11. Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes
JUAN PABLO II
ÁNGELUSDomingo 28 de julio de 1985
11. Décima primera Letanía: Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros
1. Corazón de Jesús, "abismo de todas las virtudes"
Bajo el Corazón de la Madre fue concebido el Hombre. El Hijo de Dios fue concebido como Hombre. Para venerar el momento de esta concepción, es decir, el misterio de la Encarnación, nos unimos en la plegaria del Angelus Domini.
Bajo la luz del momento de la concepción, bajo la luz del misterio de la Encarnación miramos toda la vida de Jesús, nacido de María. Siguiendo las invocaciones de las Letanías, tratamos de describir en cierto sentido esta vida desde el interior: a través del Corazón.
2. El corazón decide de la profundidad del hombre. Y, en todo caso, indica la medida de esa profundidad, tanto en la experiencia interior de cada uno de nosotros, como en la comunicación interhumana. La profundidad de Jesucristo, indicada con la medida de su Corazón, es incomparable. Supera la profundidad de cualquier otro hombre, porque no es solamente humana, sino al mismo tiempo divina.
3. Esta divina humana profundidad del Corazón de Jesús es la profundidad de las virtudes: de todas las virtudes. Como un verdadero hombre Jesús expresa el lenguaje interior de su Corazón mediante las virtudes. En efecto, analizando su conducta se pueden descubrir e identificar todas estas virtudes, como históricamente emergen del conocimiento de la moral humana: las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y las otras que derivan de ellas. (Estas virtudes las han poseído en grado elevado los santos y, si bien siempre con la gracia divina, los grandes genios del ethos humano).
4. La invocación de las Letanías habla de forma muy bella de un "abismo" de las virtudes de Jesús. Este abismo, esta profundidad, significa un grado especial de la perfección de cada una de las virtudes y su poder particular. Esta profundidad y poder de cada una de las virtudes proviene del amor. Cuanto más enraizadas están en el amor todas las virtudes, tanto mayor es su profundidad.
Hay que añadir que, además del amor, también la humildad decide de la profundidad de las virtudes. Jesús dijo: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11, 29).
5. Al recitar el Angelus Domini recemos a María para que nos acerque cada vez más al Corazón de su Hijo. Para que nos ayude a aprender de Él, de sus virtudes.
12. Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 4 de agosto de 1985
12. Décima Segunda Letanía: Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros
1. Queridos hermanos y hermanas:
Nos encontramos reunidos para venerar ese momento único en la historia del universo en el que Dios-Hijo se hace hombre bajo el Corazón de la Virgen de Nazaret.
Es el momento de la Anunciación que refleja la oración del "Angelus Domini"; "Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será... llamado Hijo del Altísimo" (Lc 1, 31-32).
María dice: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38).
Y desde aquel momento su Corazón se prepara a acoger al Dios-Hombre: ¡"Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza"!
2. Nos unimos con la Madre de Dios para adorar a este Corazón del Hombre que, mediante el misterio de la unión hipostática (unión de las naturalezas), es al mismo tiempo el Corazón de Dios.
Tributamos a Dios la adoración debida al Corazón de Cristo Jesús, desde el primer momento de su concepción en el seno de la Virgen.
Junto con María le tributamos la misma adoración en el momento del nacimiento: cuando vino al mundo en la extrema pobreza de Belén. Le tributamos la misma adoración, junto con María, durante todos los días y los años de su vida oculta en Nazaret, durante todos los días y los años en los que cumple su servicio mesiánico en Israel.
Y cuando llega el tiempo de la pasión, del despojamiento, de la humillación y del oprobio de la cruz, nos unimos todavía más ardientemente al Corazón de la Madre para gritar: ¡"Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza"!
Sí. ¡Dignísimo de toda alabanza precisamente a causa de este oprobio y humillación! En efecto, entonces el Corazón del Redentor alcanza el culmen del amor de Dios.
¡Y precisamente el Amor es digno de toda alabanza!
Nosotros "no nos gloriaremos a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (cf. Gál 6, 14), escribirá San Pablo, mientras San Juan enseña: "Dios es amor" (1 Jn 4, 8).
3. Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. De esta gloria el Padre rodeó en el Espíritu Santo, el Corazón de su Hijo glorificado. Esta gloria anuncia en los siglos la asunción al cielo del Corazón de su Madre. Y todos nosotros nos unimos con Ella para confesar: "Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros".
13. Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones
JUAN PABLO II
ÁNGELUSDomingo 25 de agosto de 1985
13. Décima tercera Letanía: Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros
1. "Corazón de Jesús, / rey y centro de todos los corazones".
Jesucristo es rey de los corazones. Sabemos que durante su actividad mesiánica en Palestina el pueblo, al ver los signos que hacía, quiso proclamarlo rey.
Veía en Cristo un justo heredero de David, que durante su reino llevó a Israel al culmen del esplendor.
2. Sabemos también que ante el tribunal de Pilato Jesús de Nazaret, a la pregunta: "¿Tú eres rey... ?" respondió: "Mi reino no es de este mundo... Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz" (Jn 18, 33. 36-37).
3. En este mundo Cristo es rey de los corazones. Nunca quiso ser soberano temporal, ni siquiera sobre el trono de David.
Sólo deseó ese reino que no es de este mundo y que, al mismo tiempo, en este mundo se arraiga por medio de la verdad en los corazones humanos: en el hombre interior.
Por este reino anunció el Evangelio e hizo grandes signos. Por este reino, el reino de los hijos y de las hijas adoptivos de Dios, dio su vida en la cruz.
4. Y confirmó de nuevo este reino con su resurrección, dando el Espíritu Santo a los Apóstoles y a los hombres en la Iglesia.
De este modo Jesucristo es el rey centro de todos los corazones.
Reunidos en Él por medio de la verdad, nos acercamos a la unión del reino, donde Dios "enjugará toda lágrima" (Ap 7, 17), porque será "todo en todos" (1 Cor 15, 28)
5. Hoy, reunidos para la acostumbrada plegaria dominical del Ángelus Domini, elevamos ―juntamente con la Madre de Dios― al Corazón de su Hijo la invocación: "Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de mí"
Que el Corazón Inmaculado de María guíe nuestra oración, la cual hoy es de acción de gracias al Señor: por el reciente viaje apostólico a África.
Doy las gracias cordialmente, por la acogida que me han dispensado, a los Presidentes de los distintos países, a los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y a las buenas poblaciones africanas.
Vaya a todos la expresión de mi viva gratitud.
14. Corazón de Jesús, en el que están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 1 de septiembre de 1985
14. Décima cuarta Letanía: Corazón de Jesús, en el que están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros
1. "Corazón de Jesús, en el que están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia".
Esta invocación de las letanías del Sagrado Corazón, tomada de la Carta a los Colosenses (2, 3), nos hace comprender la necesidad de ir al Corazón de Cristo para entrar en la plenitud de Dios.
2. La ciencia, de la que se habla, no es la ciencia que hincha (cf. 1 Cor 8, 2), fundada en el poder humano. Es sabiduría divina, un misterio escondido durante siglos en la mente de Dios, Creador del universo (Ef 3, 9). Es una ciencia nueva, escondida a los sabios y a los entendidos del mundo, pero revelada a los pequeños (Mt 11, 25), ricos en humildad, sencillez, pureza de corazón.
Esta ciencia y esta sabiduría consisten en conocer el misterio de Dios invisible, que llama a los hombres a ser partícipes de su divina naturaleza y los admite a la comunión con Él.
3. Nosotros sabemos estas cosas porque Dios mismo se ha dignado revelárnoslas por medio del Hijo, que es sabiduría de Dios (1 Cor 1, 24).
Todas las cosas que hay en la tierra y en los cielos, han sido creadas por medio de Él y para Él (Col 1, 16). La sabiduría de Cristo es más grande que la de Salomón (Lc 11, 31). Sus riquezas son inescrutables (Ef 3, 8). Su amor sobrepasa todo conocimiento. Pero con la fe somos capaces de comprender, juntamente con todos los santos, su anchura, su largura, altitud y profundidad (Ef 3, 18).
Al conocer a Jesús, conocemos también a Dios. El que le ve a Él, ve al Padre (Jn 14, 9). Con Él apareció el amor de Dios en nuestros corazones (Rom. 5, 5).
4. La ciencia humana es como el agua de nuestras fuentes: quien la bebe, vuelve a tener sed. La sabiduría y la ciencia de Jesús, en cambio, abren los ojos de la mente, mueven el corazón en la profundidad del ser y engendran al hombre en el amor trascendente; liberan de las tinieblas del error, de las manchas del pecado, del peligro de la muerte, y conducen a la plenitud de la comunión de esos bienes divinos, que trascienden la comprensión de la mente humana (Dei Verbum, 6).
5. Con la sabiduría y la ciencia de Jesús, nos arraigamos y fundamentamos en la caridad (Ef 3, 17). Se crea el hombre nuevo, interior, que pone a Dios en el centro de su vida y a sí mismo al servicio de los hermanos.
Es el grado de perfección que alcanza María, Madre de Jesús y Madre nuestra; ejemplo único de criatura nueva, enriquecida con la plenitud de gracia y dispuesta a cumplir la voluntad de Dios: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Y por esto, nosotros la invocamos como "Trono de la Sabiduría".
Al rezar el Ángelus, pidámosla que nos haga como Ella y como su Hijo.
15. Corazón de Jesús, en el que habita toda la plenitud de la divinidad
JUAN PABLO II
ÁNGELUSDomingo 15 de septiembre de 1985
15. Décima quinta Letanía: Corazón de Jesús, en el que habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros
1. "Corazón de Jesús en el que habita toda la plenitud de la divinidad".
Desde el mes de junio, durante los domingos del verano, nuestra oración del "Ángelus" saca temas de reflexión de las letanías del Sagrado Corazón de Jesús.
Nos detenemos sobre cada una de las invocaciones y meditamos la gran riqueza de contenido que en ellas se encierra. Es una fuente de inspiración para nuestra vida interior: para nuestra relación con el misterio de Jesucristo.
2. Ayer, mediante la solemnidad de la Exaltación de la Santa Cruz, la Iglesia entera se abrió una vez más hacia este Corazón en el que "habita toda la plenitud de la divinidad".
El misterio de Cristo: Dios-Hombre, tiene una elocuencia particular, cuando miramos a la Cruz: ¡he aquí el hombre! ¡He aquí el Crucificado!, ¡He aquí al Hombre totalmente despojado! ¡He aquí al Hombre "destrozado a causa de nuestros pecados"! ¡He aquí al Hombre "cubierto de oprobios"!
Y, al mismo tiempo: ¡he aquí al Hombre-Dios! En Él habita toda la plenitud de la divinidad. ¡De la misma naturaleza que el Padre! Dios de Dios. Luz de luz. Engendrado, no creado. El Verbo Eterno. Uno en la divinidad con el Padre y con el Espíritu Santo.
3. Cuando el centurión en el Gólgota, traspasó con una lanza el Crucificado, de su costado salió sangre y agua. Este es el signo de la muerte. El signo de la muerte humana del Dios Inmortal.
4. Al pie de la Cruz se encuentra la Madre. La Madre Dolorosa. La recordamos al día siguiente de la Exaltación de la Cruz. Cuando el costado de Cristo fue traspasado por la lanza del centurión se cumplió en Ella la profecía de Simeón: "Y a ti una espalda te traspasará el alma" (Lc 2, 25).
Las palabras del profeta son un anuncio de la definitiva alianza de los Corazones: del Hijo y de la Madre, de la Madre y del Hijo. "Corazón de Jesús, en el que habita toda la plenitud de la divinidad". Corazón de María ―Corazón de la Virgen Dolorosa― Corazón de la Madre de Dios.
¡Que nuestra oración a la hora del "Angelus Domini" se una hoy a esa admirable alianza de los Corazones!
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