes, se traduce como "paz del padre" Y realmente sentimos extrañeza ante la interpretación como paz del padre tanto en la historia de los reyes, cuando Absalón declaró la guerra al suyo, como en el relato neotestamentario cuando Judas traicionó al Señor. Pero los que leen estos libros sagrados con detenimiento observan que David se reconcilió con su hijo. Y, con grandes muestras de dolor, le lloró muerto, diciendo: Absalón, hijo mío, ¡quién me diera haber muerto yo en tu lugar! En el relato neotestamentario se patentizan bien a las claras aquella paciencia y aguante extraordinarios del Señor que le soportó durante tanto tiempo como si fuera bueno, no ignorando sus pensamientos cuando le admitió al banquete en que confió y entregó a sus discípulos el símbolo y realidad de su cuerpo y de su sangre, y cuando, finalmente, recibió el beso de la traición. Por todo ello se ve palmariamente que Cristo le ofreció la paz a su traidor, aunque éste se viera deshecho por las guerras intestinas de su criminal proyecto. Consiguientemente, el nombre de Absalón se interpreta como paz del padre, porque era el padre quien disfrutaba de una paz que él no tenía.

2. [v. 2-3] Señor, ¡cómo se han multiplicado mis atormentadores! Se multiplicaron hasta tal punto que, incluso en la lista de los discípulos de Cristo, no faltó quien engrosara las filas de los perseguidores. Muchos son los que se alzan contra mí. Son muchos los que dicen a mi alma: ya no le salva su Dios. Es evidente que, si no hubieran perdido la esperanza de que iba a resucitar, no le habrían matado. Un argumento válido de esta actitud lo constituyen aquellas expresiones: Si es Hijo de Dios, que baje de la cruz, y: Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Según esto, ni siquiera Judas le habría traicionado, de no haber engrosado la lista de los que despreciaban a Jesús diciendo: Ya no lo salva su Dios.

3. [v. 4] Pero tú, Señor, eres quien me ha asumido. Estas palabras están dirigidas a Dios en cuanto hombre, porque la asunción del hombre es la Palabra hecha carne. Mi gloria: también llama a Dios gloria suya aquel a quien la Palabra de Dios asumió de tal manera que llegó a ser Dios con ella y a la vez que ella. Que aprendan los orgullosos, a quienes no les gusta que les digan: ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si de hecho lo has recibido, ¿a qué tanto orgullo, como si nada hubieras recibido? El que me hace levantar la cabeza. Creo que este pasaje se refiere a la mente humana a la que, sin incurrir en ningún absurdo, se la denomina cabeza del alma. Esta mente humana hasta tal punto quedó inserta y en cierto modo vinculada a la sublimidad de la Palabra que asumió al hombre, que ésta no la abandonó ni siquiera en medio de las grandes humillaciones de la Pasión.

4. [v. 5] Grité con mi voz al Señor. No se refiere al grito corporal quese exterioriza mediante el ruido que azota el aire, sino al grito del corazón, silencioso para los hombres. Sin embargo, ante Dios esta voz suena como un grito. Con esta voz fue escuchada Susana, y el mismo Señor mandó que se orara con esta voz dentro del cuarto bien cerrado, es decir, en la intimidad del corazón, sin alborotos. Por lo demás, a nadie le resultará fácil afirmar que la oración es de más corto alcance cuando no se profiere ningún sonido de palabras articuladas. Porque, incluso cuando en silencio oramos en el corazón, caso de que se interpongan pensamientos extraños a los sentimientos del queora, no se puede decir: Grité con mi voz al Señor. Tampoco es razonable decir tales palabras sino cuando se le habla al Señor donde sólo élescucha, sin hacer que aflore nada carnal ni relativo a los afectos carnales. También se le da el nombre de clamor en base al poder de la intención misma. Y él me escuchó desde su monte santo. Cierto que el profeta nos ha dicho que este monte es el Señor mismo, a tenor de lo expresado: Una piedra no manualmente cortada creció hasta convertirse en un gran monte. Pero el pasaje no puede considerarse aplicado a la persona del Señor, a no ser que eventualmente quisiera decir lo que sigue: Me ha escuchado de mí mismo, es decir, algo así como desde su monte santo, al habitar en mí, es decir, en el monte mismo. Pero me parece más obvio y más fácil interpretarlo en el sentido de que quien escuchó fue Dios desde su justicia. La razón estriba en que era justo que resucitara de entre los muertos a la víctima inocente, a la que devolvieron males a cambio de bienes, y que les diera su merecido a los perseguidores. De hecho leemos: Tu justicia es como los montes de Dios.

5. [v. 6] Yo dormí y quedé sumido en el sueño. No hay inconveniente alguno en admitir que el yoestá puesto para dar a entender que soportó la muerte por su propia voluntad, según el pasaje: Por eso me ama mi Padre, porque yo me desprendo de mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita. En mi mano está desprenderme de ella y en mi mano volver a recobrarla. Por consiguiente, dice, vosotros no me capturasteis ni me matasteis contra mi voluntad, sino que yo dormí y me sumí en el sueño y me levanté porque el Señor me sostendrá. Son incontables las veces que en la Escritura se toma el sueño por la muerte. Así, por ejemplo, el Apóstol: Hermanos, no queremos que sigáis en la ignorancia respecto de los que duermen. Y no hay necesidad de andar preguntando por qué ha agregado me sumí en el sueño, pues ya lo hemos dicho con anterioridad en la expresión yo me dormí. Este tipo de repeticiones es de uso corriente en la Escritura. Al comentar el Salmo 2 ya hemos puesto de relieve algunas. Por otra parte, hay algunos códices que presentan la lectura yo me dormí y me quedé traspuesto. Otros presentan otras lecturas, de acuerdo con la interpretación que dieron al texto griego egw de ekoimhqhn ka? upnwsa. A no ser que, de manera eventual, el dormir se aplique al que muere y el sueño al que ya está muerto, de modo que el dormirse sea un estadio transitorio previo al sueño, al igual que el despertarse es un estadio transitorio previo a la vigilia. No pensemos que estas repeticiones de los libros divinos son meros adornos verbales sin contenido. Una buena interpretación del pasaje yo me dormí, quedé sumido en el sueño es ésta: Yo me dejé llevar a la Pasión, y acto seguido vino la muerte. Y me levanté porque el Señor me sostendrá. Hay que caer en la cuenta, además, de cómo en un mismo pasaje intercaló dos verbos, uno en pretérito y otro en futuro. Y me levanté, dijo en pretérito. Y me sostendrá, dijo en futuro, cuando el acto de levantarse no sería posible sin le faltase ese sostén. Por otra parte, en la profecía existe todo un conglomerado de futuros y pretéritos, y unos y otros tienen sentido. En efecto, las cosas venideras que son objeto de profecía son futuras cronológicamente hablando, pero, según la ciencia de los profetas, hay que considerarlas como algo real y efectivo. Por lo demás, también hay verbos intercalados que están en presente. Los estudiaremos cuando se presente el caso.

6. [v. 7] No temeré al pueblo que por miles acampa alrededor de mí. En el evangelio consta por escrito que una gran multitud de gente estaba a su alrededor en la pasión y en la crucifixión.¡Levántate, Señor! ¡Sálvame, Dios mío! Este levántate no va dirigido a Dios dormido o acostado, pero es habitual en las divinas Escrituras atribuir personalmente a Dios las operaciones que é1 realiza en nosotros. Esto no ocurre siempre y de manera indiscriminada, sino cuando existe la posibilidad de decirlo de manera coherente. Por ejemplo, al expresar que es él quien habla cuando por don suyo hablan los profetas, los apóstoles, o cualquier mensajero de la verdad. Tal es la interpretación del pasaje paulino: ¿Es que pretendéis que os dé una prueba de que Cristo habla por mí?17Vemos, en efecto, que no dice: de aquel por cuya iluminación o por cuyo mandato hablo, sino que en términos absolutos atribuye la conversación a aquél por cuyo don hablaba Pablo.

7. [v. 8] Porque golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo. Este texto no hay que analizarlo como si formara un todo con el anterior: Levántate, Señor, sálvame, Dios mío, porque golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo. La razón de que Dios le salva no es el golpe infligido a sus enemigos. Es justamente lo contrario: una vez que lo ha salvado a él, los golpeó a ellos. El pasaje está referido más bien al contexto subsiguiente. El sentido sería éste: Porque golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo, rompiste los dientes de los pecadores. Es decir, rompiste los dientes de los pecadores, porque golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo. No cabe duda de que el castigo de los antagonistas es verse con los dientes rotos. Es decir, que las palabras de los pecadores que desgarraban con sus insultos al Hijo de Dios han quedado reducidas al puro vacío, convirtiéndose poco menos que en polvo. Según esto, existe una equivalencia entre los dientes y las palabras insultantes. A estos dientes se dirige el Apóstol, echándoles en cara: Si os seguís mordiendo unos a otros, cuidado no os destrocéis mutuamente. Los dientes de los pecadores pueden equipararse también a los príncipes de los pecadores. A las órdenes de éstos, uno se ve disociado del grupo de los que viven bien, y en cierto modo incorporado a los que viven mal. Como contrapunto de estos dientes, aparecen los dientes de la Iglesia, bajo cuya autoridad los creyentes se ven radicalmente apartados del error de los gentiles y de las doctrinas heterogéneas y se ven trasvasados a ella que es el cuerpo de Cristo. A Pedro se le insinuó que comiera con estos dientes animales sacrificados, es decir, que matara en los gentiles lo que eran y lo asimilara en lo que era él. De estos dientes de la Iglesia se dice: Tus dientes son como un rebaño de ovejas esquiladas que salen del baño. Todas tienen mellizos y no hay entre ellas estéril. Tales son los que dan buenas órdenes y viven de acuerdo con ellas, los que llevan a la práctica el consejo: Brillen vuestras obras ante los hombres para que bendigan a vuestro Padre del cielo. Estimulados por su autoridad, los hombres creen en Dios que habla y obra a través de ellos, y separados del siglo al que se habían amoldado, pasan a ser miembros de la Iglesia. Por eso, aquéllos por cuya mediación se realiza esta acción se llaman con propiedad dientes semejantes a ovejas esquiladas. En efecto, se han desprendido del lastre de las preocupaciones terrenales, y saliendo del lavadero, de hacer la colada de las inmundicias del siglo mediante el sacramento del bautismo, todos tienen mellizos porque, al amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, y al prójimo como a sí mismos, llevan a la práctica los dos mandamientos de los que se ha dicho: De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los profetas. Entre ellos no hay nadie que sea estéril, ya que producen estos frutos para Dios. En este sentido es como hay que interpretar rompiste los dientes de los pecadores, es decir, llevaste al fracaso a los príncipes de los pecadores golpeando a los que se me oponían sin razón. Según el relato evangélico, fueron los príncipes los que le persiguieron, mientras las masas y el pueblo sencillo le colmaban de honores.

8. [v. 9] Del Señor viene la salvación y tu bendición sobre tu pueblo. En un mismo pasaje ordenó lo que han de creer los hombres y oró por los creyentes. En efecto, cuando se dice que la salvación viene del Señor, este mensaje tiene como destinatarios a los hombres. Pero, si sigue con las palabras: y tu bendición sobre tu pueblo, no es para que se entienda que la frase entera está dirigida a los hombres; al contrario, esta oración va destinada personalmente a Dios en favor del mismo pueblo al que se le ha dicho: Del Señor viene la salvación. ¿Y qué quiere expresar sino que nadie haga alardes de tipo personal? Salvar a uno de la muerte del pecado es competencia exclusiva del Señor, pues ¡Desgraciado de mí! ¿quién me librará de este cuerpo, portador de la muerte? La gracia de Dios por Jesucristo Señor nuestro. Y tú, Señor, bendice a tu pueblo que espera de ti la salvación.

9. [v. 10] Este salmo también puede interpretarse con referencia a la persona de Cristo, pero desde otra clave, a saber, entendiendo que en él habla el Cristo entero. Me refiero al Cristo entero, esto es, con su cuerpo del que Él es cabeza, en expresión del Apóstol: Vosotros sois cuerpo de Cristo y sus miembros. Consiguientemente, él es la cabeza de este cuerpo. Por eso dice en otro pasaje:Obrando la verdad en el amor, sirviéndonos de todo, crezcamos en él que es la cabeza, CristoDe él viene que el cuerpo entero sea algo compacto y cohesionado. Por consiguiente, en el profeta los que hablan simultáneamente son su Iglesia y su cabeza, iglesia establecida por todo el orbe de la tierra en medio de las borrascas de las persecuciones. De este hecho ya tenemos constancia: Señor, ¡cómo se han multiplicado mis atormentadores! Son muchos los que se alzan contra mí con enormes ganas de erradicar el nombre cristiano. Son muchos los que dicen a mi alma: Ya no le salva su Dios. Es un hecho cierto que no tienen explicación sus esperanzas en la posibilidad de erradicar la Iglesia, expansionada ya en tales proporciones, de no estar realmente convencidos de que ella no era el centro de los cuidados de Dios. Pero tú, Señor, eres quien me ha asumido: en Cristo, por supuesto. Pues en aquel Hombre, la Iglesia fue también asumida por la Palabra que se hizo carne y acampó entre nosotros, haciendo asimismo que nos sentemos en el cielo junto a ella. Cuando la cabeza va por delante, sigue a continuación el resto de los miembros.En efecto, ¿quién nos apartará del amor de Cristo? Por eso la Iglesia proclama con toda razón: Tú eres quien me ha asumido y mi gloria. La Iglesia no se atribuye a sí misma su elevado rango al comprender que, debido a la gracia y a la misericordia de Dios, ella es lo que es. Y el que hace levantarse a mi cabeza. O sea, al mismo que, en calidad de primogénito de los muertos, subió al cielo. Grité con mi voz al Señor y me escuchó desde su monte santo. Esta es la oración de todos los santos, el olor de suavidad que sube a la presencia del Señor. En efecto, ya es escuchada la Iglesia desde este monte que es a la vez su cabeza. Ya es escuchada desde aquella justicia de Dios que realiza la liberación de los que ella elige y el castigo de los que los persiguen. Que también el pueblo de Dios diga: Yo me dormí y quedé sumido en el sueño, y me levanté porque el Señor me sostendrá, a fin de unirse y adherirse a su Cabeza. Efectivamente, ha sido a este pueblo al que se le ha intimado: Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo te tocará. Porque este pueblo ha sido tomado de entre los pecadores, de los que globalmente se dice: Los que duermen, duermen de noche. Que el pueblo de Dios diga también: No temeré al pueblo que por miles acampa a mi alrededor: a los gentiles que me bloquean con el objeto de erradicar en todo el mundo, si posible fuera, el nombre cristiano. ¿Y cómo iban a temerlos, si la llama de la caridad iba avivándose con el combustible de la sangre de los mártires de Cristo? Levántate, Señor. Sálvame, Dios mío. El cuerpo puede decirle esto a su misma cabeza, pues se salvó al resucitar ésta, que subió a las alturas y, llevándose cautiva la cautividad, repartió dones a los hombres. Es esto mismo lo que recalca el profeta teniendo a la vista la predestinación: aquella mies madura de que se habla en el evangelio, depositó en tierra a nuestro Señor. La salvación de esta mies se basa en la resurrección de aquel que se dignó morir por nosotros. Golpeaste a todos los que se me oponían sin motivo, rompiste los dientes de los pecadores. Una vez que comenzó a reinar la Iglesia, los enemigos del nombre cristiano se vieron lastimados y desorientados, y tanto sus palabras maldicientes como su poder quedaron hechos añicos. Creed, pues, hombres, que del Señor viene la salvación, y tú,Señor, haz que tu bendición venga sobre tu pueblo.

10. [v. 11] Cuando, siguiendo la ley del pecado, el tropel de vicios y pasiones lleva a remolque a la mente racional que les ofrece resistencia, cada uno de nosotros puede decir: Señor, ¡cómo se han multiplicado mis atormentadores!: Son muchos los que se alzan contra mí. Y puesto que, con relativa frecuencia, con la acumulación de los vicios va insinuándose la desesperación de sanarse, contemplando cómo los vicios van enseñoreándose del alma, o incluso viendo cómo trabajan el diablo y sus ángeles a base de sugerencias perniciosas para que perdamos la esperanza, se expresa con sinceridad: Muchos son los que le dicen a mi alma: Ya no la salva su Dios. Pero tú Señor, eres quien me ha asumido. La esperanza, pues radica en un hecho: en haberse dignado Dios asumir enCristo la naturaleza humana. Mi gloria: partiendo de aquella pauta de comportamiento de que nadie se atribuya nada a sí mismo. El que levanta mi cabeza: referencia a aquél que es cabeza de todos nosotros, o al espíritu de cada uno de nosotros, que es la cabeza del alma y de la carne, ya que el hombre es cabeza de la mujer y Cristo es cabeza del hombre. La mente racional es enaltecida cuando uno puede ya decir: Yo con mi mente estoy al servicio de la ley de Dios, para que el resto del hombre quede subordinado y sosegado, puesto que en la resurrección de la carne la muerte quedará absorbida por la victoria. Con mi voz le grité al Señor: con aquella voz íntima, llena de vigor. Y me escuchó desde su monte santo: desde aquél por cuya mediación vino en ayuda nuestra y, aprovechando su calidad de mediador, nos escucha. Yo me dormí y quede sumido en el sueño, y me levanté porque el Señor me acogerá. ¿Hay alguien que no pueda decir esto de los creyentes al recordar la muerte de sus pecados y el don de la regeneración? No temeré al pueblo que por miles acampa a mi alrededor. Además de aquellas que universalmente padece y padeció la Iglesia, todo el mundo tiene sus tentaciones. Al verse sitiado por ellas, su oración será: Levántate, Señor. Sálvame, Dios mío. Es decir, haz que me levante, porque tú has golpeado a todos los que se me oponían sin motivo. En clave de predestinación, esto se aplica con toda propiedad al diablo y a sus ángeles, que se ensañan no sólo en el cuerpo entero de Cristo, sino en todos y cada uno de sus miembros en particular. Rompiste los dientes de los pecadores. Cada cual tiene sus maldicientes. Además, todo el mundo cuenta con promotores de vicios que tratan de desvincularle del cuerpo de Cristo. Pero del Señor viene la salvación. Hay que evitar el orgullo y decir: Mi alma se ha unido a ti36. Y tu bendición sobre tu pueblo, es decir, sobre cada uno de nosotros.

Traducción: José Cosgaya García, OSA

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