En la mirada de la Virgen María vemos la ternura de la mirada de Dios, vemos la ternura de la mirada de una madre que mira a sus hijos. Su mirada, su rostro nos muestra un rostro de fe, un rostro de disponibilidad y un rostro de humildad.
La mirada de la Virgen: mirada de fe
En la vida de María y en la vida de cada uno de nosotros es Dios el que lleva las riendas, es Dios el que va actuando, unas veces no sabemos cómo y otras veces no logramos entenderlo. María estaba desposada con José nos ha dicho el evangelio. María estaba de lleno en el trajín de la vida como cualquiera de nosotros, con sus compromisos, sus actividades, su círculo de relaciones y sus planes de desposorios. Y Dios irrumpe en medio modificando sus planes, proyectos e ideas que ha compartido con personas y que ha ido alimentando y perfilando a lo largo del tiempo, justo en el momento en que están al alcance de la mano, en que parece que está atado y resuelto y que el tiempo corre a su favor.
Dios irrumpe con un modo que provoca el asombro, el desconcierto "Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba que saludo era aquél" La acción de Dios provoca una conmoción inesperada, nos saca de las tranquilas y conocidas casillas en que andábamos metidos. Nos preguntamos por qué Dios permite el mal en el mundo, por qué las guerras, por qué el terrorismo. Por qué Dios permite la enfermedad de mi marido, el accidente de mi esposa o la muerte de mis padres, por qué permite que pase yo por una enfermedad ¿Por qué? Son cuestiones que muchas veces nos preguntamos los seres humanos.
Es entonces cuando ponemos en marcha el mecanismo de nuestra imaginación y comenzamos a destilar pensamientos y a "rumiar" mucho lo sucedido todo gobernado por la sorpresa por la acción de Dios.
La Virgen María sabia que su vida estaba en manos de Dios y se fía. Su mirada es la mirada de la mujer que se ofrece a Dios. Nos enseña a leer nuestra vida cuando resulta que Dios irrumpe en ella como protagonista absoluto.
La mirada de la Virgen: mirada de disponibilidad
En uno de los momentos cumbres de su vida, cuando estaba desposada con José, Dios irrumpe en su vida trastocándolo todo y su respuesta es "Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mi según tu palabra" por lo que su mirada es mirada de disponibilidad, es la mirada de la mujer que se muestra abierta a Dios y a los demás. No pone ninguna dificultad, no pide ningún signo especial, no insiste en que ella no es adecuada para esa misión.
El ser humano busca seguridades, busca cosas que le aseguren la felicidad. No nos engañemos, solamente encontraremos la felicidad en Dios. María nos enseña a mostrarnos disponibles a Él.
Pero María también está disponible a las necesidades de los demás. Así nos lo muestra cuando después del anuncio del ángel visita a su prima Isabel que espera un hijo. Debemos de leer los acontecimientos de nuestra vida en la persona de aquellos que nos rodean: cuáles son las necesidades de mi familia, cuales son las necesidades de nuestro pueblo, cuales son las necesidades de nuestra parroquia ...
La mirada de la Virgen: mirada de humildad
En María vemos la ternura y el amor de Dios. En ella vemos el amor y la humildad de las madres cuando contempláis a vuestros hijos en la cuna mientras duermen. Su humildad no es falsa. No es que María esté convencida en su fuero interno de su propia valía y, sin embargo, se disfrace para quedar bien. Disfrazarse, mostrar algo que no somos es falsear nuestra imagen verdadera. María reconoce en todo momento su lugar en el plan de Dios, sabe que Dios se ha fijado en ella y se alegra y proclama su obra "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador" , así hemos escuchado en el salmo responsorial.
La humildad es camino obligado para obsequiarnos a Dios. María lo siguió aprendiendo a través de su vida así lo vemos cuando por tres días pierde a su hijo y lo busca desesperadamente. Cuando lo encuentra Jesús le dice "¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que yo debo ocuparme de los asuntos de mi padre?" o cuando las bodas de Caná cuando intercede ante su hijo por los novios y Jesús le dice "Mujer a ti y a mí que. Todavía no ha llegado mi hora" No entiende el proceder de Jesús y es que Dios no es propiedad de nadie ni se somete a nuestros gustos.
Muchas veces no entendemos de antemano, y a veces tampoco a posteriori, las historias en que nos involucra ni el sentido del sendero por donde nos conduce. Y María nos invita a ir actuando continuamente esta humildad ante los sorprendentes planes de Dios.
Que al celebrar esta fiesta, que al levantar nuestra mirada a la Virgen María, Reina de los Ángeles, como casi todos los días hacemos, ella que es "consuelo del pecador, remedio de nuestros males, manantial de luz divina, dulce madre de bondad" y protección de nuestro pueblo nos enseñe y ayude a ir trabajando estas actitudes: la fe, disponibilidad y humildad.
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