viernes, 29 de abril de 2016

VIA CRUCIS- AÑO DE LA MISERICORDIA (VIII)

Octava estación: JESÚS HABLA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN

 Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

La preocupación del mundo es la ocupación de Dios. “No lloréis por mí, llorad por vosotros”. Emergen las desgracias y nos sacuden los acontecimientos que nos rodean. Y, desde multitud de esquinas, nuestra tierra gime, se tambalea y a menudo se desploma en el laberinto de sus propias ideas: la verdad es tratada como mentira, la falsedad elevada al pódium de lo permitido, el relativismo como cuna de la nueva conciencia social. Sólo, desde la perseverancia y consistencia en nuestra fe, podremos dar la vuelta a este mundo envuelto en un pañuelo de temores, dudas y desasosiego.

 En 1996, ocho trapenses después de ser secuestrados en Argelia, eran asesinados (sólo se salvó uno). Nos quedó es testamento espiritual del Prior de la comunidad antes de morir: “Por ti, que ahora lees mis letras, por ti quiero decir este gracias y este a-Dios en cuyo rostro te contemplo. Y que nos sea dado volvernos a encontrar, ladrones colmados de gozo, en el paraíso, si así le place a Dios, Padre nuestro, Padre de ambos. Amén”. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


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viernes, 22 de abril de 2016

VIA CRUCIS- AÑO DE LA MISERICORDIA (VII)

Séptima estación: CAE JESÚS EN TIERRA POR SEGUNDA VEZ

Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

 El camino de la misericordia no está exento de caídas. Caídas fueron las del Señor en Getsemaní: “Pasa de mi este cáliz”. Caída la de Pedro cuando, en su ser orgulloso, aseguró no desplomarse en la negación. También nosotros, en ese deseo de salir al encuentro de los que nos rodean, de ofrecer el perdón, de sonreír aún en medio de la dificultad…. nos lleva muchas veces a caídas contrarias: lejanía, rencor o tristeza. Caer no es malo ni mucho menos. Lo grave es confundir la caída con la alzada. Pensar que estamos en lo cierto cuando nos hemos diluido en la falsedad o quejarnos cuando, el amor que es renuncia, nos exige un paso más.

Un niño de ocho años traía sobre sus hombros a otro más pequeño que tendría tres o cuatro. Se le veía cansado, deteniéndose en su camino pero a la vez feliz de llevar su carga adelante. Le preguntó un peregrino: “Qué tal amigo, ¿pesa mucho?” Y el niño con inefable expresión, con fuerza y decisión contestó: “No pesa casi nada, es mi hermano”. Sonriendo y saludando se marcho feliz con una carga, su hermano, que le daba alas su misma vida. ¿Te pesa el amor? ¿Es carga para ti hacer el bien? San Francisco Javier, cargando con las cargas de los demás, recorrió numerosos continentes. Su fuerza era el amor de Dios. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Ntro. Padre Jesús de la Amargura, Parroquia de San Juan del los Reyes. José de Mora

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viernes, 15 de abril de 2016

VIA CRUCIS- AÑO DE LA MISERICORDIA (VI)

Sexta estación: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE CRISTO

Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

¿Cuál es el rostro de Jesús? ¿Cómo es el semblante de Cristo? El arte, la pintura, la música, la poesía o la arquitectura lo ha plasmado como un Jesús atractivo y evitando lo escandaloso y antiestético. La Verónica, por el contrario, nos empuja a descubrir el aspecto más genuino y auténtico del Señor.

 Un día le dijo un señor a la Madre Teresa de Calcuta: - El trabajo que tú haces, yo no lo haría ni por todo el oro del mundo”. A lo que Teresa de Calcuta le respondió: “ -Yo tampoco: tomamos fuerza de la adoración a Jesús Sacramentado”. Esta anécdota se cuenta tanto de la Madre como de alguna de sus hijas, y expresa un hecho: la entrega desde Cristo, contemplando y adorando su rostro, ofrecer el valor y la conversión necesaria para cumplir con la locura y la razón de ser de Teresa de Calcuta: los más pobres. ¿Limpias o ensucias el rostro de las personas? ¿Les haces brillar o, tal vez, los oscureces por tu crítica sistemática? Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Hdad. de las Tres Caídas de Huelva

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miércoles, 13 de abril de 2016

COMENTARIO AL SALMO 7- SAN AGUSTÍN

SALMO 7

1. [v. 1] Salmo de David, que cantó al Señor porlas palabras de Cusi, hijo de Jémini. La historia en que se basa el argumento de esta profecía puede verse en el libro segundo de los Reyes. Aparece aquí la figura de Cusi, amigo del rey David, pasándose al bando de los partidarios de Absalón, hijo de David, que había declarado la guerra a su propio padre. Cusi se dedicaba al espionaje y a transmitir información de cuanto, con el asesoramiento de Ajitófel, tramaba Absalón contra su padre. Ajitófel había roto su lealtad y amistad con David, y orientaba, según le era factible, con sus consejos al hijo contra el padre. Al comentar este salmo no vamos a detenernos en el relato puramente histórico de donde tomó el profeta el velo de los misterios. Si realmente nos hemos pasado a Cristo, que se descorra el velo. En primer término, vamos a analizar el significado etimológico de los nombres de estos personajes. No han faltado intérpretes que, examinando a fondo estos nombres, no en sentido carnal, o sea, literal, sino en sentido espiritual, han venido a detallarnos que Cusi significa silencio; Jémini, diestro; Ajitófel, ruina del hermano. Tras hacer estas interpretaciones etimológicas, vuelve a surgir ante nosotros la figura de Judas el traidor. Absalón viene a ser imagen suya en cuanto que su nombre significa paz del padre, aunque de hecho quien tenía paz con él era su propio padre. Por su parte Absalón, con su falsía y mala fe, llevaba la guerra en el corazón. De esto ya hemos hablado al comentar el salmo 3. Por otra parte, en el evangelio los discípulos de Cristo reciben el nombre y título de hijos. El mismo evangelio les da también el apelativo de hermanos. En efecto, al resucitar dice el Señor: Ve y di a mis hermanos. Incluso el Apóstol le llama primogénito entre muchos hermanos. Según esto, la ruina del discípulo que le traicionó se interpreta cabalmente como ruina del hermano. Como ya dijimos, ese es el significado etimológicode Ajitófel. Por lo que respecta a Cusi, que significa silencio, una buena interpretación es decir que nuestro Señor luchó contra aquella falsía con su silencio, es decir, con el altísimo secreto con que se llevó a cabo la ceguera parcial de Israel cuando perseguían al Señor, para que se colara de rondón la plenitud de las naciones y de esta manera se salvara la totalidad de Israel. Cuando el Apóstol recaló en este profundo secreto y en este hondo silencio, dijo como paralizado por el vértigo: ¡Oh abismo de riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! Pues, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? Al hablar así, más que franquearnos con su exposición las puertas de este gran silencio, lo que hace es recomendárnoslo por lo fascinante que es. Al ocultar el Señor con este silencio el secreto de su venerable pasión, canaliza dentro de los cauces de su misericordia y de su providencia la ruina voluntaria del hermano, es decir, el crimen nefando de quien le traicionó. De este modo, lo que aquel hacía con su mente estragada para exterminio de un solo hombre, éste lo realiza con su gerencia previsora para la salvación de la totalidad de los hombres. Es, pues, el alma perfecta, digna ya de conocer el secreto de Dios, la que canta al Señor en este salmo. Canta por las palabras de Cusi, porque mereció conocer las palabras de aquel silencio. Entre los no creyentes y perseguidores reina aquel silencio y secreto. Pero entre los suyos, entre aquellos a quienes van dirigidas las palabras: Ya no os llamo siervos, porque un siervo no está al corriente de lo que hace su amo. Os he llamado amigos porque os he notificado todo lo que he oído a mi Padre; entre sus amigos, pues, no existe el silencio, sino las palabras del silencio, es decir, una exposición razonada y clara de aquel silencio. Este silencio, es decir, Cusi, es hijo de Jémini, o sea, del diestro. No era cuestión de ocultar a los santos lo que se había hecho a favor de ellos. Dice, no obstante: Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. Así pues, es el alma perfecta en la profecía la que canta. A ella se le ha manifestado el secreto por las palabras de Cusi, es decir, por el conocimiento de su secreto personal. Este secreto se lo ha gestionado la mano diestra de Dios, colmándole de favores y siendo benévolo con él. Por eso este silencio recibe el apelativo de hijo del diestro, que es Cusi, hijo de Jémini.

2. [v. 2-3] Señor, Dios mío, en ti he esperado, sálvame de todos mis perseguidores y líbrame. Refleja en cierto modo la actitud de quien, por ser ya perfecto, después de haber salido indemne de todas las escaramuzas y contratiempos de los vicios, sólo le resta la envidia del diablo, y dice: Sálvame de todos mis perseguidores y líbrameNo sea que, como un león, arrebate mi alma. Dice un apóstol: Vuestro adversario el diablo, como un león, ronda buscando a quien devorar. Ahora bien, de la expresión en plural: sálvame de todos mis perseguidores, pasa acto seguido al singular: No seacomo un león, arrebate mi alma. En efecto, no dice: no sea que arrebaten, consciente de quién es el enemigo al que se enfrenta, un adversario irreductible del alma perfecta. Al no haber quien rescate ni ponga a salvo, es decir, no sea que él me arrebate al no acudir tú a mi rescate y liberación. Si Dios no rescata ni pone a salvo, él arrebata.

3. [v. 4-5] Y para que veas con claridad que la que así se expresa es un alma perfecta a quien sólo le resta armarse de cautela ante las estratagemas fraudulentas del diablo, fíjate en el texto que sigue: Señor Dios mío, si he hecho esto. ¿A qué se refiere cuando dice esto? Al no expresar concretamente el pecado, ¿se refiere al pecado en general? Si no nos satisface esta interpretación, admitamos lo que acto seguido dice, como si le sometiéramos a un interrogatorio: ¿Qué es lo que tratas de decir con la expresión esto? Respuesta: Si hay maldad en mis manos. Por consiguiente, es claro que habla de toda clase de pecados: Si he devuelto males a los que me pagaban con males. Esta expresión sólo puede salir de la boca de quien es perfecto. Es el Señor en persona el que habla así: Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos. Según esto, quien no responde al mal con el mal es porque es perfecto. Consiguientemente, cuando un alma perfecta ora por las palabras de Cusi, hijo de Jémini, es decir, por el conocimiento de aquel secreto y silencio que el Señor, benévolo y misericordioso con nosotros, ha realizado en pro de nuestra salvación, sufriendo y aguantando con toda paciencia la mala fe del traidor, que él le diga a esta alma perfecta, exponiendo los motivos de su secreto: Para que tus maldades quedaran lavadas con mi sangre, yo he soportado por ti, impío y pecador, a mi traidor con gran silencio y paciencia. Y tú, ¿no vas a imitarme, no devolviendo personalmente mal por mal? Consciente, pues de esto, comprendiendo lo que el Señor hizo por él y avanzando hacia la perfección movido por su ejemplo, dice: Si he devuelto males a los que me pagaban con males, o sea, si no he puesto por obra lo que tú me enseñaste prácticamente, que yo sucumba vacío ante mis enemigos. No ha dicho precisamente: si pagué con males a los que me los hacían, sino a los que me pagaban con ellos, puesto que quien paga es porque ha recibido algo con anterioridad. Por lo demás, índice de mayor aguante es no dar a cambio males a quien, tras recibir favores, devuelve males por bienes que querer perjudicar a alguien cuando no se han recibido estos favores con antelación. Dice, pues: Si he devuelto males a los que me pagaban con males, es decir, si no te he imitado en aquel silencio, en aquella paciencia tuya que has practicado por mí, que yo sucumba vacío ante mis enemigos. Es un alarde tonto el de todo aquél que, siendo hombre como es, ansía vengarse de otro hombre. Al pretender superar públicamente al hombre, se ve ocultamente superado por el diablo. La vana y orgullosa alegría de que, al parecer, no pudo ser vencido es un logro vano.Así pues, él sabe muy bien dónde es más sonada la victoria y dónde premia el Padre que ve en lo escondido. Por consiguiente, para no devolver mal por mal, prefiere dejar fuera de combate a la ira y no al hombre, instruido también por aquellas palabras: Más vale el que domina la ira que el que conquista una ciudadSi he devuelto males a los que me pagaban con males,sucumba yo vacío ante mis enemigos. A1 decir: si hice algo de esto, pagaré por ello, parece pronunciar un juramento execratorio, la especie más grave de juramento. Pero una cosa es el juramento en boca del que jura y otra cosa en el significado del que profetiza. Aquí se limita a decir qué es lo que ocurrirá a los hombres que devuelven males a quienes les pagan con males, no hacer una imprecación, casi juramento incluido, en beneficio propio y personal o en favor de otro.

4. [v. 6] Que el enemigo me persiga y me alcance. Que el enemigo persiga y alcance a mi alma. Al nombrar al enemigo en singular, realza mucho más la personalidad de aquel al que antes presentó como león. El es el perseguidor del alma. Si llega a embaucarla, la captura. Los hombres se ensañan hasta matar el cuerpo, pero tras esta muerte visible ya no tienen poder sobre el alma. Mas por lo que respecta al diablo, tomará posesión de todas las almas a las que persigue y captura. Que pisotee mi vida contra la tierra. Es decir, que al pisarla convierta mi vida en tierra, o sea,en alimento suyo. Porque aquel a quien se dice comerás tierra y sólo recibe el nombre de león, sino también el de serpiente. Por otra parte, al pecador se le dijo: Eres tierra y ..la tierra volverás. Y empuje mi gloria hasta el polvo. El polvo que el viento arrebata de la faz de la tierra es la arrogancia huera y estúpida de los orgullosos, carente de base sólida como una columna de polvo empujada por el viento. Ha sido acertada la elección de la palabra gloria ya que no desea se rebaje hasta el polvo. Lo que pretende es mantenerla sólida en su conciencia en presencia de Dios, donde no cabe arrogancia alguna. El que se gloría, que se gloríe en el Señor Esta solidez se rebaja hasta el polvo cuando alguien por orgullo, desdeñando los secretos de la conciencia donde es Dios en exclusiva el examinador del hombre, pretende envanecerse delante de los hombres. En idénticas razones se funda el texto: Dios quebrantará los huesos de quienes complacen a los hombres. Pero el que está bien amaestrado y tiene experiencia de la jerarquía de los vicios que hay que corregir, comprende que este vicio de la vanagloria es el único o el primero que deben evitar los perfectos, ya que el último vicio que vence el alma es el vicio en que primero cayó. El principio de todo pecado es la soberbia, y el principio de la soberbia humana es apartarse de Dios.

5. [v. 7] Levántate, Señor con tu ira. ¿Por qué este hombre, al que hemos calificado de perfecto, sigue provocando a Dios a la ira? ¿No hay que considerar perfecto más bien a aquel que cuando le apedreaban dijo: Señor, no les imputes este pecado? ¿O es que la plegaria que dirige este hombre no va orientada contra los hombres, sino contra el diablo y sus huestes, cuyo feudo son los pecadores y los impíos? Por tanto, no ora contra él en actitud furiosa sino piadosa todo el que ruega al Señor que justifica al impío, para que le libere de aquella posesión. Cuando el impío recibe la justificación, de impío se transforma en justo, y de feudo del diablo pasa a ser templo de Dios. Y puesto que privarle a alguien de la posesión en donde desea ser dueño y señor es un castigo, a este castigo lo llama ira de Dios contra el diablo, para que deje de poseer a quienes poseía. Levántate, Señor, con tu ira. Levántate, dijo, preséntate aquí. Lo ha dicho con palabras humanas pero misteriosas. Como si Dios estuviera dormido, cuando lo que en realidad hace es ocultarse en sus secretos impenetrables. Álzate en los confines de mis enemigos. Ha denominado confines a esta misma posesión. Mientras los impíos reciben la justificación y alaban a Dios, quiere la exaltación, el honor y la gloria de Dios. Y levántate, Dios mío, según el precepto que diste. Es decir, ya que has ordenado la humildad, muéstrate humilde; sé tú el primero en cumplir tu precepto, para que, a ejemplo tuyo y pisando el orgullo, no sean posesión del diablo, quien frente a tus mandamientos fomentó el orgullo diciendo: Comed, se os abrirán los ojos y seréis como dioses.

6. [v. 8] Y te rodeará la asamblea de las naciones. Este pasaje tiene doble sentido. En una primera exégesis puede interpretarse como asamblea de los pueblos, creyentes o perseguidores. Una y otra asamblea tuvieron efecto en la misma humildad de nuestro Señor. Haciendo mofa de esta humildad, el ejército de perseguidores le rodeó. De esta chusma se dijo: ¿Por qué se amotinaron las naciones y los pueblos planearon proyectos vanos? Por su parte la muchedumbre de los creyentes le rodeó de tal modo que pudo decirse con total acierto: La obcecación de una parte de Israel ha tenido lugar, para que entrasela totalidad de las naciones. Y el pasaje: Pídemelo: te daré en herencia las naciones; en posesión los confines de la tierra. Y por amor a ésta, regresa a las alturas. Es decir, regresa a las alturas en atención a esta asamblea. Se entiende que lo hizo mediante su resurrección y ascensión al cielo. De este modo, una vez glorificado, mandó el Espíritu Santo, a quien no podía mandar antes de la glorificación, tal como se lee en el evangelio: Aún no se había dado el Espíritu, porque Jesús aún no había sido glorificado. De vuelta, pues, a las alturas, en atención a la asamblea de las naciones, envió el Espíritu Santo. Llenos de él, los predicadores del Evangelio poblaron de iglesias todo el orbe.

7. También se le puede dar otro sentido al texto: levántate, Señor, con tu ira, y álzate en los confines de mis enemigos. Levántate con tu ira de modo que tus enemigos no te comprendan. Álzate equivaldría, pues, a hazte alto para que no te comprendan. Es una referencia a aquel silencio. De esta elevación habla otro salmo: Subió sobre un querubín, y voló. E hizo de las tinieblas su escondrijo. Y puesto que los que te crucificaron no te comprendieron en esta exaltación, es decir, en esta ocultación, por culpa de sus pecados, te rodeará la asamblea de los creyentes. Su exaltación se hizo en base a la humildad misma. O sea, que no le entendieron. A esto precisamente se refiere el pasaje que sigue: Y levántate, Señor Dios mío, según el precepto que diste. Es decir, cuanto te manifiestas humilde, ponte bien alto para que no te comprendan mis enemigos. Los pecadores son enemigos del justo y los impíos del piadoso. Y te rodeará la asamblea de las naciones. Es decir, que por la misma razón que no te comprenden los que te crucifican, creerán en ti las naciones, y de este modo te rodeará la asamblea de los pueblos. Pero el pasaje siguiente, si tiene en realidad este sentido, entraña más dolor que alegría. Más dolor, porque se empieza a sentir. Menos alegría, porque se comprende. El pasaje dice así: Y en atención a ésta, retorna a las alturas. Es decir, en atención a esta asamblea del género humano, que tiene abarrotadas las iglesias, vuélvete a las alturas, es decir, deja de ser comprendido una vez más. En resumidas cuentas, ¿qué quiere decir la expresión y por causa de ésta, sino que incluso ésta va a ofenderte hasta el punto de hacer rigurosamente exactos tus presagios: Cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿piensas que va a encontrar fe en la tierra? Idéntica expresión aplica a los seudo profetas, que son personificación de los herejes. A causa de la maldad de éstos, se enfriará el amor de muchos. Según esto, cuando aún en las iglesias, es decir, en aquella asamblea de los pueblos donde se ha abierto ancho camino el nombre cristiano, haya tanta abundancia de pecadores -cosa que ya puede apreciarse en la actualidad-, ¿no se anuncia con antelación en este pasaje el hambre de la palabra, que ya otro profeta había denunciado? ¿Es que Dios no se vuelve a las alturas a causa de esta asamblea, que se aleja de la luz de la verdad por culpa de sus pecados, de modo que nadie mantiene ni escucha la fe genuina y auténticamente limpia de toda impureza de opiniones corruptas, a no ser esos poquísimos de quienes se dice: Dichoso el que persevera hasta el final, porque se salvará? No anda, pues, desacertado el texto que dice: Y por causa de esta congregación, vuélvete a las alturas. Es decir, retírate de nuevo a la cumbre de tus secretos. Hazlo precisamente a causa de esta asamblea de pueblos que tienen tu nombre, pero que no hacen tus obras.

8. [v. 9] De todos modos, tanto si es la primera exposición como la segunda la que tiene mayor congruencia, sin perjuicio de otra interpretación mejor o igual, el texto continúa muy a propósito: El.Señor juzga a los pueblos. Si regresó a las alturas cuando, tras su resurrección ascendió al cielo, tiene su lógica la expresión: el Señor juzga a los pueblos, porque desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Y si regresa a las alturas cuando la comprensión de la verdad abandona a los cristianos pecadores -puesto que de esta misma venida se ha dicho ¿crees que cuando venga el Hijo del hombre va a encontrar fe en la tierra?- la conclusión es ésta: El Señor juzga a los pueblos. ¿Y quién es este Señor sino Jesucristo? Porque el Padre no juzga a nadiesino que entregó al Hijo toda potestad de juzgarRepara en que por todos estos motivos esta alma que hace una oración perfecta, no teme el día del juicio y, con ansia libre de todo cuidado y preocupación, dice en su plegaria: Venga tu reino. Prosigue el salmo: Júzgame, Señor, según mi justicia. En el salmo precedente el que oraba era un enfermo en actitud más de implorar la piedad de Dios que de hacer el recuento de sus propios méritos; porque el Hijo de Dios vino a llamar a los pecadores a la penitencia. En aquel salmo se había expresado así: Sálvame, Señor, por tu misericordia, es decir, no en atención a mis méritos. Pero ahora que ha sido llamado y que ha guardado los mandamientos que recibió, se atreve a decir: Júzgame, Señor, según mi justicia y según mi inocencia sobre mí. La auténtica inocencia es la que no hace daño ni siquiera al enemigo. Lógicamente, pues, solicita que se le juzgue de acuerdo con su inocencia aquel que pudo decir con toda verdad: Si he devuelto males a los que me pagaban con males. La adición sobre mí puede aplicarse no sólo a la inocencia, sino también a 1a justicia. El sentido sería: Júzgame, Señor, según mi justicia y según mi inocencia, puesto una como otra están sobre mí. Con este aditamento demuestra que el hecho de ser justa e inocente el alma, no se lo debe a si misma, sino al Dios que resplandece e ilumina. De esta iluminación dice en otro salmo: Tú, Señor encenderás mi lámpara. Y de Juan se dice que no era él la luz, sino que daba testimonio de la luz. El era la lámpara que ardía y alumbraba. Luego aquella luz en la cual se encienden las almas como lámparas no luce con luz ajena, sino propia, porque es la misma verdad. Por eso se expresa así: Según mi justicia y según mi inocencia sobre mi, como si la lámpara que arde y luce hablara diciendo: Júzgame según la llama que está sobre mí, es decir, no por la llama que yo soy, sino según la llamapor la que brillo, encendida en ti.

9. [v. 10] Que se consume la maldad de los pecadores. Que se consume, dijo. Que llegue a su culminación conforme al pasaje del Apocalipsis: Que el justo se haga más justo y que el manchado se manche aún más. Vemos el colmo de la maldad en quienes crucificaron al Hijo de Dios, pero aún es mayor la de quienes no quieren vivir con rectitud y tienen aversión a los preceptos de la verdad por lo que fue crucificado el Hijo de Dios. Que se consume, pues, la maldad de los pecadores, es decir, que lleguen al colmo de la maldad, para que pueda hacer su entrada el juicio justo. Habida cuenta que no se ha limitado a decir que el manchado se manche aún más, sino también que el justo se haga más justo, prosigue diciendo: Y guiarás al justo, tú,oh Dios, que sondeas el corazón y las entrañas. ¿Cómo se puede guiar al justo sino en lo escondido? Porque de hecho, al comienzo de la época cristiana, los santos sufrían persecución incluso por causa de aquello que a los hombres les parecía signo de admiración, mientras que en la actualidad, una vez que el nombre cristiano ha escalado la cumbre de la popularidad, ha ido cundiendo la hipocresía, es decir, la simulación de todos aquellos que so capa de nombre cristiano prefieren agradar más a los hombres que a Dios. ¿Cómo se ve guiado el justo en medio de tanto confusionismo de simulaciones, sino cuando Dios sondea el corazón y los riñones, viendo los pensamientos de todos?Estos pensamientos están simbolizados en el corazón, mientras que los placeres lo están en los riñones. Efectivamente, resulta adecuado achacar a los riñones los placeres de las realidades terrenas, porque estas vísceras integran la parte inferior del hombre donde reside el placer de la generación carnal, por cuyo medio, con la sucesión de los hijos, se propaga la naturaleza humana a esta vida llena de calamidades y de alegrías engañosas. Al sondear, pues, Dios nuestro corazón y al reparar que éste se halla donde está nuestro tesoro, o sea, en el cielo; al sondear asimismo, los riñones y al fijarse que nosotros no nos complacemos en la carne ni en la sangre, sino que nuestro deleite es el Señor, Dios guía al justo en la conciencia misma, en presencia de sí mismo, donde no penetran las miradas humanas, sino sólo la del que penetra todos los pensamientos y placeres de cada cual. El objetivo de toda preocupación es el placer, porque todos se apoyan en sus propios afanes y pensamientos como trampolín que les lanza a los placeres. Así pues, el que sondea el corazón ve todas nuestras preocupaciones, y el que sondea los riñones ve también el objeto de esas preocupaciones: los placeres. Por tanto, el Dios que sondea el corazón y los riñones guía al justo al ver que nuestros anhelos no están decantados a la concupiscencia de la carne, ni a la concupiscencia de los ojos, ni a las ambiciones mundanas que pasan como la sombra, sino que nos sentimos arrastrados a los goces de las realidades eternas, inalterables ante cualquier mudanza. Nuestras acciones, realizadas de palabra y de obra, pueden ser algo que los hombres conocen, pero la intención con que las hacemos y los objetivos de nuestros deseos sólo los conoce el Dios que sondea los corazones y las entrañas.

10. [v. 11] Mi auxilio justo me viene del Señor que salva a los rectos de corazón. Dos son las funciones de la medicina: curar las enfermedades y mantenernos en forma. En relación con la primera función se dijo en el salmo anterior: Misericordia, Señor, que estoy enfermo. En relación con la segunda, se dice en este salmo: Si hay maldad en mis manos, si he devuelto mal a los que pagan con males, que yo sucumba vacío ante mis enemigos. En el primer texto ora para verse libre de la enfermedad; en el segundo ora ya sano para no recaer. Respecto a lo primero se dice: Sálvame, Señor, según tu misericordia. Con referencia a lo segundo se proclama: Mi auxilio justo me viene del Señor que salva a los rectos de corazón. Salvan tanto la una como la otra: la misericordia y la justicia. La primera nos hace pasar de la enfermedad a la salud; la segunda nos mantiene sanos. En la primera es un auxilio misericordioso, porque no tiene mérito alguno el pecador que aún desea estar justificado por la fe en el que justifica al impío. En la segunda es un auxilio justo, porque es un auxilio prestado ya al justo. Que hable en la primera el justo que dijo: Estoy enfermo, Señor, sálvame por tu misericordia. Hable en la segunda el justo que dijo: Si he devuelto males a los que me pagaban con males: mi auxilio justo me viene del Señor, que salva a los rectos de corazón. Si hace alarde de la medicina que nos devuelve la salud a los enfermos, ¡con cuánta mayor razón debe alardear de la medicina que nos mantiene en forma! Porque si cuando aún éramos pecadores Cristo murió por nosotros, ¡con cuánto mayor motivo, ahora que estamos justificados, él mismo nos salvará de la ira!

11. Mi auxilio justo me viene del Señor que salva a los rectos de corazón. Dios, que sondea los corazones y las entrañas, guía al justo. Por otra parte, con su auxilio justo salva a los rectos de corazón. Pero no salva a los rectos de corazón y de riñones de modo idéntico a como sondea los corazones y los riñones, ya que los pensamientos de un corazón depravado son malos, y los de un corazón recto son buenos. Los placeres no buenos se asocian a los riñones, porque son placeres inferiores y terrenales; los buenos pensamientos no se vinculan a los riñones, sino al corazón mismo. Por todo lo cual a los riñones no se les puede aplicar la rectitud como se le aplica al corazón puesto que en este caso donde existe el pensamiento existe el deleite, cosa que no puede ocurrir más que cuando se piensa en realidades divinas y eternas. Después de decir: La luz de tu rostro, Señor, se halla impresa en nosotros, dice: Has puesto alegría en mi corazón. En efecto, las figuraciones fantásticas temporales que se forja el espíritu cuando se ve zarandeado por expectativas mortales sin contenido, aunque entrañen a menudo una alegría delirante y enfermiza con sus imaginaciones vacías, este placer no hay que achacárselo al corazón, sino a los riñones. La razón es que todas aquellas fantasías vienen reclutadas de las realidades inferiores, es decir, de las realidades terrenas y carnales. Así se explica que Dios, al sondear el corazón y los riñones, al ver pensamientos rectos en el corazón, y al no ver en los riñones ningún tipo de deleites, brinda una ayuda justa a los rectos de corazón, donde los deleites supremos están asociados con los pensamientos limpios. Y por eso, cuando dijo en otro salmo: Hasta de noche me estuvieron recriminando los riñones, añadió acto seguido: Yo tenía siempre presente al Señor, porque se halla a mi derecha para que yo no vacile. En este texto subraya que personalmente ha sido sujeto paciente de las sugestiones que dimanan de los riñones, pero no del placer. De haber sufrido tales deleites o placeres, por supuesto que habría vacilado. Dijo además: El Señor está a mi derecha, para que yo no vacile, añadiendo a continuación: Por eso se me ha alegradoel corazón. Los riñones pudieron regañarle, pero no deleitarle. No es, por tanto, en los riñones donde tiene lugar el deleite, sino en aquel otro lugar donde Dios ha decidido estar a la derecha contra 1a censura de los riñones, es decir, en el corazón.

12. [v. 12] Dios es un juez justo, fuerte y paciente. ¿Qué Dios es el juez, sino el Señor que juzga a los pueblos? Es justo porque da a cada cual según sus obras. Es fuerte, porque, a pesar de ser poderosísimo, ha tolerado por nuestra salvación a los perseguidores impíos. Es paciente porque no llevó al tormento inmediatamente después de su resurrección ni siquiera a sus propios perseguidores, sino que les mantuvo con vida para que se convirtieran algún día de su impiedad a la salvación. Y sigue manteniéndolos, reservando el castigo definitivo para el juicio final e invitando hasta la fecha a los pecadores a la penitencia. No esgrimiendo su ira cada día. Quizá sea más expresiva 1a frase esgrimiendo su ira que airándose y así lo hallamos en los códices griegos, subrayando que en él no existe ira con que castiga. Existe en los sentimientos de aquellos ministros que acatan las ordenanzas de la verdad. Por ellos se transmite también el mando a los ministros de rango inferior llamados mensajeros de la ira para castigar los pecados. Estos sienten placer en castigar a los hombres no por un sentido de justicia que no tienen, sino por malicia. Por consiguiente, Dios no esgrime su ira cada día. Es decir, no convoca a diario a sus agentes para practicar la venganza. Actualmente, el aguante de Dios es una invitación a hacer penitencia, pero al final de los tiempos hará vibrar su espada, cuando los hombres, merced a su dureza y a su corazón empedernido, se atesoren ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.

13. [v. 13] Si no os convertís, blandirásu espada. El mismo Señor en cuanto hombre puede interpretarse como divina espada de dos filos, es decir, como espada que no blandió en su primera venida, sino que la escondió, por hablar de algún modo, en la vaina de su humildad, pero que blandirá cuando en su segunda venida baje a juzgar a los vivos y a los muertos en el esplendor ostensible de su gloria y sea relámpago de su luz para los justos y terror para los impíos. En otros códices en vez de blandirá su espada encontramos la expresión hará brillar su espada de dos filos. Con esta expresión creo que pone bien de relieve la última venida de la gloria del Señor, dado que a su persona se aplica el pasaje de otro salmo: Libra, Señor, mi alma de los impíos, tu espada de los enemigos de tu mano. Ha tendido su arco y lo ha preparado. No hay que restarle importancia al matiz de los tiempos verbales. A la espada le aplica el futuro blandirá, a1 arco le asigna el pretérito ha tendido. Acto seguido, viene una consecución temporal toda ella en pretérito.

14. [v. 14] Y en él dispuso los instrumentos de muerte; fabricó sus saetas para los ardorosos. Me gustaría interpretar este arco como las santas Escrituras, donde la dureza del Antiguo Testamento adquiere flexibilidad y queda domada con esa especie de nervio de reciedumbre del Nuevo Testamento. De este arco salen disparados los apóstoles como flechas o se lanzan proclamas divinas. Estas flechas las fabricó para los ardorosos, es decir, para quienes ardían tocados por el amor de Dios. ¿Con que otra flecha fue alcanzada aquella que dice: Introducidme en la bodega, instaladme entre los ungüentos, rodeadme de mieles, porque estoy herida de amor? ¿Con qué otras flechas se inflama quien, ansiando retornar a Dios y volver de este peregrinaje, acude en demanda de ayuda contra las lenguas fingidas y a quien se le dice: ¿Qué te va a dar o a proporcionar contra la lengua embustera? Flechas afiladas de valiente con ascuas devastadoras, para que, tocado e inflamado por ellas, ardas en un amor tan grande por el reino de los cielos que llegues a hacer caso omiso de todas las lenguas que se te enfrenten y pretendan apartarte de tu propósito, riéndote también de sus persecuciones y diciendo: ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Dificultades, angustias, persecuciones, hambre, desnudez, peligros, espada? Y prosigue: Estoy convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles, ni principados ni lo presente ni lo futuro, ni poderes, ni altura, ni abismos, ni ninguna otra criatura será capaz de separarnos del amor de Dios presente en Cristo Jesús, Señor Nuestro. Así pues, fabricó sus flechas para los ardorosos. Tal es la lectura que presentan los códices griegos. La versión latina de gran parte de los códices dice flechas ardientes. De todos modos, tanto si las flechas arden como si hacen arder, -cosa que es imposible si ellas no arden-, el sentido queda a salvo en su integridad.

15. Por otra parte, como el Señor no se limitó simplemente a colocar las flechas en el arco, sino que también dispuso instrumentos demuerte, podemos preguntarnos qué son esos instrumentos de muerte. ¿Son los herejes? En efecto, son estos herejes los que desde este arco, o sea, desde las Escrituras mismas, salen disparados contra las almas, no para inflamarlas de caridad, sino para que perezcan emponzoñadas de su veneno, cosa que no se realiza sin tener en cuenta los méritos personales. Por todo ello, esta disposición hay que atribuírsela a la divina providencia, no porque ella haga a los pecadores, sino por ser ella la que pone orden una vez que estos han pecado. Los que leen con mala voluntad por culpa del pecado, se ven obligados a entender mal. Ese es el castigo del pecado. Por su parte, los hijos de la Iglesia católica, debido a la muerte de estos pecadores, se ven despertados de su sopor mediante una especie de aguijón, avanzando de este modo en la inteligencia de las divinas Escrituras. Conviene que llegue a haber disensiones, dice, para que destaquen así los hombres de valía entre vosotros, es decir, entre los hombres, puestoque para Dios ya destacan. ¿Dispuso estas flechas y estos instrumentos demuerte para perdición de los infieles? ¿Fabricó estas flechas, ardientes o destinadas a los ardorosos, para ejercicio de los creyentes? Efectivamente, no es falso lo que dice el Apóstol: Para unos somos un olor de vida que da vidapara otros un olor de muerte que da muerte. Y para esto ¿quién tiene aptitudes? No tiene, pues, nada de extraño que los mismos apóstoles sean por un lado instrumentos de muerte para aquellos que les persiguieron, y por otro, flechas llameantes para inflamar los corazones de los fieles.

16. [v. 15] Finalizada esta gestión, llegará el juicio justo. Al hablar de él se expresa en estos términos para que comprendamos que el pecado propio de cada cual se convertirá en suplicio, y la maldad personal se trocará en castigo. No debemos pensar que aquella tranquilidad y aquella luz inefable de Dios son la fuente del castigo de los pecados, sino que ordenan los pecados de tal modo que aquello que constituyó un placer para el hombre, sea un instrumento de castigo en manos del Señor. Mirad, dice, dio a luz una injusticia. ¿Qué es lo que había concebido para parir la injusticia?Concibió fatiga, dice. Así se explica aquello de comerás tu pan con fatiga. Y también este otro pasaje: Venid a mí todos los que estáis fatigados y abrumados. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera. No hay posibilidad de poner coto a la fatiga si uno no ama aquello que no le pueden quitar contra su voluntad. Cuando aquello que nos pueden quitar contra nuestros deseos constituye el objeto de nuestro amor, es de todo punto necesario que sintamos miserablemente fatiga. Por lo demás, para agenciárnoslo nos vemos precisados a urdir inmoralidades, en el aprieto de las miserias humanas, cuando alguien quiere alzarse con ello, adelantarse a otro o hacerle extorsión. Con razón, se ajusta al orden quequien concibió fatiga, acabe pariendola injusticia. ¿Y qué es lo que pare sino aquello que a causa de su fatiga da a luz, aunque no haya dado a luz lo que concibió? En efecto, no nace lo que se concibe.Lo que se concibe es la semilla y lo que nace es el producto de la semilla. La fatigaes, por consiguiente, la semilla de la maldad; el pecado, por su parte, es lo que concibe la fatiga, es decir, aquel primer pecado que consistió en desertar de Dios. Luego el que había concebido fatiga parió la injusticia. Y parió la maldad, que aquí equivale a la injusticia. Por consiguiente, parió lo que a causa de su fatiga dio a luz. ¿Qué sigue a continuación?

17. [v. 16] Abrió una fosa y la ahondó. Abriruna fosa es tender una trampa en las realidades de la tierra, es decir, algo así como a ras del suelo, para que caiga la persona a la que desea engañar el injusto. Esta fosa se abre al dar el consentimiento a las sugerencias malas de los apetitos terrenales. Se ahonda cuando, después del consentimiento, se insiste en la ejecución del fraude. Pero, ¿cómo es posible que la maldad haga daño antes al hombre justo, contra el que va dirigida, que al corazón injusto de donde procede? Un estafador, por ejemplo, al querer perjudicar a otro, queda él personalmente destrozado por las heridas de la avaricia. ¿Y quién, por muy loco que sea, no repara en la diferencia existente entre uno y otro, viendo que el primero sufre un daño pecuniario, mientras que el otro sufre menoscabo de su inocencia? Caerá, pues, en la fosa que hizo. Que es lo que viene a decir otro salmo: Al Señor se le conoce haciendo justiciaEl pecador se enredó en sus propias acciones.

18. [v. 17] Recaerá la fatigasobre su cabeza, y su maldad bajará sobre su cráneo. Porque no quiso evitar el pecado, sino que se hizo una especie de esclavo bajo el pecado, según dice el Señor: Todo el que peca es un esclavo. Luego la maldad estará encima de él, al quedar él sometido a ella. Porque no pudo decirle al Señor lo que dicen los inocentes y los rectos: Tú eres mi gloria y el que mantienes alta mi cabeza. Su inferioridad es de tal calibre que su maldad está por encima de él y cae sobre él. Le abruma, le agobia y no le deja retomar el vuelo al descanso de los santos. Esto acontece cuando en el hombre que ha invertido el orden la razón es esclava y la pasión es patrona.

19. [v. 18] Confesaré al Señor según su justicia. No se trata de una confesión de los pecados, ya que quien pronuncia estas palabras es el que hace unos momentos decía con toda sinceridad: Si existe maldad en mis manos. Es una confesión de la justicia de Dios, que nos hace hablar así: Realmente eres justo, Señor, cuando das a tus justos tal protección que los iluminas por ti mismo, y ordenas a los pecadores de tal modo que el castigo que les cae encima no procede de tu malicia, sino de la suya. Esta confesión supone tal alabanza al Señor que de nada les sirven sus blasfemias a los impíos. Estos, al tratar de excusar sus crímenes, no quieren reconocer su propia culpabilidad en el hecho del pecado, es decir, no quieren echar a su propia culpabilidad sus culpas reales. Así pues, o se la imputan a la suerte o al hado o ponen por medio al diablo, cuyas sugestiones por voluntad de Dios podemos rechazar, o introducen otra naturaleza que no procede de Dios. Esto es andar dando bandazos en su miseria y extravío,más que confesar a Dios para que les perdone. No conviene que se le perdone sino a aquel que dice: he pecado. Por eso, quien observa que Dios ordena los merecimientos de las almas de modo que dando a cada cual lo suyo no haya violación alguna de la belleza del universo, alaba a Dios en todo. Esta confesión no es propia de los pecadores, sino de los justos. No es confesión de pecadores porque dice el Señor: Te confieso Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Y en el Eclesiástico se dice: Confesad al Señor en todas sus obras. En vuestra confesión diréis: Las obras del Señor son todas buenas de verdad. Todo esto tiene cabida en la interpretación de este salmo cuando alguien, con intención piadosa y con la ayuda del Señor, hace distinción entre la recompensa de los justos y los tormentos de los pecadores; cómo todas las criaturas creadas y gobernadas por Dios se embellecen mediante estas dos disposiciones con una belleza maravillosa y de pocos conocida. Por eso dice: Confesaré al Señor según su justicia, como aquel que considera que Dios no ha creado las tinieblas, pero las ha ordenado. En efecto, Dios dijo: Hágase la luz, y se hizo la luz. No dijo: Háganse las tinieblas, y se hicieron las tinieblas. Sin embargo, les dio un orden. Justamente por eso se dice: Y separó Dios la luz de las tinieblas, y llamó Dios a luz día y a las tinieblas noche. Es importante esta distinción: hizo lo uno y ordenó lo otro. Lo último no lo hizo, sin embargo le impuso un orden. Por lo demás, en las tinieblas se simbolizan los pecados, tal como vemos en el profeta: Tus tinieblas se convertirán en mediodía. Y el apóstol que dice: El que odia a su hermano vive en tinieblas, pero sobre todo aquel pasaje: Dejemos las actividades propias de las tinieblas y pertrechémonos de las armas de la luz. Esto no quiere decir que las tinieblas tengan entidad sustancial. Pues toda naturaleza en cuanto tal es una entidad, tiene ser, y este ser está vinculado a la luz, mientras que el no ser queda vinculado a las tinieblas. Por consiguiente, el que abandona a aquél por quien fue hecho y se vuelca hacia aquello de lo que fue hecho, es decir, haciala nada, va entenebreciéndose en este pecado. Sin embargo, no muere en su totalidad, sino que queda ordenado entre las realidades ínfimas. Por tal motivo, después de haber dicho Confesaré al Señor, y para evitar que entendiéramos esto como confesión de los pecados añadió para finalizar: Y salmodiaréal nombre del Señor Altísimo. Salmodiar está asociado al gozo; el arrepentimiento de los pecados, a la tristeza.

20. También puede interpretarse este salmo con referencia a la persona del Hombre-Señor, con tal de que todo cuanto en él se ha dicho con matices de humildad y sometimiento tenga relación con nuestra flaqueza asumida por él.

Traducción: José Cosgaya García. OSA

viernes, 8 de abril de 2016

VIA CRUCIS- AÑO DE LA MISERICORDIA (V)

Quinta estación: JESÚS AYUDADO POR EL CIRINEO

 Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

 No faltan cruces ni, tampoco, personas cuando esas cruces se arrastran por los caminos. Pero, en determinados momentos, si que se echan en falta “manos constantes” que, además de acompañar un trayecto, se comprometan en hacerlo por más tiempo. La crisis de determinadas vocaciones al ministerio sacerdotal o incluso la vida religiosa, depende en gran medida de eso: asusta, por sistema, lo definitivo, “el para siempre”. Dar con personas que se brinden para unas horas, para un mes o para un año o para una causa es relativamente fácil. Contar con braceros para siempre es difícil. Simón de Cirene fue la excepción entre los cientos de personas que contemplaban el cortejo de la cruz al calvario.

 No hace todavía dos años, en Madrid, un niño de cinco años se arrojó por el balcón de un quinto piso. Un hombre que venía de dar un paseo, como el Cirineo, pudo cogerlo en sus brazos sin graves daños para ninguno de los dos. Precisamente ese hombre se llamaba Salvador. ¿Salvas tú de algunas situaciones dolorosas a los que pasan a tu lado? ¿Eres “salvador” en guardia y retaguardia? Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


Ntro. Padre Jesús Nazareno "El Abuelo". Jaén

http://www.javierleoz.org/Javier%20Leoz/Ciclo%20C%2015-16/Ordinario/Viacrucis%20breve.pdf

miércoles, 6 de abril de 2016

COMENTARIO AL SALMO 6- SAN AGUSTÍN

SALMO 6

1. [v. 1] Para el fin. Entre los himnos de octava. Salmo de David. La expresión octavo uoctava nos parece un tanto confusa. El resto del título nos parece más comprensible. Algunos la han interpretado como el día del juicio, es decir, el tiempo de la parusía de nuestro Señor, cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos. Se cree que esta parusía o llegada tendrá lugar en el plazo de siete mil años comenzando a contar desde Adán. Este lapso de siete mil años equivaldría a siete días, y a continuación vendría el lapso de tiempo equivalente al día octavo. Pero como el Señor dijo:No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha reservado a su autoridadel día y la hora nadie los sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solamente el Padre. Por otra parteel pasaje bíblico donde se dice que el día del Señor se presentará como un ladrón, pone de relieve con suficiente claridad que a nadie le incumbe arrogarse el conocimiento de esa fecha en base a cualquier tipo de cómputos temporales. Porque si de hecho aquel día tuviera lugar a los siete mil años, todos los hombres contarían con la posibilidad de conocer esa venida. No tienen más que hacer un recuento de los años. Pero, en tal hipótesis, ¿dónde quedaría la afirmación del Señor de que ese extremo no lo conoce ni siquiera el Hijo? Este enunciado está hecho basándose en el hecho de que los hombres no se informan del acontecimiento por conducto del Hijo, no porque él lo desconozca, sino por atenerse a aquella expresión: Quiere el Señor Dios vuestro probaros para saber, es decir, para hacer que sepáis, y esta otra: Levántate, Señor, es decir haz que nos levantemos. Por consiguiente, si se afirma que el Hijo desconoce este día -no porque de hecho lo desconozca, sino porque hace que lo desconozcan aquellos a quienes no les incumbe conocerlo-, o sea, que no se lo manifiesta, ¿qué pretende ese tipo de conjeturas que no sé cómo calificar y que, basándose en cómputos de años, espera con seguridad matemática el día del Señor dentro de siete mil años?

2. En resumidas cuentas, como el Señor quiso mantenernos en la ignorancia sobre este punto, aceptémoslo de buena gana y analicemos el significado de este título expresado en las palabras sobrela octava o sobre el octavo. Naturalmente cabe la posibilidad, sin incurrir en cálculos temerarios, de interpretar este día octavo como día del juicio, teniendo en cuenta que, una vez que alcancen la vida eterna después del fin del mundo, las almas de los justos ya no estarán sujetas a lo temporal. Y puesto que el conjunto del tiempo va deslizándose dentro de la periodicidad de estos siete días, es posible que el día exento de tales vaivenes reciba la denominación de día octavo. Existen, además, otros motivos interpretativos, sin tener que recurrir al absurdo, que responden al por qué al día octavo se le llama día del juicio que tendrá su realización después de las dos generaciones: de la generación referente al cuerpo y de la generación referente al alma. Desde Adán hasta Moisés el hombre vivió según el cuerpo, es decir, según la carne. Este hombre recibe la calificación de hombre exterior y de hombre viejo. Fue el destinatario de la Antigua Alianza, a fin de que, mediante las prácticas religiosas aunque todavía carnales, fuera un signo previo de las prácticas espirituales del futuro. En todo este lapso de tiempo en que se vivía según el cuerpo, reinó la muerte, en expresión del Apóstol, incluso entre los que no habían pecado. Y reinó a semejanza de la transgresión de Adán, como el mismo Apóstol dice. La expresión hasta Moisés hay que interpretarla como sigue: hasta la aparición de las obras de la Ley, es decir, hasta la observancia carnal de aquellos misterios que, en virtud de cierto secreto, mantuvieron atados de pies y manos incluso a aquellos que estaban sometidos a un único Dios. Pero desde la venida del Señor, cuando se realizó el paso de la circuncisión de la carne, a la circuncisión del corazón, apareció la convocatoria que nos intimaba a vivir según el alma, es decir, según el hombre interior, también llamado hombre nuevo, en virtud o en base a la regeneración y a la renovación de sus prácticas espirituales. Por lo demás, resulta evidente que el número cuatro guarda conexión con el cuerpo debido a los cuatro famosos elementos de que consta y también debido a sus cuatro cualidades o características: seca, húmeda, cálida y fría. Por eso su gestión también se lleva a cabo en las cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Esto es de sobra conocido. Ya en otra parte se ha tratado con mayor agudeza del número cuatro referido al cuerpo, pero también con una mayor ambigüedad y oscuridad. En este sermón queremos evitar este extremo, ya que pretendemos adaptarlo incluso a los menos eruditos. Respecto al número tres, cabe la posibilidad de interpretarlo en conexión con el espíritu, basándonos para ello en la triple intimación al amor de Dios: con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente. Pero todo ello constituye tema propio del evangelio, no de los salmos. Ahora bien, por lo que respecta al testimonio del número tres relativo al espíritu, creo que con lo dicho basta por ahora. Así pues, una vez que hayan transcurrido los números del cuerpo relativos al hombre viejo y al Antiguo Testamento; transcurridos, asimismo, los números del espíritu relacionados con el hombre nuevo y con el Nuevo Testamento, y transcurrido el número siete -ya que cada uno de ellos tiene su desarrollo temporal: el cuatro en el cuerpo y el tres en el espíritu-. Se presentará el día octavo, día del juicio, que dará a cada uno según sus méritos y que transferirá a los santos no a las obras temporales, sino a la vida eterna, mientras condenará para siempre a los pecadores.

3. [v. 2] Alarmada por el temor a tal castigo, la Iglesia ora en este salmo: Señor, no me corrijas con ira. También el Apóstol la llama ira del juicio: Te estás almacenando ira para el día de la ira del justo juicio de Dios. Todos los que ansían la salud en esta vida rechazan verse escarmentados por la ira. No me corrijas en tu cólera. Corrijas, parece una forma más suave, pues tiene como objetivo la enmienda. El que es objeto de reproches y de acusación es de temer que tenga como paradero la perdición. Pero sabiendo, a nuestro entender, que la cólera tiene mayor intensidad que la ira, podemos ahora cuestionarnos por qué la corrección, más templada de suyo, se sitúa al lado de la cólera, naturalmente más dura. Personalmente soy de la opinión de que los dos vocablos significan una misma realidad. El griego thymós del verso primero es sinónimo de orgé en el verso segundo, y cuando los traductores latinos trataron de elegir dos palabras, buscaron un sinónimo de ira y pusieron cólera. De todos modos existen variantes en los diversos códices. En unos aparece en primer término ira y en segundo cólera. En otros ocurre a la inversa. Y hay algunos donde en vez de cólera aparece el vocablo indignación o amargura. Sea de ello lo que fuere, se trata de un movimiento psíquico que induce a provocar castigo. Pero este movimiento psíquico no cabe atribuírselo a Dios igual que lo achacamos a nuestro espíritu. De Dios se dice: Tú, Señor poderoso, juzgas con serenidad. Ahora bien, donde reina la serenidad no cabe convulsión alguna. Consiguientemente, en Dios juez no cabe alteración. Pero la alteración que se da en sus ministros, dado que está relacionada con sus leyes, se llama ira de Dios. Es precisamente en esta ira en la que no quiere verse reprochada el alma que ora en la actualidad. Tampoco quiere que la corrijan, es decir, que la enmienden o que la eduquen. El texto griego presenta la lectura paidéuses, eduques. En el día del juicio son objeto de reproche cuantos no han sentado el cimiento que es Cristo. Y son objeto de enmienda o rectificación cuantos, sobre este cimiento, levanten un edificio de madera, de barro o de paja. Todos ellos sufrirán daño o menoscabo. No obstante, saldrán con vida, pero como quien pasa a través del fuego. ¿Cuál es el objeto de la oración de esta persona, si no quiere que la ira de Dios la reproche o la enmiende? ¿Qué va a pedir sino la curación? Naturalmente. Donde hay una curación ya no existe ni miedo de morir, ni temor a una intervención quirúrgica a base de cauterio o bisturí.

4. [v. 3-4.] El salmista prosigue diciendo: Misericordia, Señor, que estoy enfermo; cúrame, Señor, porque mis huesos están dislocados, es decir, la estabilidad y vigor de mi alma. Tal es el sentido de la expresión mis huesos. A1 aludir a éstos, el alma dice que tiene dislocada su robustez. Pero esto no nos tiene por qué llevar a pensar en que el alma tenga huesos como los que vemos en el cuerpo. Por eso, para evitar la interpretación de estos huesos aplicada al cuerpo, a este planteamiento responde el texto que sigue: Mi alma está muy alteradaY tú, Señor, ¿hasta cuándo? ¿Quién al llegar a este pasaje no ve en él reflejada el alma que se debate en sus dolencias, cuando el médico ha alargado tanto el tratamiento que llega a la convicción de que el mal en que ha ido precipitándose reviste tanta gravedad? Lo que tiene fácil curación apenas si es motivo de desasosiego, pero cuando la curación entraña dificultades, el cuidado de la salud registra mayor esmero. Por consiguiente, no hay que considerar cruel a Dios cuando se le apostrofa: Y tú, Señor, ¿hasta cuando? Al revés, Dios es un buen pedagogo sobre los males del alma que se ha acarreado a sí misma. Esta alma no ha llegado todavía a una oración tan perfecta que se le pueda decir: Mientras aún estés hablando, yo responderé: aquí estoy. Simultáneamente el alma tiene que reconocer un hecho: si los que se convierten a Dios encuentran tantas dificultades, ¿cuánto mayor será el castigo dispuesto para los pecadores que no quieren convertirse? Exactamente lo mismo que se dice en otro pasaje: Si el justo a duras penas se salva, ¿qué va a ser del impío y del pecador?

5. [v. 5] Vuélvete, Señor, y liberta mi alma. En su actitud personal de retorno, ruega que también Dios se vuelva hacia ella, de acuerdo con el pasaje: Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, dice el Señor. ¿O la expresión vuélvete, Señor, hay que interpretarla en el sentido de: haz que yo me vuelva? Súplica que tendría su explicación en la experiencia de las dificultades y fatigas que entraña la acción de retornar. Nuestra conversión total encuentra dispuesto al Señor, tal como lo expresa el profeta: Lo hallaremos dispuesto como la aurora mañanera. Nuestra pérdida de Dios no se debe a una ausencia suya, ya que está en todas partes. Ha sido obra nuestra al darle la espalda. Estaba en este mundo, dice Juan, y el mundo se hizo mediante Él, y el mundo no lo conoció. Si, pues, estaba en este mundo y el mundo no lo conoció, es debido a que nuestra impureza no tolera contemplarle a él. Y en nuestra operación de retorno, es decir, mientras remodelamos nuestro espíritu cambiando nuestro antiguo modo de vivir, sentimos en nuestra propia carne lo duro y laborioso queresulta replegarse desde la noche cerrada de los apetitos terrenales hasta la serenidad y tranquilidad de la luz divina. En tal coyuntura decimos: Vuélvete, Señor. Es decir, ayúdanos para que nuestro retorno sea completo, te halle dispuesto y te muestres como objeto de fruición de quienes te aman. Por eso, después de decir vuélvete, Señor, añadió: Y libera mi alma. Como si estuviera estancada entre las vacilaciones y titubeos de este mundo. Como si en esta operación de retorno se viera obligada a aguantar las punzaduras de deseos desgarradores. Sálvame, por tu misericordia. Comprende que la sanación no es algo imputable a sus propios méritos, ya que en realidad el pecador y el transgresor de un precepto estipulado eran acreedores de un justo castigo. Sáname, pues, dice, no en atención a mis méritos, sino por tu misericordia.

6. [v. 6] Porque en el reino de la muerte no hay nadie que se acuerde de ti. Deduce, asimismo, que la conversión o retorno es tarde ahora, porque, una vez que pase esta vida, lo único que resta es la retribución según los méritos. Y en el infierno, ¿quién te confesará? Lo confesó en el infierno aquel ricachón de que habla el Señor, que vio a Lázaro en medio del solaz mientras él sufría rodeado de tormentos. Y su confesión llegó hasta el colmo de pretender alertar a sus familiares de que se abstuvieran de pecar en evitación del castigo del abismo infierno cuya existencia ponían en tela de juicio. Y aunque su confesión fue un rasgo completamente inútil, al pretender prevenir a sus parientes para que no se precipitaran en aquellos tormentos, proclamó de manera inequívoca que era acreedor de ellos. ¿Qué significa, pues, el pasaje: en el infierno, ¿quién te confesará? ¿Quiso que se entendiera por infierno el lugar donde se precipitarán los impíos después del juicio y donde, debido a las tinieblas más intensasno verán ni un resquicio de la luz de Dios como para confesarle lo más mínimo. Respecto a este personaje, simplemente con levantar los ojos, pudo contemplar a Lázaro instalado en el descanso, aunque los separaba un abismo inmensoCotejando su persona con la propia, se vio precisado a confesar los méritos del otro. También cabe otra interpretación. Puede denominar muerte al pecado cometido por desprecio de la ley divina, hasta el punto de llamar muerte al aguijón de la muerte precisamente porque acarrea la muerte. En efecto, el pecado es el aguijón de la muerte. En esta muerte el desprecio de la ley y de los mandamientos de Dios equivale al olvido personal que tenemos de Dios. De este modo llamaría infierno a la ceguera de espíritu que se apodera y termina por cercar al que peca, es decir, al que muere. Como además, en expresión del Apóstol, no mostraron conocer a Dios, Dios los entregó a un modo de pensar reprobable. Lo que el alma suplica es que 1e den garantías ante esta muerte y ante este infierno,al tiempo que se afana por volvera Dios y tropieza con dificultades.

7. [v. 7]. En contexto con lo anterior, prosigue: Me he agotado de tanto gemir. Y viendo el poco provecho que esto le ha reportado, añade: Noche tras noche lavaré mi lecho. Llama lecho al lugar donde descansa el espíritu débil y desmejorado. Es decir, está recostado en el placer corporal y en todos los deleites mundanos. Todo este tipo de placeres los lava con lágrimas quien intenta zafarse de ellos. Por un lado, ve que ya desaprueba los apetitos de la carne, mientras que, por otro, su debilidad es fácil presa del placer, y en el placer se halla a gusto. Si no se halla curado, el espíritu no puede levantarse de este lecho. La expresión noche tras noche quizá quiso interpretarla como sigue: quien goza de disponibilidad de espíritu percibe una pequeña lucecita de la verdad. No obstante, debido a la debilidad de la carne, se apoltrona de vez en cuando en los placeres de este mundo. En cierto modo se ve como forzado a soportar días y noches, con alternativas de sentimientos encontrados. Tal ocurre cuando dice: Con la mente sirvo a la ley de Dios. Entonces barrunta el día. Por el contrario, cuando dice: mas con mi carne estoy sujeto a la ley del pecado, se escora hacia la noche, hasta que ésta pase en su totalidad y apunte el único día del que se dice: Por la mañana me presentaré delante de ti y veré. Sólo entonces hará acto de presencia. Ahora está acostado mientras se encuentra en el lecho, que lavará noche tras noche para, con tanta abundancia de lágrimas, recabar una medicina enérgica y operativa procedente de la misericordia de Dios. Regaré con lágrimas mi cama. Es una reiteración. Al decir con lágrima subraya la expresión anterior, lavaré. La expresión actual lecho es sinónimo de la anterior, cama. Aunque, bien miradas las cosas, regarétiene un sentido más profundo que lavaré, porque el lavado puede suponer una operación periférica o superficial, mientras que el riego es algo que cala profundamente. Riego es la traducción adecuada de ese llanto que penetra hasta las intimidades del corazón. La alternancia temporal, que emplea pretérito al decir: me agoté de tanto gemir, para pasar al futuro en las expresiones: lavaré noche tras noche mi lecho, y regaré con lágrimas mi cama, patentiza las sugerencias que debe hacerse todo aquél que en sus gemidos no ve más que actitud frustrante. Es algo así como si dijera: nada he adelantado con tales prácticas; por tanto voy a hace otra cosa.

8. [v. 8] Tengo mi ojo irritado por la ira. ¿Se trata de una irritación personal que le lleva a pedir que no se le corrija ni se le reproche nada, o se trata de la ira de Dios? Si se trata de la ira de Dios, simbolizada en el día del juicio, ¿cómo cabe entenderla referida al presente? ¿Acaso es una incoación de la ira de Dios el que los hombres padezcan en la actualidad dolores y sufrimientos y, lo que es peor, el trastorno en la comprensión de la verdad, como ya apunté al aducir el texto: Dios los entregó a un modo de pensar reprobable? En efecto, se trata de una ceguera mental. Quien se ve abandonado a ella, queda excluido de la luz interior de Dios. Pero no se trata de una exclusión radical mientras el hombre está con vida. Hay unas tinieblas exteriores que preferentemente se interpretan aplicadas al día del juicio. Se halla radicalmente fuera de Dios todo el que se niega a corregirse mientras cuenta con tiempo para ello. ¿Y qué es estar radicalmente fuera de Dios sino estar instalado en la ceguera absoluta? La realidad es ésta, puesto que Dios mora en una luz inaccesible donde tienen acceso los destinatarios de la invitación: entra en el gozo de tu Señor. Según esto, la incoación de esta ira es la que experimentan todos y cada uno de los pecadores. Ante el temor al día del juicio sufren y se lamentan para no verse abocados a aquel extremo de cuyos inicios ya tienen una experiencia actual bastante funesta. Por eso no dijo: Mi ojo se ha apagado, sino mi ojo se ha irritado por la ira. Nada tiene de extraño que diga que su ojo está irritado por la ira. Quizá haya tomado pie de este pasaje la expresión: Que la puesta del sol no os sorprenda en vuestra ira. Dentro de si misma, la mente considera ese sol interior, que es la Sabiduría de Dios, como un sol ya puesto. La misma irritación de su ojo no le permite verlo.

9. He envejecido entre todos mis enemigos. Hasta ahora sólo había hablado de la ira, en el supuesto de que se refiera a la ira personal. Pero una vez que contempló el resto de los vicios, vio que todos le habían puesto asedio. Al ser estos vicios propios de la vida vieja y del hombre viejo, del que tenemos que despojarnos para vestirnos del nuevo, la expresión he envejecido resulta exacta. Al decir entre todos mis enemigos puede referirse bien a los vicios mismos, bien a los hombres que no quieren convertirse a Dios. Estos, en efecto, aun sin saberlo, aun perdonando, aun asistiendo a los mismos banquetes, viviendo en la misma casa y en la misma ciudad sin que medie ningún tipo de pleitos, aun disfrutando de la conversación y de la charla habitual en una especie de concordia, son enemigos de los que se convierten a Dios, ya que sus objetivos son contrarios. Los unos, al amar el mundo y al írseles los ojos tras él, y los otros, al ansiar liberarse de este mundo, son enemigos entre si. ¿Quién no ve esto? Estos enemigos, si les es posible, arrastran a los buenos al castigo. Ya es un gran don desenvolverse a diario entre sus conversaciones y no salirse del camino de los mandamientos de Dios. Pues ocurre con frecuencia que el alma que se embarca en la aventura de ir a Dios tiembla estremecida cuando va de camino. Y con relativa frecuencia no realiza su buen propósito precisamente para no provocar a aquéllos con quienes convive, ya que éstos aman y persiguen los bienes perecederos y transitorios. Toda persona sana se aparta de estos últimos no con distancia local, sino espiritual y afectiva.Efectivamente, los cuerpos ocupan lugar, pero el lugar del espíritu es su propia querencia.

10. [v. 9] Por todo lo cual, tras el agotamiento, los gemido y la asidua periodicidad de las lágrimas -dado que no puede ser inútil lo que constituye el ruego apasionado ante el que es fuente de todas las misericordias-, se ha dicho con toda propiedad: El Señor está cerca de quienes tienen atribulado su corazón. Al dar a entender que el alma piadosa ha sido escuchada después de pasar por dificultades tan grandes -realidad perfectamente aplicable también a la Iglesia-, mira lo que añade: Apartaos de mi todos los obradores de maldad, porque el Señor ha escuchado la voz de mi llanto. Una de dos: o se trata de una expresión profética basada en el hecho del distanciamiento de impíos y justos en el día del juicio, o se trata de algo actual. Porque, aunque unos y otros estén englobados en idénticos grupitos, en la era se hallan ya los granos bien limpios y separados de la paja, aunque se mantengan ocultos entre ella. Podrán vivir juntos, pero el viento no los aventará juntos.

11. [v. 10] Porque el Señor ha escuchado la voz de mi llanto. El Señor ha escuchado mi súplica, el Señor ha acogido mi oración. La repetición periódica de una misma expresión muestra los sentimientos del que está gozoso, no una especie de necesidad del expositor. Ese es el modo de hablar de la gente satisfecha: no les basta expresar su alegría una sola vez. Tal es el fruto de aquel gemido agotador y de aquellas lágrimas con que se lava el lecho y se riega la cama, porque los que siembran con lágrimas cosechan entre cantares, y dichosos los que lloran porque ellos serán consolados.

12. [v. 11] Que se avergüencen y llenen de turbación todos mis enemigos. Hace poco dijo: Apartaos de mí, y esto puede ocurrir en esta vida, como quedó expuesto. En cuanto al pasaje que se avergüencen y llenen de turbación, no acabo de ver su realización más que dentro del marco del día en que se harán públicos los premios de los justos y los suplicios de los pecadores. Porque lo que es ahora, los impíos no sólo no se avergüenzan, sino que no cesan de denigrarnos. Y con frecuencia sus insultos tienen tanta eficacia que consiguen que los débiles se avergüencen del nombre de Cristo. Pero viene muy a cuento el pasaje: Quien se avergüence de mí delante de los hombres, yo me avergonzaré de él delante de mi Padre. A mayor abundamiento, es víctima de la mordacidad de los impíos todo el que desee llevar a la práctica aquellos mandatos de repartir las riquezas; dar limosna a los pobres, para que su justicia dure por siempre, y, después de vender todas sus posesiones de la tierra y de darlas a los pobres, quiera seguir a Cristo, diciendo: Nada trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos, así que teniendo qué comer y con qué vestirnos, démonos por contentos. Los que se niegan a curarse le tildan a uno de anormal y desequilibrado. Y ocurre con frecuencia que, para evitar que la gente sin esperanza y desahuciada le califique de este modo, llega a vacilar en el cumplimiento o deja para más adelante las recetas del médico más fiable y eficiente. Por tanto, no pueden avergonzarse aquellos por cuyo medio no deseamos avergonzarnos nosotros, como es de esperar, ni demos marcha atrás, ni se nos pongan obstáculos o rémoras. Pero llegará el momento en que sean ellos los que se avergüencen, repitiendo aquello de la Escritura:Estos son aquellos de quienes un día nos reíamos y les convertimos en objeto de escarnio. Nosotros, insensatos, tuvimos su vida por locura, y considerábamos su muerte como una deshonra. ¿Cómo es que ahora se cuentan entre los hijos de Dios y comparten su herencia con los santos? Luego nos extraviamos del camino de la verdad, y la luz de la justicia no nos alumbró, y el sol no salió para nosotros. Nos hartamos del camino de la maldad y de la perdición, recorrimos soledades intransitables, pero no reconocimos el camino del Señor. ¿De qué nos ha servido nuestro orgullo? ¿Qué nos ha aportado el jactarnos de nuestras riquezas? Todo aquello pasó como una sombra.

13. En cuanto al pasaje: Que retornen y queden confundidos, ¿quién no pensará que todos cuantos no quisieron retornar a la salud reciben como castigo justísimo un retorno a la confusión? Acto seguido añadió: Con suma celeridad. Cuando el día del juicio comience a privarles de toda esperanza y cuando estén diciendo "hay paz", entonces, de improviso, les caerá encima el exterminio. Venga cuando viniere, vendrá de repente lo que se desconfiaba que iba a venir. Sólo la esperanza de vivir hará que apreciemos la longitud de la vida. De hecho, nada nos parece más fugaz que cualquiera de los momentos vitales ya pasados. Según eso, cuando llegue el día del juicio podrán observar los pecadores que no es larga la vida que pasa. Y en términos absolutos, no cabe que piensen que ha llegado tarde lo que ha llegado sin que ellos personalmente lo hayan deseado y, menos aún, creído. También cabe otra interpretación. Puesto que Dios prestó oídos al alma en medio de sus gemidos y de su llanto prolongado, se interprete su propia liberación de los pecados, el dominio de todos los movimientos pervertidos de la inclinación carnal, a tenor de lo que dice: Apartaos de mí todos los obradores de maldad, porque Dios ha escuchado la voz de mi llanto. Cuando esto suceda, no tendrá nada de extraño, habida cuenta de su grado personal de perfección, que rece por los enemigosDe acuerdo con esto, el pasaje que retornen y queden confundidos todos mis enemigos se puede interpretar así: que hagan penitencia de sus pecadoscosa que no es posible sin que se siga desasosiego y la alteración. No existe, pues, inconveniente alguno en interpretar el pasaje que retornen y se avergüencen en el sentido de que se conviertan a Dios y se avergüencen de que en otro tiempo hicieron alarde de sus pasadas tinieblas de pecados, tal como lo expresa el Apóstol: ¿Qué gloria obtuvisteis entonces de aquello que ahora os causa rubor? En cuanto a la expresión final, con suma celeridad, hay que relacionarla o bien con los sentimientos del que suplica, o bien con el poder de Cristo que, con una carrera temporal tan vertiginosa, convirtió a los gentiles que, por defender a sus ídolos, perseguían a la Iglesia.

Traducción: José Cosgaya García. OSA

domingo, 3 de abril de 2016

7 PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ (VI)




 «Todo está consumado»

De Tu parte, ¡sí¡
De nuestra parte,
nos falta aún ese largo día a día
de cada historia humana,
de toda la Humana Historia.

Tú ya lo has hecho todo, ¡Rey y Reino!
Todo está por hacer, a la luz del Reino,
en esta noche que nos cerca
(de lucro y de egoísmo,
de miedo y de mentira,
de odios y de guerras).

El Padre te dio un Cuerpo de servicio
y Tú has rendido el ciento, el infinito.
Todo está consumado,
en el Perdón y en la Gloria.
Todo puede ser Gracia,
en la lucha y en el camino.

Ya has sido el Camino, Compañero.
Y eres, por fin, ¡la Llegada!
En tu Cruz se anulan
el poder del Pecado
y la sentencia de la Muerte.
Todo canta Esperanza...

Cristo de los Favores, parroquia de San Cecilio de Granada




viernes, 1 de abril de 2016

VIA CRUCIS- AÑO DE LA MISERICORDIA (IV)

Cuarta estación: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE

Te adoramos y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

 La madre es en muchas culturas lo más hermoso, lo más grande: todo. Y es que Dios quiso darle el poder de traer la vida al mundo y cuidar de ella. Es “la mano que mece la cuna, mueve el mundo”. Es el amor que nunca defrauda. Es cuerpo que se coloca entre nuestro cuerpo y el suelo. Madre no es sólo traer hijos al mundo ni tampoco tirarlos en el estercolero del fácil aborto. Una famosa educadora afirmó: “Eduquen a un hombre y habrán hecho un ser útil para la sociedad. Eduquen a una mujer y habrán educado a toda una familia”.

 Junto a los grandes hombres de la historia está una mujer que entregó todo lo que tenía: cariño, tiempo, talento. Junto a los famosos están sus madres que han hecho que los sueños fueran una realidad.

San Agustín, contó con una madre que acudió siempre al encuentro de sus miserias. Su conversión, lo dice él, se debe al empeño constante de su madre Santa Mónica. San Francisco Javier, desde su infancia, fue alentado en su fe y alertado del cómo vivir según Dios en los brazos de su madre, María. Y, a los pies de la cruz, María. ¿La sientes en la tuya? Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


http://www.javierleoz.org/Javier%20Leoz/Ciclo%20C%2015-16/Ordinario/Viacrucis%20breve.pdf